Los fantasmas del pasado

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Mary estaba sentada, observando el movimiento a su alrededor.  Todos se movían de un lado a otro, como si no hubiera un mañana, y probablemente después de tanta comida no lo habría. 

La cena de navidad estaba a poco menos de un día de distancia, pero la señora Hudson insistió en dejar todo preparado, pues tenía que marinar el pavo con tiempo suficiente, además de dejar el postre listo para poder disfrutar de mañana. Mary logró convencer a Rosalie de que si podía quedarse, a pesar de la insistencia de Sherlock de que nadie hiciera nada en su departamento. 

John se sentó junto a su mujer y tomó su mano que estaba sobre su vientre, ya bastante abultado. Quedaba poco más de dos meses para el día del parto, el cual ya tenían programado.  Sherlock intentaba ayudar en la cocina junto a Rosalie, pero la señora Hudson seguía diciendo que estaban haciendo todo al revés, así que ambos se rindieron y se dedicaron a pasarle los ingredientes a la mujer.  

–Creo que es hora de que salga. –Dijo Rosalie. 

–Querida, ¿a dónde vas? Aún hay mucho que hacer. –Dijo la señora Hudson, mientras cortaban zanahorias con desesperación. 

–John aún está aquí, él ayudará. –Dijo la chica. –Yo volveré pronto. 

La joven salió volando del apartamento. Estaba más que retrasada, el tiempo corría en su contra y ahora se atormentaba a ella misma por no haber dejado todo listo previamente. Pero, en su defensa, sus planeas habían cambiado bastante a lo que iban a ser hace dos días. Mary, con su gran don de convencimiento, logró hacer que se quedara en Baker para la fiesta, ahora ella se veía en el deber moral de dar algo a cambio, y contando con que las tiendas cerrarían temprano, no era mucho lo que podía hacer en el poco tiempo que le quedaba. 

Corría un viento helado y la gente se resguardaba en sus hogares, no muchos estaban haciendo compras de último minutos como ella, así que tenía las tiendas despejadas. Ahora solo hacía falta encontrar algo para cada uno.  Para John no fue complicado, una linda camisa le iba a gustar bastante, a Mary le compró un libro sobre maternidad, algo que de seguro apreciaría cuando su hijo naciera. Para la señora Hudson compró un set de adornos que iban con la decoración de su sala. En medio de su recorrido por las tiendas del centro comercial se preguntó si sería necesario comprar regalos para los demás invitados, pero como asumió que sería un buen gesto, lo hizo. Cosas más genéricas para los demás, a quienes no conocía tanto. Incluso compró algo para Mycroft, solo para poder ver su cara cuando se enterara que ella la había hecho un regalo. 

–Bueno como dice... alguien. –Miró el paquete en su mano, el regalo para Mycroft. –"Kill em with kindess" –Sonrió ante su propio comentario y siguió caminando. 

Ahora necesitaba un regalo para Sherlock, y no podía ser cualquier cosa. Le había costado bastante que él la aceptara y no planeaba arruinarlo con un regalo.  Se encaminó a una tienda bastante curiosa, que literal vendía de todo. Era una gran tienda y su vendedor era un hombre de unos setenta años, olía a polvo y una música relajante sonaba desde algún lugar desconocido. Rosalie recorrió los pasillos, mirando los estantes que estaban repletos desde el techo al piso. Después de dar varias vueltas, y curiosear por cada rincón, vió algo que sería perfecto. Un violín; Sherlock tenía uno, pero este era especial. Tenía grabado en la parte de atrás "Hirsschorn", seguramente Sherlock lo conocería, de seguro iba a encantarle el regalo. 

–¡Lo necesito! –Dijo la chica, quien corrió a donde el hombre, con el violín en sus manos. 

–Claro. –Dijo él con una voz tranquila. –Sería 330 libras. 

–Wow... –Miró el violín, el caro violín. –¿No es algo caro? 

–Es de marca. –Dijo el hombre, quien claramente no sabía mucho de música, y menos conocía quien era Philippe Hirsschorn. 

Criminal (Sherlock BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora