¿Felicidades?

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Esa mañana la joven se escabullo de Baker muy temprano. Sherlock no tuvo oportunidad de advertir la falta de la joven, pues siguió su rutina como si ella estuviera ahí. Mientras tanto, la chica esperaba pacientemente a Mary en el punto donde habían acordado encontrarse.

La espera en el hospital parecía eterna. Mary no quería confiar todo a una prueba barata de farmacia, así que prefirió ir a hacer exámenes de sangre y orina al hospital. Parecía buena idea cuando lo planteo, pero ahora que ya tenían dos horas de retraso para entregar los resultados, ambas estaban más que ansiosas. Mary se estaba cuestionando si quizá era mejor confiar en un pedazo de plástico que podía comprar en la farmacia de la esquina.

–¿Cuanto más van a demorar? –Preguntó Mary, pasando sus manos por sobre su blusa, por decimoquinta vez.

–No lo sé. –Se encogió de hombros la chica, pero al ver que Mary simplemente no se calmaba, pensó en tomar las riendas del asunto.

Hace bastante no hacía algo de esta índole. Desde que vivía en Baker, su vida parecía llevar un camino más recto, no del todo, pero bastante más que su antiguo rumbo. Pero siempre había momentos donde se cuestionaba su decisión de dejar de lado las fechorías, como ahora, pues sabia que de esperar no conseguiría nada. Era momento de actuar y lo haría a su modo.

No tardó en encontrar los vestidores de los doctores, tampoco se demoro en abrir un casillero y sacar el uniforme tan distintivo del hospital. Se metió en el ascensor bajo el nombre de Dra. Hills y entro al laboratorio como si fuera pan de cada día. Las personas que trabajaban ahí ni notaron su presencia, pero ella observó a cada uno de ellos con cuidado, pues necesitaba un objetivo para su plan. No tardó en notar que un chico de unos 32 años, quizá menos, era nuevo en el lugar, quizá llevaba trabajando unos días, como máximo una semana. Ideal para lo que necesitaba, pues no conocía a la mitad del personal y a la otra mitad no podría recordarla aún. 

–¿Eres nuevo? –Le preguntó.

–Si, es mi primera semana. –Dijo él sonriente.

–Lo supuse, jamás te había visto. –La chica le dio su mejor sonrisa.

El pobre ingenuo hombre fue víctima de las garras de la joven. En cosa de minutos él estaba en la palma de sus manos, esperando que ambos fueran a la sala de descanso, a solas. Rosalie solo tuve que hablarle por cinco minutos para ganar su confianza, calentura y afecto; todo en uno.

–Ahora tengo que entregar unas muestras... pero apenas termine podremos ir, ¿te parece? –Dijo ella, jugando con el botón superior de la camisa del hombre.

–Claro... ¿qué muestras? Puedo tenerlas en 10 minutos si me dices.

–Mary Watson.

Dicho esto el hombre se marchó. Rosalie se sentó a la espera de las dichas muestras. Y tal cual prometió el ingenuo novato, diez minutos después los resultados estaban en las manos de la joven. Ella le sonrió y le dijo que se vieran en la sala en veinte minutos, claramente sabiendo que para entonces, ella no estaría ahí. Corrió a su amiga con el sobre en la mano, emocionada de haber logrado su cometido.

–¡Lo tengo! –Dijo al llegar frente a la mujer. Ella la miro con gran confusión.

–¿Por qué vistes así? –Preguntó, olvidando lo que las traía a ese lugar.

–No importa. ¿Quieres saber si serás madre o no?

Esa pregunta cambio por completo lo que Mary hacia. Tomó el sobre con cuidado y miró a la chica, quien aún llevaba los implementos de la clínica sobre su ropa. Rosalie asintió al ver que Mary pedía su aprobación, le dijo implícitamente que pasara lo que pasará estaría ahí para ella. Mary rompió el sobre y sacó un par de hojas de papel. Desde su posición, Rosalie solo lograba distinguir el logo del hospital en la esquina superior de la hoja, lo demás era un misterio. La mujer leyó el contenido y cambio de hoja para repetir su acción, después, sin expresión alguna miro a la joven que estaba frente a ella. Rosalie, con cierta desesperación, la animó a hablar.

Criminal (Sherlock BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora