Hora de la verdad

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La semana había concluido. Rosalie tenía un destino listo, un lugar al cual siempre soñó ir, pero que su trabajo jamás la llevó ahí. El lugar de la cita estaba vacío, como era de esperarse y la chica esperaba con el viento en la espalda, provocando que su ropa se pegara a su cuerpo. Mycroft debía llegar en un par de minutos a reunirse con ella para poder hablar los detalles de su trato, un trato que aparentaba ser demasiado generoso para ser real. 

–Veo que llegaste antes. –Escuchó la voz del hombre por detrás de ella. 

–Y tú justo a tiempo. –Rosalie miró el reloj en su muñeca.

Mycroft lucía igual de elegante que siempre, Rosalie, bastante más sencilla, se veía como una niña mendiga que estaba pidiendo dinero al hombre, lo cual no difería mucho de la razón de su encuentro. Ambos se sentaron en unas sillas que estaban a unos pasos, había una mesita metálica entre los dos, cosa que le hizo gracia a la chica, pues imaginar a Mycroft planear el lugar, haciendo que alguien lleve unas sillas y mesa, tenía algo de cómico. Mycroft miró a la joven, esperando a que ella comenzara con la conversación. Ella hizo lo mismo, pero al ver que él no tenía intención de decir nada, habló. 

–¿Has estado en Grecia? –Preguntó ella. 

–Si, es un bello lugar. 

–Siempre he querido conocerlo...–Sonrió ella. –Pero ¿y si no me gusta? 

–Tienes una oportunidad. 

–Lo sé... –Levantó la mano, para callar al hombre. –Fui a Australia hace un tiempo... es muy bello, quizá muchos insectos y animales, pero nada es perfecto. –Se encogió de hombros.

–¿Me trajiste a una clase de geografía? 

–Ja ja que gracioso. –Replicó ella en tono de desagrado. –Solo digo que, ¿no podré salir? –Mycroft negó con la cabeza y una sonrisa burlona. –Ya veo... –Reflexionó ella.

Para este punto, Mycroft ya estaba algo harto del tema, no era de los que se daban rodeos con las cosas y definitivamente no le gustaba que los demás los dieran. Él quería que la chica le diera el lugar para poder buscar los papeles necesarios y deshacerse de ella de una vez por todas. No le convenía tener a su hermano con una criminal de la mafia, ex drogadicta parcialmente y tan inteligente; nada bueno podía salir de esa ecuación. Rosalie estaba disfrutando ver al mayor de los Holmes molestarse y planeaba darle un poco más de motivos para que explotara. 

–Y digamos que, hipotéticamente, Sherlock va a el susodicho país a donde yo me encuentre. –Mycroft la miró con una ceja arriba. –¿Podría irme? Te arriesgarías a dejarme en un país, atrapada, aún con tu hermano en él.

–Él no dejará Londres. 

–Dije hipotéticamente... 

–No importa, no pasará. 

–Bueno, en ese caso, ¿puedo elegir Londres? –Ella sonrió al ver como una vena de la frente del hombre se levantaba. 

–Sería más fácil enviarte a la cárcel. 

–Uh... eso sería interesante. –La chica miró sus manos. –Me pregunto ¿en cuanto tiempo podría desmoronar el sistema penal de Inglaterra? 

Mycroft sabía que no era conveniente que ella estuviera presa, no por la seguridad de ella o de los reos, sino que porque con tal mente, ella podía hacer estragos en la prisión a donde fuera enviada. Incluso lo hizo pensar en su hermana, a la cual tuvo que someter a medidas drásticas. Rosalie no era como su hermana, pero seguramente iba a causarle problemas de no sacarla del país. Mycroft no dijo nada, esperó a que la joven entrara en sus casillas y se aburriera del juego que estaba jugando.

Criminal (Sherlock BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora