Capítulo 33

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Pablo llegó al estudio, él sólo, y se metió rápidamente a la cabina en dónde pensó que podría estar solo y, probablemente, pensar libre y tranquilamente.

Cuándo entró se topó con algo que no se esperaba:

Tomás y Pilar en onda... Comprometedora.

—¡Qué carajo!—exclamó al verlos.

La pareja inmediatamente dejó de hacer... Lo que estaba haciendo y se comportó del modo más decoroso que pudo.

—¿Qué hacés acá?—preguntó Tomás un poco agitado.

—Es mi estudio de grabación, además trabajo acá, tarado!—respondió él.—Mejor decime vos ¿Qué hacías comiendote a tu esposa acá?.

Pilar se puso colorada.

—Nosotros... Es que nosotros teníamos ganas —dijo Tomás.

—Eso está perfecto. Es genial que aún después de que ya están casados y todo aún se tengan altas ganas, pero vayan a su casa, ahí más cómodos en su cama —dijo Pablo.

Pilar se puso muy colorada, tomó su bolso y salió rápidamente de ahí.

—Nosotros tenemos a Matías en casa, está en esa edad que quiere andar abriendo las puertas de la casa y... No queremos que...

Pablo sólo miró a Tomás con cara de asombro e inferioridad.

—Ya nos entenderás cuando Cande comience a entrar a esa etapa, vas a buscar cualquier lugar o momento para estar con Marizza, porque en su casa ya no será seguro...—dijo Tomás—Van a querer... Privacidad, pero van a tener el miedo constante de "¿tiene el pestillo la puerta" "Se durmió la nena" y mil cosas más. Eso te va a bajar ánimos.

—No a nosotros no nos va a pasar eso—dijo Pablo.

—Créeme, les pasará. Así que un Consejo; Disfruten ahora que le nena aún no anda desatada por la casa de curiosa. Disfruta a la diosa que, seguramente, estará en casa cuando vos llegues hoy a la noche.—dijo Tomás.

<<Esa re diosa, como vos decís, me odia>>




















Marizza había decidido ir a despejar su mente y aprovechó para llevar a Cande al parque un ratito.

Así que ahí estaban, Marizza sentada en una banca con Candela en el carrito, ella estaba muy en su mundo hasta que:

—¡Pero que nena más bella!—escuchó.

Eso la hizo reaccionar casi por instinto.

Cuando enfocó sus ojos vió a una mujer alta con el pelo marrón, la mujer era como de la edad de Sonia.

—¡Qué beba más chula!—dijo la señora mirando a Cande. —¿Cómo se llama? —le preguntó a Marizza.

—Candelaria, su nombre es Candelaria—dijo Marizza.

La señora acarició la mejilla de la bebé y ella rió.

—Es re linda.—le dijo a Marizza.

—Gracias. Es mi lucesita —le respondió ella.

—Me llamo Silvia—dijo la mujer amablemente.

—Yo soy Marizza, es un gusto—dijo la chica.

—El gusto es mío y déjame decirte que tenes una hija bellísima—dijo la mujer.

Marizza tragó pesado.

—Ella es hija de mi hermana, no mía.—aclaró.

—Oh, es que como vos la trajiste, yo pensé que vos eras la madre—explicó la mujer.—En fin, tu hermana debe de estar agradecida de que vos la ayudes de esta manera.

Marizza mostró una triste sonrisa.

—Eso espero. —respondió mientras miraba el cielo. Volvió su mirada hacía la mujer al sentir como esta la observaba—Es que ella, al igual que mi mejor amigo, su esposo, murieron hace ya casi 3 meses.

La mujer se quedó asombrada.

—Oh, lo lamento tanto, yo no sabía —dijo.

—No se preocupe, ustede no tenía modo de saberlo—dijo ella.

La mujer hizo una seña a alguien a lo lejos.

—Creo que es más prudente que me vaya y te deje pensar tranquilamente—dijo la mujer.

Unos pocos instantes luego de decir esas palabras, un hombre se acerca a ellas.

—¿Qué pasa mamá?—preguntó el hombre.

Marizza al verlo se quedó helada.

Marcos...

Definitivamente la vida se estaba divirtiendo haciéndole joditas constantes e "inocentes" a Marizza de manera regular.

[...]

Pablo estaba realmente agotado, pero al menos estaba tranquilo de saber que habían logrado terminar 3 pistas para las canciones.

—No doy más!—soltó un quejido —Ya quiero ir a casa con Pili y Matí—admitió Tomás.

—¡Yo ya quiero dormir!—apoyó Pablo.

—Pablo, llevate las pistas para que Marizza vea que tal, si le gustan o no—dijo Tomás.

—Sí, cuando llegue se las muestro. Seguro le van a gustar, en ese sentido somos similares—admitió él con una sonrisa.

Comenzaron a apagar todo, bueno y dejar listo para el día siguiente, y luego salieron del estudio.

Ya en la calle Pablo y Tomás se despidieron, no antes de que éste último dijera algo:

—Acordáte que tenés que mostrarle las pistas y, si se puede, traer a tu mujer mañana para que empecemos a grabar formalmente —le dijo Tomás antes de entrar a su auto.

Pablo simplemente hizo un ademán con la mano en modo de despedida y él también ingresó a su auto.

Todo el camino a casa, las palabras de Tomás le rodaron la cabeza.

¡Qué bobada, Marizza no es mi mujer!. Y menos quiero que lo sea —dijo Pablo.

<<Entonces ¿por qué no le dijiste eso a Tomás?>> le preguntó su subconsciente.

La Vida Como La Conocemos(Pablizza).       [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora