Capítulo 47

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Después del infortunado encuentro que tuvo Marizza con su queridísimo suegro, ella trataba de distraerse con otras cosas para evitar así tener otro incómodo encontronazo, la chica se conocía perfectamente y sabía que, de ser así, esta vez no iba a ser diplomática y ella debía mantener la calma para no generar un mal ambiente en esa ocasión especial, esto sólo por respeto a Pablo, Mora y Cande misma.

Para su mala suerte llegó la hora de la cena y, obviamente, ya no pudo evadir a Sergio, Tenía que soportar el compartir la mesa con él y sus comentarios estúpidos. Aunque increíblemente eso paso a segundo plano cuando vió la linda escena que se formó con Cande y Pablo.

—El avión!—decía Pablo mientras le daba la papilla de zanahoria a la bebé.

Eso provocó que Cande riera y eso él lo aprovechaba para introducir la cuchara a la boca de la pequeña niña, una vez que la papilla estaba en la boca de la menor ella hacía una cara muy mala, la odiaba.

—Me odia con el alma—comentó Pablo riendo. Mientras el tomaba un bocado de su cena, un filete acompañado de pure.

—No te odia, sólo que todos los bebés pasan por esa etapa en la que están chocosos a la comida—dijo Mora.—Vos llorabas como loco cada que te dabamos de comer estas papillas.

—Uy, es de familia, bomboncito—dijo Marizza con una sonrisa besando la nariz de la pequeña.

—No cabe duda que lo que no se hereda se pega—dijo Sergio en tono bajó, para disimular

Marizza simplemente presionó su mano para controlar las ganas que tenía de levantarse y tomar uno de las copas de vino y lanzarla sobre Sergio.

—¿Tú tienes algún recuerdo de Pablo cuando era bebé?—preguntó Sonia tratando de aligerar el ambiente.

—Recuerdo que de pequeño le gustaba jugar al soccer y era muy bueno, todo un ganador y ahora está con Marizza y tienen a esta linda niña y se transformó—expresó, Marizza hasta se sintió bien por controlarse y dejar que este momento ocurriera, aún más al ver la bella sonrisa que se le formó a Pablo por escuchar las palabras de su padre— se transformó en este pelele que hace todo lo que su mujercita ordena.

Instintivamente Marizza miró hacía Pablo y vió como la sonrisa se esfumaba, dejando en su lugar una mueca, Sergio lo estaba lastimando, sus palabras le estaba doliendo

—¡Basta!—gritó Marizza. Le importaba muy poco que hubiera más personas en esa mesa, ella ya no soportaba a Sergio.

—Ven? Ven a lo que me refiero!?—preguntó Sergio a los demás en la mesa—Otra vez es su mujercita quién lo debe defender, eso porque Pablo no tiene las agallas.

—¡Estás muy equivocado!—le respondió Marizza—Si yo estoy haciéndote frente no es porque Pablo "no sea valiente" como tu dices, lo hago porque él se siente en la obligación de respetarte por ser su padre, pero yo no tengo esa carga moral, para mi eres y serás siempres solamente un imbécil. Un hombre que sobaja a su hijo sólo para sentirse mejor consigo mismo, te aterra la idea de que Pablo te supere.

—¿Qué Pablo me supere? Ay por favor Marizza no me hagas reír!—respondió Sergio soltando una risotada amarga.—No porque seas la noviecita en turno te sientas tan airosa, ya te llegará tu expiración.

Mientras este enfrentamiento ocurría todos en la mesa estaban muy tensos, sabían que la relación de Sergio y Marizza nunca fue buena, pero no pensaban que fueran a explotar de esa mamera, por su parte Pablo estaba sorprendido de que Marizza fuera capaz de enfrentar así a su padre y sobretodo que lo hiciera por él. Aunque también estaba molesto por esos últimos comentarios de su padre, así que habló.

—¡No te permito decir esa sarta de estupideces hacía Marizza!—su molestia se liberó.

—¡Aquí quién está diciendo estupideces es ella!—respondió Segio—Mira que decir que yo, Sergio Bustamente, estoy inseguro ante ti.

—Niegalo, Niegalo todo lo que quieras, pero vos y yo sabemos que tu miedo más grande es el tiempo, sabes perfectamente que te aterra esto: Te aterra ver que tu hijo esta tenido éxito sin necesidad de vos, de tus influencias, te aterra ver como él está formando vida en la que tú no figuras como pieza angular, vida que, para tu mala fortuna, esta formando junto a una mujer que no es para nada lo que vos idealizabas para estar en tu familia. Lamento decirte que no puedes hacer nada contra el tiempo,  vos ya viviste, Sergio, hiciste tu vida como se te cantó el orto, deja que nosotros hagamos nuestra vida como se nos plazca. Sí no te agradan nuestras decisiones lo entiendo, pero te pido que guardes tus opiniones para ti mismo o en su defecto se las comuniques a alguien a quién le importen dichas.

Sergio se quedó anonadado ante las palabras de Marizza, parece que el tiempo lejos de su hijo y la joven le hizo olvidar que ella no se deja ante nada ni nadie.

—Papá, te pido por favor que te retires—dijo Pablo de manera amable para relajar el ambiente un poco.

—Vámonos Mora—dijo Sergio duramente.

—Yo no quiero...—la mujer trató de objetar.

—¡Te dije vámonos!—gritó de vuelta y levantó a Mora de un jalón en el brazo.

—¡Sueltala!—gritó Pablo—¡A mi madre no la tratas así!.

—¡Sólo quiero cumplir lo que me piden! ¡Vos y tu mujer no nos quieren aquí!—dijo el hombre.

—Es a vos a quién no quiero ver más en mi casa, Mora se puede quedar el tiempo que ella guste—dijo Marizza tocando el hombro de Mora.

—¿Eso es lo que quieres, Mora?—preguntó Sergio.

—Hace mucho no veía a mis niños y quiero quedarme un tiempo más—dijo la mujer.

—Muy bien, quedate, quedate si eso deseas, pero a mi casa no vuelves más—dijo Sergio miró a Pablo y agregó—Y vos, vos ya no sos más mi hijo.

Una vez dicho eso el hombre camino hasta la puerta y salió por ella, con afán de no volver más.

La habitación quedó sumergida en un silencio muy incómodo, el ambiente todavía era muy pesado, se sentía la rabia aún.























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Volvimos a la normalidad!

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La Vida Como La Conocemos(Pablizza).       [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora