East

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Mycroft estaba ahí, de pie junto a su hermano, mirando seriamente a la joven. John y Mary habían ido también y uno a uno estaban despidiendo a la joven. Sherlock y John también irían de viaje, pero a otra parte. Dos aviones, cortesía de Mycroft, estaban esperando para cada uno de ellos. La joven iría a Francia, mientras que el detective y su amigo darían un paseo por Escocia. Las pistas estaban en esos lugares, o más bien los sospechosos que podrían darles las herramientas para terminar el jueguito de Sebastian Moran.

–Supongo que nos vemos luego. –Dijo Rosalie. –Adiós, pequeña. –Tomó la mano de la niña, que estaba en los brazos de su madre.

–Cuídense mucho. –Dijo Mary, a los tres. Todos asintieron. 

El primer avión que saldría era el de la chica, pues tardaría más en llegar. Rosalie estaba lista para ir, no era su primera vez fuera y estaba ansiosa por salir un rato de ese lugar. No es que no le gustara Londres, pero necesitaba un respiro de todos los problemas y que mejor que París para hacerlo. Sherlock y John tenían planeado algo bastante más simple que lo de la chica, ir, encontrar al sospechoso y sacarle la información posible. 

Todos vieron como el avión de la joven despego, alejándola cada segundo más de Londres. En poco tiempo les tocaría a los hombres. 

...

París era un lugar hermoso, sobre todo en verano. Con el brillante sol sobre sus hombros, la chica camino al lugar indicado en el pequeño pedazo de papel que tenía dentro del bolsillo del pantalón de tela. Rosalie estaba lista para lo que fuera, podía enfrentar a quien fuera, y la pistola que llevaba entre el pantalón y la piel le daba más confianza aún. Las ventajas de tener a Mycroft de su lado eran esas, probablemente Sherlock ya estaría detrás de su pista en esos momentos, así que ella no iba a perder más tiempo.  Era su cuarto día en Francia y ya había conseguido un lugar para revisar. Le había costado un poco el que alguien reconociera el nombre del tipo, pero buscando en los lugares adecuados todo es posible. Un par de bares de mala muerte fueron su destino pues el hombre se movía por esos lugares, así que fue cosa de tiempo para que algún idiota soltara la dirección actual del tipo. Al parecer estaba en bastantes problemas y se estaba escondiendo de la Interpol, por lo que una mansión abandonada sonaba a un buen escondite. Ahí era a dónde se dirigía. Tenía buena fe sobre eso, además el saber que estaba siendo perseguido ayudaba al interrogatorio, si no quería ser encontrado, lo mejor era hablar.

–¿Hola? –Dijo, entrando con cuidado al lugar. Una casa grande, rodeada de un jardín descuidado desde hace años. 

Estaba oscuro dentro y las luces no funcionaban. Debía guiarse solamente por los pequeños rayos que entraban en las rendijas de las ventanas, tapadas con tablas de madera. La alfombra estaba húmeda e impregnaba el lugar con un aire pesado y maloliente. El piso era de cemento firme y frió, por lo que poco a poco la temperatura de la chica fue disminuyendo, a medida que se adentraba en la mansión. No había sonido alguno y tampoco parecía que alguien estuviera realmente ahí. 

–Sal. –Dijo ella. –De donde quiera que estes. –Sonrió, al escuchar un crujido en el segundo piso. –Te tengo. –Dijo para si misma, subiendo lentamente las escaleras, metiendo la mano por detrás de ella y tomando el arma entre sus dedos. 

...

El viaje había sido corto pero bastante interesante. Sherlock, quien estaba sentado, mirando por la ventanilla del avión, seguía pensando en las palabras del tipo. John estaba al otro lado, observándolo con atención, esperando a que dijera algo. Ambos hombres habían decidido volver apenas tuvieron en sus manos aquella información, no podían perder el tiempo. Ambos estaban casi en shock.

Criminal (Sherlock BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora