Extra 3

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Marizza y Pablo últimamente estaban muy atareados con todo los preparativos para el próximo álbum, así como la presentación que tenía Marizza en unos días. Habían estado durmiendo realmente poco, ya que tenían trabajo, mucho trabajo, pero también tenían dos pequeños hijos que los necesitaban, que querían jugar con ellos, que tenían tareas, en fin.

En ese momento estaban en su primer día libre en tres semanas, tenían mucho sueño y querían estar en su habitación descansando, pero Santiago y Cande les pidieron ver películas todos juntos como hacían siempre. Así que ahí estaban, sentados en el sofá junto a sus hijos viendo "La sirenita".

Ellos estaban sentados en el medio del sofá, Pablo estaba abrazando a Marizza, ella tenía su cabeza recargada en el hombreo de Pablo, y él tenía la cabeza apoyada en el cojín del respaldo del sofá. Cada uno tenía a un pequeño a su lado, Marizza a Cande, quién estaba acostada con la cabeza en sus piernas y extendida en lo que faltaba de sofá, desde que le contaron toda la verdad había estado más apegada a ella y cariñosa con su padre y hermano, y Pablo a Santiago, quien estaba en la misma posición que su hermana, pero él sobre su padre.

—¿Mami, mami me escuchas?—Cande decía mientras jugaba con la mano de Marizza.

Marizza abrió los ojos como pudo, si, se estaba quedando dormida, y miró a la pequeña.

—¿Qué pasó, mi vida? —preguntó en medio de un bostezo

—Ya no hay pochoclos —dijo la pequeña. —¿Te toca a vos o a papá ir por más?.

—Le toca a papá, pero está dormido—respondió —Yo iré, sólo levántate para que pueda moverme.

La pequeña hizo caso y se levantó de su sitio. La chica se enderezó y logró ponerse de pie, para comenzar a caminar con el bowl en la mano hasta la cocina.

—¿Quieren algo más, niños? —preguntó Marizza desde la cocina.

—¡Jugo!—respondieron ambos en coro.

Así ella se dispuso a servir los vasos de jugo y poner los pochoclos en el microondas.

—Cande, Santi, vengan por sus vasos—pidió.

Fue cuestión de segundos para que los niños llegaran y tomaran sus vasos de la barra. Justo en el momento que el microondas sonó para sacar los pochoclos, Marizza abrió la pequeña puerta y el olor de estos le hizo hacer una expresión de desagrado.

—¿Mami?—Cande llamó al ver su expresión.

—mmm, si, estoy bien. Tranquila —dijo Marizza. Aún sentía muy presente el olor a la mantequilla, pero no quería mostrar nada. —Vamos al sofá, ya se me pasará.

[...]

Luego de estar un tiempo viendo la película y evitando los puñados de pochoclos que Cande trataba de darle, finalmente la película terminó.

—Okey, jovencitos. Vamos a hacer un tiempo fuera para que papá y yo podamos ir a nuestra habitación a dormir, mientras ustedes se quedan acá jugando, en la sala, si nos dejan hacer eso y no causan problemas, esta noche los llevamos a comer pizza y helado. —Propuso Marizza.

Ambos pequeños asintieron rápidamente, era algo justo estar tranquilos y callados una horas a cambio de la pizza.

Marizza comenzó a mover a Pablo sutilmente para que se despertara, pero al paso de los segundos esto no funcionaba, aunque no le sorprendía, su marido tiene el sueño pesado, al igual que su pequeño.

—Quiero que haya testigos de que intente despertarlo por la buena y él no me la puso fácil.—dijo Marizza a los niños.

Luego de eso se inclinó un poco y mordió un poquito el labio de Pablo, provocando que este se quejara un poco al despertar:

—No empiece cosas que no está dispuesta a acabar, señora Bustamante —comentó algo perezoso.

—Despierta, ya se acabó la película. —avisó —Ya hablé con los niños y nos van a prometer portase bien y dejarnos dormir, si los llevamos a comer pizza más tarde.

—Vamos, ya necesito mi cama —dijo Pablo somnoliento.

Ambos se pusieron de pie y comenzaron a caminar en dirección a la habitación, donde una vez adentro Marizza acompañó a Pablo hasta la cama y luego volvió para cerrar la puerta.

—Uy, ¿a qué se debe el seguro de la puerta?—preguntó Pablo. —Porque estaría dispuesto a pasar el tiempo del permiso en otras cosas que no sean dormir.

Marizza solamente lo miró con seriedad.

—Justo porque pasamos un momento como el que estás pensando es que me está pasando esto—dijo Marizza.

Pablo aún estaba medio adormilado, así que no prestó mucha atención al comentario o parecía no entender.

—Creo que estoy embarazada otra vez—le dijo la pelirroja al petrificado rubio.

—¡¿Enserio?! ¿Cómo lo sabes? ¿quieres que pida un turno donde la doctora?—preguntó emocionado.

Marizza rió un poco.

—Pues estoy más cansada de lo usual, me da más hambre, llevo días en los que mi vejiga ya no es igual, no puedo tomar un poco de agua porque corro al baño y por último; Mi pecho está sensible.

Pablo seguía observando a su esposa desde la cama.

—Otro bebé... ¡Vamos a tener otro bebé!. ¡Si, si! —dijo él. Se levantó de su sitio en la cama y tomó a Marizza dejándola suavemente sobre la colcha de la cama.

—Justo te iba a preguntar si te hacía ilusión otro bebé, ya vi que si te la hace —dijo Marizza riendo.

—Yo ya te he dicho que yo quiero dos, tres, diez hijos con vos —dijo Pablo. —Ya tenemos dos, pero me encantaría que venga una tercera personita.

—Igual ya sabes, me tengo que hacer las pruebas y todo para saber si es que en verdad viene otro pequeño en camino o si son ideas mías—dijo Marizza.

—Pues si viene lo esperamos con gusto y sino viene pues lo podemos buscar —dijo Pablo mirando pícaro a su esposa.

Ella solo sonrió mientras pasaba sus dedos por el cabello de su marido.

—¿Sabes que te amo con mi alma o te lo digo? —preguntó Pablo.

—Yo también te amo, te amo mucho —dijo ella.

—Gracias por confiar en mi, por aceptar arriesgarte y ser mi novia, por volver a darme una oportunidad después de mi cagada, por aceptar casarte conmigo y por verme digno de ser el padre de tus hijos. —dijo el rubio.

—Fue un rotundo placer, lo repetimos cuando gustes —le respondió ella en broma.

Él le dejó un pequeño beso en los labios.

—Hoy que llevemos a los niños por pizza quiero aprovechar e ir a la farmacia por una prueba de embarazo, si sale positivo la voy a guardar junto con la de Santiago. —dijo la chica.

—Si!. Yo me llevo a los niños a dar la vuelta y vos compras la prueba, llegando acá, ya que metamos en la cama a los niños te las haces y vemos qué pasa —dijo Pablo.

Marizza no podía evitar emitir risitas nerviosas.

—No se porque me pongo así, no es la primera vez que me pasa, ya he tenido que hacerme pruebas antes —dijo Marizza—El primer "Falso positivo" está en la sala viendo caricaturas justo ahora .

—Creo que es hasta cierto punto normal, el embarazo anterior fue un poco bastante estresante para todos, me refiero al día en que nació Santi —dijo Pablo —Sergio ya no está por aquí y no dejaré que él ni nadie se les acerque, menos que menos permitiré que algo les pase al bebé y a vos.

—Vamos a descansar un rato, ya más tarde nos preocupamos, primero debemos saber si ya hay algo acá —señaló su vientre — que tengamos que proteger.

Ambos subieron a su cama, se metieron bajo las mantas u se dispusieron a dormir.



















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¿Otro bebé? ¿No será suficiente ya con Santi y Cande?

La Vida Como La Conocemos(Pablizza).       [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora