Capitulo 75

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Después de lo ocurrido, Pablo no dudo ni un segundo en tomar su maleta y arrastrarla de regreso a su departamento, no pensaba ir a New York otra vez. Él se quedaría en Argentina, donde estaba su madre, sus amigos, gente que quiere y conoce hace años, y su familia.

Ya estaban de vuelta en el departamento sentados en el sofá mientras que Mora, había optado por salir a dar una vuelta, para darle privacidad apropiada a los tres.

Estaban tumbados en el sofá: Pablo recostado a todo lo largo que se podía, Marizza recostada entre sus piernas y esta última cargando a Cande.

—Las extrañé tanto en este tiempo—dijo Pablo mientras tenía su cabeza recargada en la de Marizza.—Desde el día que dejé la casa las extrañé.

—Te fuiste de casa en la noche, no creo que hayas extrañado los gritos y llantos que suelta Cande cada ciertas horas—dijo Marizza.

—Pues está muy equivocada señorita, porque si lo extrañé. Extrañé meterme a la cama contigo, aunque fuera sólo para dormir, tu calor corporal...

—Para un poco, che!. Cande está presente!—dijo la chica divertida.

—Yo iba a decir que también que me despertaras en las mañanas y me hicieras desayunar, llegar a la casa y que Cande me recibiera feliz. Escucharte cantarle en las noches que no puede dormir—dijo Pablo.—Vos malinterpretaste las cosas.

Marizza se soltó a reír. Hacia bastante tiempo que no reía de aquella manera, sentía que le dolía el estómago por la fuerza ejercida al reír.

Pablo coló sus manos alrededor de la cintura de Marizza y la hizo sentarse más hacia arriba de lo que estaba, haciendo así menos "incómoda" la posición.

—Aunque si lo que vos querés es "malinterpretar" conmigo, pues podemos poner a Cande en la habitación de mi madre, mientras vos y yo nos vamos a la mía.—dijo susurrándole al oído.

—Nop, quedamos que yo te perdonaba pero vos hacías puntos—dijo Marizza—Y no te alcanzan los puntos para que yo duerma contigo otra vez.

Pablo rió.

—Dale, ¿entonces para que me alcanzan los puntos?—preguntó.

Marizza se movió de la posición en la que estaba y puso a Cande en el sofá de al lado, para después girarse hasta estar frente a frente con el rubio.

—Pues haciendo un leve recuento...—fingió pensar—Te alcanza como para una mini sesión de besos, muy apenas.

Pablo no tardó mucho en entender el juego que se traía ella, así que de un tirón sutil, la acercó más a su cuerpo y comenzó a rosar juguetonamente sus narices.

En esta ocasión Marizza la que decidió que ya no quería que hubiese más espacio entre ellos y atrajo a Pablo hasta que consiguió que sus labios se reunieran, por primera vez en casi dos meses y medio. Era una sensación genial, muy conocida y agradable para ambos.

Pablo por una parte quería intensificar las cosas, ya que llevaba meses sin ningún contacto físico de ese tipo con nadie, pero tampoco quería poner más presión de la necesaria, ya bastante era que accediera a darle la oportunidad como para que lo fuera a arruinar.

Así que siguió con el beso lento, lo que obviamente no le disgustaba, tenía más posibilidad de disfrutar el momento. Además que no podían dar un "show" con Cande en el cuarto, por más que sea una bebé.

Marizza enredaba su dedo tranquilamente en el cabello de Pablo y esto a él le encantaba, mientras él mantenía sus manos en su cintura u ocasionalmente las movía a su cadera, pero nunca pasaba de ese trayecto.

—Nunca creí que un beso hiciera tanta falta —dijo él al separarse del beso, aún con la respiración un poco irregular.

Ella soltó una risita.

—También extrañaba estas cosas —mencionó.

—Yo literalmente no tuve nada con nadie, vos tenias novio—recalcó el rubio.

Marizza le dedicó una seria mirada y luego habló.

—¿En qué quedamos? —preguntó —Nueva oportunidad, nuevo comienzo.

Pablo respiro resignado.

—Sé que tenés razón, pero aún así me cuesta olvidar que tuviste a alguien más —se sinceró él mientras bajaba la mirada.—No soy quién para reclamarte algo qué pasó en el lapso de tiempo que lo estábamos juntos, por culpa mía, pero aún así me duele recordar que él me reemplazó, que estuvo con ustedes, que pudiste estar así tumbada con él.

Marizza le acarició la cara de manera lenta, como para tranquilizarlo, y logró que él volviera a levantar la mirada.

—Nos lastimamos incluso antes de que te fueras a New York, desde los días previos estábamos tenido actitudes malas.—dijo Marizza—Vos me acusaste de querer retenerte, de que sería capaz de quedarme embarazada para forzarte a algo, ¿recuerdas?.

—Si, lo recuerdo.—respondió él —Y créeme que me arrepiento en el alma por decir esa estupidez, es solo que las cosas estaban saliendo irrealmente bien entre nosotros y me estaba gustando demasiado, estaba empezando a pensar en declinar el trabajo que había soñado por años, por quedarme en casa con ustedes... Me dieron ganas de cambiar los planes que tenia desde hace años, eso me asustó. Me asusto comenzar a tomarle el gusto a despertarme contigo en las mañanas, a desayunar, a que cada que volviéramos del trabajo Cande se emocionara y quisiera que la cargáramos, hasta me estaban gustando las desveladas porque ella tenía cólicos o había que sacarle el aire, incluso le estaban agarrando gusto a que me dijeran que eras mi esposa, ya ni los corregía. Me estaba enamorando de esa nueva vida y me dió miedo.

—¿Miedo por qué?—preguntó Marizza—Yo estaba feliz, estaba tan cómoda con vos, me agradaba la nueva dinámica que estábamos teniendo, me encantaba pensar que teníamos una pequeña familia...

—No quería encariñarme de esa dinámica, enamorarme del concepto que estábamos viviendo y en unos años perderlas o cagarla y que me dejaran cuando ya no podría superarlo. Así que decidí cagarla antes, para así que vos y la bebé buscarán una vida estable y feliz sin mi, mientras que yo trataría de hacer mi trabajo de distraerme con eso. No quería que nuestra relación se volviera tan tóxica con la de mis padres y acabáramos haciendo a Cande vivir el infierno que yo pase, creí que si me alejaba las olvidaría y podría volver después para ser solamente el tío de Cande, pero no pude, estando haya sólo pensaba en ustedes en cuánto las extrañaba y que me hacían falta.

Marizza se estiró un poco para alcanzar a la pequeña que aún estaba acostada en el otro sofá, atenta a una sonaja que habían dejado a su alcance, la tomó y la llevó hasta el medio de ambos.

—Cande, papá está triste —le dijo a la pequeña y ella rápidamente volteó a ver a Pablo con ojos curiosos.

—bazo? —preguntó al rubio.

—Traductor de bebé, por favor —pidió Pablo.

—Qué si querés un abrazo —respondió Marizza.

Pablo sonrió una vez que le explicaron.

—Si, mi amor. Abrazo—respondió Pablo.

Marizza y la pequeña le abrieron los brazos a Pablo y este las envolvió a ambas, tratando de no apretarse demasiado y lastimar a Cande, Pablo se acercó y dio un beso en la frente de la chica.

—Bienvenido a casa He-man trucho—dijo Marizza.
























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Al fin nuevo capítulo, espero les guste!.

La Vida Como La Conocemos(Pablizza).       [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora