Criminal (Sherlock BBC)

La vie en rose

Sherlock corrió a todo lo que sus piernas le daban, Rosalie venía como dos metros detrás de él, corriendo también. El camino de tierra dejaba un enorme rastro tras las pisadas, lo cual estaba facilitando encontrar a la mujer que estaba intentando escapar de ambos. Rosalie gritó cuando la vio doblar en la esquina, Sherlock se apresuró a seguir el paso y girar a la izquierda. Los edificios antiguos y casi en ruinas no ayudaban, pues pequeños pedazos de escombro estaban amontonados en algunas esquinas, creando un perfecto obstáculo para su persecución. Las nubes tapaban intermitentemente al sol, pero Rosalie agradecía eso pues el calor del verano estaba comenzando a pesar después de correr un par de kilómetros.

–¡Sherlock! -Gritó la chica. Él siguió corriendo. Rosalie aceleró el paso un poco, hasta quedar a la par del detective. –Hay que llevarla a ese camino. –Señalo con su indice un pequeño camino de tierra a la derecha, parecía subir. –No podrá escapar por ahí. No tiene salida. –Sherlock asintió y se apresuró nuevamente.

La mujer había caído en el plan de Rosalie y había tomado el camino que la joven le sugirió a su compañero. Sherlock y ella estaban acercándose a la mujer, quien estaba disminuyendo su ritmo debido a lo empinado del lugar. Rosalie tomó aire y se apresuró, dejando a Sherlock detrás y logró empujar a la mujer, haciéndola tropezar y arrastrarse por el piso. Sherlock llegó justo a tiempo para sostener a Rosalie por el brazo, evitando que diera contra el piso. La joven se estabilizó y se agachó para tomar a la mujer por el brazo y levantarla a la fuerza. No había mucha gente en los alrededores, por lo que todo lo que pasara iba a ser confidencial entre los tres.

–No debiste correr. –Dijo ella.

La mujer era todo lo que tenían por ahora. Al parecer había estado en diferentes lugares con Sebastian, lo cual la hacía la sospechosa perfecta. Rosalie había investigado todo sobre ella, pero el dinero que buscaban no estaba en sus manos, tenía las cuentas limpias pero por lo menos debía saber algo de él. Sherlock estaba de pie frente a la mujer, esperando a que hablara, pero aparentemente no pensaba decir nada.

–Imagino que no querrás que tus hijos se enteren de esto. –Dijo el detective. Rosalie sonrió.

–Habla ahora. –La chica aplicó presión en el brazo de la mujer, la cual se removió incomoda. –Te conviene hacerlo luego.

–Bien... -Dijo la mujer, perdiendo esperanza de zafarse. –Él me contrato para ayudar a alguien más.

–¿Alguien más? –Preguntó Sherlock con interés.

–Si, no se quien. –Se apresuró a responder. –No me dijeron su nombre, pero se veía que necesitaba ayuda. Le busqué un lugar donde vivir y un trabajo. Creo que algo planeaban.

–¿Por qué? –Preguntó Rosalie.

–No lo sé. Hablaban mucho pero cuando llegaba yo se callaban. –Intentó soltarse, pero Rosalie no cedió. –Puedo darte su nueva identidad. –Con esa frase la chica liberó algo de presión.

–Quiero todo. –Dijo ella.

Un par de horas después, la joven estaba sosteniendo un papel con la dirección del hombre. Era un poco lejos a decir verdad, pero de todas formas valía la penar ir a comprobar si es que realmente era alguien que conocía a Sebastian o no. Sherlock estaba hablando con John, y Mary daba vueltas con su hija por la sala. Rosalie le sonrió a la pequeña y se levantó para tomarla en brazos.

–¡Vaya que estas grande! –Dijo Rosalie al sostener a la niña entre sus brazos.

–Crece cada día. –Respondió Mary, divertida. Rosalie se volvió a sentar, ahora con la bebe en sus piernas.

La pareja estaba ayudando a ambos con el caso, si es que así se le podía llamar. John estaba buscando un lugar en donde quedarse y pasajes para que ambos pudieran ir lo más pronto posible, pues un taxi no era la mejor opción en este momento. Mary y él saldrían así que aprovecharían de dejar a Elizabeth en Baker un par de horas. Rosalie se encontraba concentrada al cien por ciento en las pequeñas manos de la niña, la cual intentaba encajar un cubo dentro de un agujero en un pequeño tablero de color azul. Sherlock estaba en el umbral de la puerta de la cocina, mirando como la joven jugaba con la hija de su amigo, sonrió.