Capítulo 49

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Ya había pasado cerca de una semana desde la cena tan catastrófica que había tenido que ofrecer en honor del estúpido de su suegro y Mora, la mujer que asumía, en ocasiones, un rol materno tan importante como el de su propia madre en su vida.

Luego de esa velada que lastimosamente tuvieron que vivir las cosas en la casa cambiaron nuevamente, ahora era mucho más común que Mora estuviera por ahí. Ella amaba pasar sus ratos con su hijo, su nueva y "su nieta", ella decía que Cande era su nieta porque amaba a Mia y Manu como a sus hijos, lo que es entendible, los cuatro chicos se criaron juntos; Mia, Manuel, Marizza y Pablo crecieron ante los ojos y los cuidados de Sonia, Franco, Mora y Sergio, aunque este último los trataba para el orto en innumerables ocasiones, pero también llegó a ser figura para los 4.

Justo ahora Marizza y Mora estaban charlando animadamente en la cocina, esperando a que la comida estuviera lista, mientras Pablo cuidaba de Cande en la sala, cuándo de repente...

—¡Marizza!—gritó Pablo generando que tanto la mencionada como Mora salieran corriendo a ver que pasaba.

Cuando llegaron se encontraron con la imagen de la pequeña Cande de pie, sí, la nena parecía querer dar su primer paso.

La niña apenas vió a su tía y trató de llegar hasta ella, y esa fue una imagen tierna, ya que dió pasos algo torpes, de hecho sólo logró avanzar dos o tres pasitos antes de caer de boca en la alfombra, Evidentemente soltó en llanto.

Marizza por instinto se acercó a la niña, la levantó en brazos y comenzó a hacerle mimitos para que dejara de llorar.

—Ya, mi amor, ya —decía la chica en un tono dulce mientras abrazaba a la niña quién seguía llorando.—Ya pasó chiquita, ya pasó.

Pablo vió a la niña aferrarse fuertemente a la blusa de Marizza, esa niña la amaba y era algo más que obvio.

—Mari, déjala de vuelta en el suelo—dijo Mora. Marizza y Pablo no entendían a lo que se refería, es decir, su chiquita estaba llorando necesitaba mimitos.—Déjenla en el piso otra vez, yo sé lo que les digo.

Marizza hizo lo que Mora le decía y bajó a la nena en el suelo, esperando ver que era lo que Mora quería lograr exactamente.

—No la mimen mucho porque sino les va a tardar más en agarrar valor para caminar, ella ya quiere hacerlo e iba bien, pero pues por mala suerte se tropezó, sólo dejemos que vuelva a hacerlo ella sola.—dijo la mujer.

Pablo tenía mucha emoción dentro suyo, este era el primer gran suceso de Cande, sus primeros pasitos... ¿Deberia seguir con la tradición de Manuel?

<<De hacerlo será como que una parte de ellos estuviera presente en este momento tan importante>> pensó.

Cariño, dónde está la videocámara de Manuel?—preguntó Pablo a Marizza.

Ella lo miró de manera extraña, no se esperaba que él quisiera algo con esa cámara, siempre le decía a Manuel que "Rompía mucho los huevos con su camarita de paparazzi debarreado"

—En el armario de su habitación —respondió.

—¿Me acompañas por ella?—preguntó él.

—Claro, vamos—respondió ella.

Y así es como ambos se dirigieron la habitación de sus amigos, dejando detrás Mora y Cande quién ya no lloraba, pero tampoco trataba de ponerse de pie de nuevo, ni con los insentivos de su abuela.

[...]

La habitación estaba exactamente igual a como Mia y Manu la habían dejado, nadie había entrado ahí más que la hermana de Manuel para dejar una caja con cosas de su hermano y cuñada, y tomar una foto de Manuel que ella quería conservar.

—Es tan raro estar aquí—dijo Marizza.

—La última vez que entramos aquí fue en el cumpleaños de Cande, ¿te acuerdas?—preguntó Pablo.

—Claro que me acuerdo, Cande te vómito y vos como el mal amigo que eres me abrazaste sólo por joder—dijo ella.

Pablo rió recordando ese día

—No lo hice por malo, yo quería ser un amigo bueno y cariñoso, solamente te quise abrazar, corrí con la mala suerte de mancharte, pero no era mi intención—dijo con falsa inocencia.

Ella le dió un zape.

—Ajá, yo haré la que te creo, está?—respondió sonriendo. Esa sonrisa desapareció al recordar donde estaban y para que—La caja está en el estante alto del closet, me ayudas a llegar?.

—Sos una petiza —dijo Pablo.

—Y vos un tarado, ¿me ayudarás o no?—dijo ella.

Él asintió y le hizo un "escalón" con la mano en el que ella se subió para alcanzar el estante, una vez que llegó a la parte más alta del mueble, tomó la vídeo cámara.

—¡listo! Ya podes bajarme —anunció Marizza.

Una vez que ella estuvo de vuelta en el suelo, Pablo tomó la cámara de sus manos y dijo:

—¡Vamos a inmortalizar a nuestra sobri!—dijo.

—Claro... La sobri—dijo algo seria.

Pablo lo notó, pero lo ignoró. Tomó la mano de Marizza y salieron del cuarto para caminar de vuelta a la sala.












La Vida Como La Conocemos(Pablizza).       [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora