Triángulo

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Quedaba cada vez menos para el tan esperado día, Rosalie se levantaba y acostaba pensando en aquello. Tom por su parte se veía optimista, a pesar de que estaba preocupado por el éxito de la misión, tenía fe en la chica y en su extraordinaria mente. La joven era la que estaba planeando todo y dándole órdenes al hombre, quien se encargaba de buscar los implementos y personal necesario. Rosalie estaba ahí para ponerse en cada escenario posible, en caso de que algo saliera mal ella tenía que tener un plan de respaldo para ejecutar.

Esa misma tarde la joven iba a encontrarse con su complice para darle unos últimos detalles para que él ajustara. La tarde estaba nublada pero no hacía frío y era ideal para sentarse a conversas. Rosalie llegó un poco antes al lugar acordado, pues quería asegurarse de tener todo en orden; el que tuviera conflictos con el momento no iba a arruinar el plan, además había demasiado en juego como para que por un capricho sus vidas estuvieran en juego. 

El día en el que ella se había ido y había sido perseguida, sabía que no la estaban realmente buscando, nada les impedía matarla si la encontraban pero no era el caso. Rosalie conocía las diferencias entre no ser deseado por esas personas y ser buscado por ellos, por suerte ella no era buscada realmente. No querían que se asociara con ellos y punto, pero si se enteraban de que ella y Tom estaban trabajando juntos, les tomaría un par de días encontrarlos para realmente hacerlos sufrir, subestimarlos era una pésima idea.

–¡Hola! –El hombre apareció por detrás de la chica. –¿Me esperaste mucho? –Dijo él, revisando su reloj de pulsera. 

–No. –Sonrió ella con la mirada perdida en un punto lejano. –Llegué recién. 

El plan de la chica contemplaba a las personas en la operación y cada posible movimiento de cada uno. En total necesitaban cinco personas, contándolos a ellos que moverían todo por detrás, para poder lograr su cometido. Rosalie planeaba atacar en el punto más débil de todos, el transporte. Sabía que era imposible emboscarlos en el puerto, pues iban a tener mucho personal y tampoco era una buena idea hacerlo en la bodega a donde irían a parar estas armas, pero mientras las trasladaban era un golpe seguro. Si se las robaban con cautela y sin ser atrapados, la culpa recaería en los que estaban cargo de la operación pero al momento de su segundo golpe sería un problema del jefe. Era infalible. 

–¿Qué haremos con ellas? –Preguntó Tom, acercándose a Rosalie con la esperanza de que nadie escuchara. 

–Guardarlas. –Tom levantó una ceja, como si creyera que la chica estuviese loca. –Vamos... hace tiempo deberías haber aprendido a confiar en mi. –Dijo ella con una brillante sonrisa en su cara. 

–Bueno. –Tom se echó para atrás y levanto ambas manos, sonriendo. –Tienes razón. Supongo que sabes lo que haces. –Ella le guiñó un ojo. 

–Supongo que eso es todo. –Dijo la chica. 

–No. –Respondió él. –Quiero preguntarte algo. –Susurró. –¿Qué tal va el tema con...Moriarty? 

Ni Sherlock ni la chica tenían noticias sobre el plan de Moriarty, no había nadie que pareciera saber algo de él. Era un recuerdo lejano en la memoria de los Londinenses, salvo para ese grupo que seguía bajo su mira. Tom estaba preocupado, pues si las dos personas más brillantes que conocía no eran capaces de seguir su pista, quizá estaban perdidos, aunque para ser sinceros tampoco estaban teniendo una búsqueda exhaustiva del hombre, si tenía a alguien detrás de sus pasos, lo mejor era mantener un perfil bajo.

En el tiempo en que él desapareció y Rosalie estuvo con Sherlock, Tom no se quedó estático, creo su propia red de contactos y compañeros. Tenía personas en varios lugares así que podía hacer algo por su cuenta, y no iba a quedarse esperando a que los demás resolvieran sus problemas. Si Sherlock y la joven no tenían nada, él iba a ir por sus medios a encontrarlo. 

Criminal (Sherlock BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora