El otro libro

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- Bien... - Nos quedamos delante de la puerta del despacho de Filch. - Ya llegamos. - Se me había echo un nudo en el estómago.

- No quiero entrar.

- Por favor... siquiera sabes que vas a tener que hacer.

- No, pero me lo imagino.

- ¿Traes tu varita? - Quise decir no, pero si quería entrar al equivo Weasley, tendría que hacerlo.

- Tendrás que entrar y sacar algo que haya confiscado Filch.

- ¿Están dementes? Saben lo que pasaría si entro ahí. Ya perdí muchos puntos...

- Vez, Fred. Te dije que no lo iba a hacer.

- Tenías razón. Pensé que eras una chica arriesgada, pero veo que solo eres una niñita.

Me enoje. Saqué la varita de la túnica, apunté a la cerradura, y con el hechizo "Alohomora", logre abrirla. Antes de entrar, respire profundo. Al entrar en el lugar, pude ver cajones con candados, un escritorio dividía el lugar. Al lado de uno de los armarios, un par de escobas y estropajos reposaban con un poco de polvo.

Revisé uno por uno los cajones, hasta que encontré un cuaderno muy parecido al que estaba en la estancia de Ravenclaw. Lo guardé en mi túnica, al igual que un par de bombas fétidas, dos plumas y cuatro pergaminos. Luego de acomodar todo, toque la perilla para salir. Casi vomito al escuchar a Fred diciendo "no estamos haciendo nada". Espere unos segundo, apoyando mi oído en la madera, con el corazón latiendo desenfrenadamente.

Noté que la perilla comenzó a girar. Retrocedi unos cuentos pasos, mientras sentía la sangre congelada recorrer mis venas. La puerta se abrió unos centímetros. Estaba petrificada cuando ví la sombra de una cabeza asomarse. Por suerte, mi alma volvió al cuerpo, al notar el color de pelo rojizo.

- ¿Quieres llevarte todo? ¿Por qué tardas tanto? - No sabía que decir - ¿Qué te pasa? Estas muy pálida.

- Eres un... - Pude decir, al fin. - Pensé que era Filch. Casi me muero.

- Tranquila. Solo era Peeves.

- Apúrense... por si vuelve.

Volví a cerrar la puerta, y salimos disimuladamente del lugar. Cuatro pasillos de distancia, vacié mis bolsillos. Al sacar el último pergamino, el libro cayó sobre mis pies.

- ¿Por qué recogiste ese libro? ¿Qué tiene de especial? - George lo revisó, pasando de una mano a otra.

- Hay un libro parecido...

- Mira, George. Un pergamino que insulta... -Me interrumpió Fred, mostrándole el objeto a su hermano.

- Entonces... - Traté de llamar su atención, mientras guardaba el libro en la túnica.

- Bombas fétidas... genial.

- Disculpen...

- ____, estuviste... bien.

- ¿Bien? ¿Solo bien?

- Si. No habrás pensado que solo era esto. ¿O si? - Me quede quieta sin decir ni una palabra.

- Esto es solo el comienzo.

- Casi muero infartada ahí adentro, pensando que Filch estaba por entrar al despacho. - Dije furiosa.

- Tranquila, ___. ¿Pensaste que te la íbamos a dejar fácil? ¿Solo entrar allí y listo?

Los apunte con mi dedo, pero con la furia que tenía, no dije nada y solo me alejé del lugar. Los chicos me siguieron llamando, pero no les presté atención. En ese momento solo quería llegar a la sala de Ravenclaw, agarrar el libro que había acomodado horas atrás, y descubrir que contiene ambos libros.

Mi vida en Hogwarts  1er añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora