Capítulo 42

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<< [...]

Eran las 12 A.M cuando ellos volvieron a la casa, sabían que era tarde, pero, la parte positiva es que Annie vivía en su misma zona, literal la niña sólo debía cruzar la calle y eso era todo. Así que no se sentían tan mal después de todo.

—Hola, ¿Cómo estuvo su noche?—saludó Annie.

—Hola Annie, estuvo muy linda, gracias.—respondió Marizza.

La niña se levantó del sofá y se preparó para irse. Simplemente espero a que Pablo le pagara y luego se dispuso a irse.

Aunque no sin antes quedarse un instante más observando a los dos adultos. Les sonrió y dijo.

—Son una muy hermosa pareja—dijo annie y luego salió rápidamente de la casa.

Marizza miró a Pablo, iba a hablar, pero él la freno antes de hacerlo.

—Está bien. Yo opino exactamente lo mismo— le dijo, luego de darle un pequeño jalón y acercarla a si mismo.

Marizza sonrío e hizo lo que llevaba toda la noche deseando...

Lo besó.>>

Pablo se quedó un poco sorprendido, pero no dudo en responder a aquel beso, después de todo eso era se podía ver como una muy buena señal luego de la plática que tuvieron en la cita esa noche. Ese pensamiento lo hizo responder sin tapujos, sólo hacia lo que sentía correcto.
Y besarla se sentía tan, pero tan correcto, incluso se llegó a preguntar: ¿Por qué no lo hice antes? Cuya respuesta nunca encontró.

La intesidad del beso se iba incrementando, al igual que lo hacía el deseo que ambos sentían recorrerlos de cuerpo entrero. Marizza tomó cierta iniciativa, llevó sus manos hasta la chaqueta de Pablo y la trató de apartar, sin romper el beso, el chico le ayudó con esa tarea y se deshicieron de la chaqueta, y para igualar las cosas, retiraron la chaqueta de ella también.

Pablo se retiró del beso por un momento, causando que Marizza lo mirara con mucha extrañeza por su acción.

—Oh, lo lamento, creo que...—sus palabras fueron interrumpidas por los labios de Pablo, quién rápidamente volvió a besarla.

Ahora fue ella la que se sorprendió, pero aún así se dejo llevar nuevamente, después de todo, se dejó llevar en la cita, ¿Por qué no ahora?.

Pablo alzó a Marizza, lo que provoco que ella le enredara las piernas alrededor, una vez que esto ocurrió el comenzó a caminar.

—Pará, pará, nos vamos a caer—dijo ella al notar que Pablo la llevaba a la escalera.

—No nos caeremos. Aunque bueno, si querés podemos parar un momento—dijo él.

Así es como ella simplemente se acomodó, no se soltó de él, sólo se quedó de manera que no le evitaba ver a Pablo. Ella simplemente se le abrazó y quedó con la cabeza a un costado de del cuello de él. Una vez que estuvieron en la planta alta, Pablo se adentró en la habitación en la habitación dónde el ha dormido desde que eso comenzó.

Marizza aprovechó su posición y comenzó a besar el cuello de Pablo, lo que causó en él una sensación bastante placentera. Él llevó sus manos hasta el bordel de la blusa de ella y comenzó a jugarlo entre sus dedos, Marizza dió un saltó y así volvió a tocar el piso. Alzó los brazos y permitió que Pablo le sacara la blusa, cuando ésta por fin estaba fuera del panorama, fue turno de Marizza para retirar algo, fue algo como un juego de uno a uno.
Ella llevó sus manos bajó la remera de Pablo y la empezó a levantar, ahora fue él quién dejó que ella se la retirara.

Y de esa misma forma se fueron deshaciendo de lo demas hasta sólo quedar en ropa interior.

<<N·1 en la lista 'cosas que nunca haría'. Y... Aquí estamos.>>.

Entraron en la cama, y así comenzó verdaderamente lo que ambos tanto deseaban. Sus besos ya eran más pasionales, pero a la vez era como si con cada beso tratarán de borrar todos y cada uno de esos labios que alguna vez, pudieron haber pasado por esos lugares, como si quisieran que sólo los besos propios se quedaran grabados en la mente y piel de la otra persona, sus caricias eran tiernas, como si trataran de memorizar cada centímetro de la piel del otro.

Pablo nunca había retrasado tanto el momento de "consumar" tanto el acto sexual, pero esa vez sólo con que ella se dejará, y lo besara tan tranquila, tan entregada, lo distrajo y lo hizo gozar más el previo, sin necesidad de ser tan directo.

Aunque llegó el punto en que ambos deseaban concretar lo que estaban haciendo, fue como un acuerdo mutuo al que lograron llegar sin palabra alguna.

Pablo se estiró hasta la mesita de luz que estaba junto a la cama, abrió un cajón y sacó un paquetito plateado.

—Mmm... Mirá vos, estás listo y todo—bromeó Marizza.

—Oh, cállate tarada—le dijo riendo.

Pablo se apartó de Marizza para tener oportinidad de colocarse el preservativo, una vez que lo hizo volvió a posicionarse sobre Marizza.

Ella lo atrajo hacía sí misma y lo besó al mismo tiempo que entre abría las piernas un poco y así, finalmente consumaron lo que desde el comienzo fue una noche perfecta.








































La Vida Como La Conocemos(Pablizza).       [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora