La inombrable

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Faltaban unos minutos para que terminara la primera clase. En vez de ir directo al salón, fui hasta el patio. Me senté debajo de un árbol, algo pensativa.

Tocaba un mechón de mi pelo. Miraba sus curvas tan perfectas. Seguía con ese pensamiento en la cabeza. No recordaba quien era ese familiar. Trate de distraerme con otra cosa, pero esas palabras volvían. Mi varita tenía una curva, algo no muy común.

- Ya era hora, tengo mucha hambre.

Los primeros alumnos aparecieron. Quise levantarme, pero mi cuerpo no respondía. Hasta que lo vi pasar a Fred y George. Hacía tiempo no pensaba en él. Creía que ese "amor" que sentía por él se iba desvaneciendo. Pero noté que no era así, al verlo hablar con otras chicas. En ese momento, George me saludo con la manos.

- ¿No vas a ir a comer? - Asentí sin decir ni una palabra. - Entonces, vamos.

- Hola ___. Que gusto verte.

- Si me viste en el desayuno.

- Lo sé. ¿No te lo puedo decir?

- ¿Estas bien, Georgi?

- Eso me gustaría saber de ti. ¿Cómo te fue con Dumbledore?

- Bien. - Sabía que quería saber más.

- ¿Y? - Ya que Fred estaba más adelante, decidí contarle todo a George.  - Genial. Eres muy afortunada. Cualquier mago o bruja le encantaría tener este don.

- Igual, si un mago entrena, puede hacerlo. Pero lleva tiempo. Por mi parte... - suspire - Es como si estuviera avanzada.

- ¿Piensas que será difícil estar sin tu varita?

- No la use mucho, así que no se que decirte. Quizás me costará ver a los demás practicando mientras yo este solo leyendo.

- ¿Y que hay con esa pariente?

- No lo sé. No recuerdo a nadie de la familia de mi madre que tenga el mismo aspecto que el mío.

Por fin llegamos al salón. Tenía el estómago pidiendo a gritos comida. Mientras me servía una ración de tarta, pude notar que las noticias volaban muy rápido. La mayoría susurraba y me observaban.

-¿Qué sucede?

- Al parecer, la mayoría se enteraron de que fuiste a hablar con Dumbledore.

-¿Y cuál es el problema?

- Piensan que te van a expulsar por intentar matar a Sam.

- ¿Qué? Yo no quise matar a nadie.

- Algunos dicen que están preparándote una celda familiar en Azkaban. - Megan estaba un poco molesta por ese comentario. Por mi parte, estaba algo confundida.

- ¿Celda... familiar? - Ninguno parecía sorprendido por ese comentario.

- Es un comentario de mal gusto. - Mire a los gemelos que estaban a varios pasos alejados de donde estaba. George desvió la mirada cuando lo ví.

- Oh, por Merlin. - Ya había recordado quien era esa persona. - Debo irme. - Recogí mis cosas, y salí lo más rápido que pude del lugar.

- ¿Estas tratando de escapar, ___? - Me gritó un chico de Slytherin, el cual ignoré.

Fui corriendo hasta la sala común. Deje mis cosas en un sillón que estaba cerca de la biblioteca. No paraba de ir y venir en frente de la estatua de Rowena Ravenclaw. Respiré profundo. Trate de que mis pensamientos malos desaparecieran. Pero la imagen de esa persona volvía.

Salí del salón sin ganas de ir a la siguiente clase. Para mi sorpresa, los gemelos estaban en la entrada.

- ¿Cómo estás?

- No tan bien como pensaba.

- ¿Por qué saliste así del comedor?

- Por nada. - Comencé a caminar hacia la próxima clase.

- Vamos, ___. Dinos. - Me detuve.

- Bellatrix. - Ambos no sabían que decirme. - Dumbledore me dijo que mi varita es parecida a la de Bellatrix.

- ¿Y ella...?

- No lo recordaba. Porque es un mal recuerdo. Pero ella es mi... mi... - No podía decirlo. El solo echo de pensarlo, me daba nauseas.

- Tu Tía... - Dijo Fred. El lo sabía. Geor, recién se estaba dando cuenta de la situación.

- Y mi madrina.

- ¿Por qué te afecta tanto esto?

- No quiero ser como ella. ¿Y si me vuelvo una lunática y comienzo a matar personas? - Mi lágrimas querían salir. - Creo que debi ser una Slytherin.

- Escucha - George me abrazó - No vas a ser como ella. El sombrero seleccionador te puso en Ravenclaw porque cree que tienes corazón.

- Si, ninguno de Slytherin lo tiene.

- No eres ella. Y no lo vas a hacer, porque tu piensas diferente. Y tienes el poder de elegir ser una mejor persona. - Jamás en mi vida pensé que los gemelos dirían esas palabras. O mucho menos que serían serios, y me ayudarían a superar un momento de tristeza.

- Vamos a clases.

- A nosotros nos gustaría ir al bosque prohibido, pero si no queda de otra.

- ¿Por qué tenemos que ser un buen ejemplo para ella?

- Porque se supone que ustedes son los adultos.

- Lo que digas, madre.

- Cállate, Fred. - Y volvimos a la realidad.

Mi vida en Hogwarts  1er añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora