Capitulo 100

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Los primeros dos días desde que Marizza comenzó a dar señales de querer despertar no dejaron que tuviese visitas, para que no la perturbaran mientras ella daba lo mejor de sí para poder abrir los ojos y volver en sí.

Así que Pablo tuvo que empezar a mantenerse más tiempo en casa y trabajar desde ahí, ya que tenía que cuidar al pequeño Santi, tanto como a Candela, quién empezaba a preguntar por su madre y Pablo ya no sabía que decirle.

Ahora estaba en casa, cambiando el pañal del pequeño, quién al no tener una cuna, dado que no les había dado tiempo de comprarla, y creía que tendrían dos meses más, esto claro antes del altercado con Sergio, dormía en la cuna de Candela y ella en la cama con Pablo.

—¿De donde sacas para hacer tanta popo, vos? —preguntó Pablo al pequeño mientras le cambiaba el pañal.—Literalmente solo despiertas, me pides de comer, llenas el pañal y vuelves a dormir.

Una vez terminó de cambiar el pañal, dejó a Santi de vuelta en la cuna, después volvió a sentarse en la esquina de la cama, mientras la pequeña rubia seguía dormida.

En ese momento Cande pareció querer despertar y se empezó a mover en la cama. Cada vez los movimientos eran más rápidos y Pablo se empezó a asustar.

—Mamá —dijo la pequeña aún entre sueños—Mamá.

Pablo se acercó a ella y trató de moverla por los hombros para que se despertara. Y lo consiguió, le pequeña abrió sus ojitos para mirar hacia delante.

—Cande, cariño—dijo Pablo tratando de despertarla completamente. Se sentó esta vez cerca de la pequeña y la abrazó —Tranquila, fue una pesadilla, tranquila—repetía mientras besaba su cabello.

—Mamá, mi mamá —dijo la pequeña.

—Tu Mamá aún no puede venir con nosotros, pero ya pronto. —le dijo a su pequeña

Cande solamente dejó su cabecita reposar en el pecho de Pablo y volvió a cerrar sus ojitos.

—Ya pronto, peque, pronto—dijo el rubio meciéndose suavemente con la pequeña.

[...]

Mientras en el hospital Marizza era sometida a pruebas para saber si había quedado alguna secuela grave por el traumatismo que había padecido. Aunque el lado bueno era que sus máquinas estaban desapareciendo, ya podía respirar sin necesidad de apoyo del respirador.

—¿Cómo se siente?—preguntó el doctor entrando en su habitación.

—Ya he dicho que estoy bien—dijo Marizza—Y estoy aburrida, ya me harté de ver a las mismas personas de siempre.

—No bueno, yo que le venía a contar que podía empezar con las visitas, pero si le molesta pues no digo nada—dijo el doctor.

Marizza se emocionó con escuchar eso.

—¿Enserio?—preguntó—Dígame que no es broma, porque si me está jugando bromas me quito el suero y se lo clavo a usted.

El doctor se sorprendió de lo que decía Marizza.

—Oye, eras más tranquila antes —comentó riendo  —Me caías mejor dormida. Me estoy replanteando mucho el llamar a tu marido, si sos así de cariñosa con el también mejor le dejo unos días de relajación extra.

—No, por favor, llámele a Pablo. Dígale que venga y ayúdeme a que lo dejen ingresar a mis hijos—pidió ella.

—Marizza, ya debes tener conocimiento de que no se permite acceso de niños en modo de visita —dijo el doctor.

La Vida Como La Conocemos(Pablizza).       [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora