Confesiones y conclusiones

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A la mañana siguiente el doctor se presentó en Baker junto a su bella hija. Rosalie, aún en pijama se quedó con la pequeña mientras John y Sherlock iban por el desayuno, pues no quedaba una sola cosa comestible en la cocina, a menos que quisieran desayunar té y frijoles enlatados, cosa que nadie recomendaba para bebés. 

Sherlock llevaba su largo abrigo y caminaba a zancadas, dejando unos pasos atrás a John, quien lo intentaba alcanzar acelerando su paso lo más que podía. La tienda no estaba mucho más lejos, pero Sherlock no desaceleraba en lo más mínimo, de hecho parecía que quería llegar ahí cuanto antes. John tuvo que esperar a que el semáforo cambiara de color para poder llegar a donde su amigo, quien miraba de frente sin prestar mayor atención a quienes estaban a su lado, ni siquiera él cosa que extrañaba al doctor, pues Sherlock tenía una tendencia a poner demasiada atención en las vidas ajenas. 

–¿Qué te pasa? –Preguntó John. 

–Nada. 

John no dijo nada, solo se quedó mirando a su amigo, esperando a que él dijera algo pero en el fondo sabía que eso no iba a pasar. Las compras no fueron muy diferentes de el silencio anterior, Sherlock se apresuró y John simplemente le siguió el paso.  El cajero pasó los objetos rápido y sin siquiera mirar a quienes atendía, ya era rutina para él asegurarse de escanear cada objeto, decir el monto exacto y despedir al cliente con un cordial saludo genérico. 

Ya era extraño que Sherlock fuera de compras, pero ahora su actuar lo hacía aún más confuso para el hombre. John no tenía intención de seguir con el juego de su amigo, pues era obvio que algo tenía y no iba a dejar que se lo guardara. John conocía de los problemas de Sherlock y también sabía que cualquier mínimo problema podía ser un detonador para algo que ninguno deseaba.

–Suficiente. –Dijo el doctor, exasperado. –Suelo tolerar tus extravagancias, pero ahora dime que es lo que tienes. 

–No... –Sherlock se paró en seco y volteo a ver a su querido amigo. –Es ese tipo. –Dijo entre diente. 

–¿Tom? –Pregunta John, pensando instintivamente en el hombre que ha estado pasando bastante tiempo con la joven. –¿Por qué? A mi me parece amable. –Eso solo provocó una cara pesada en el detective.

–Demasiado para mi gusto. –Musita Sherlock, mirando a su alrededor. 

–Sherlock, –Dice John luego de unos segundos, y como si tuviera una ampolleta que se prende en su interior, sus ojos brillan. –No será que estas... ¿celoso?

El detective no hace más que soltar una carcajada sarcástica y voltear para seguir su camino, casi como si lo que su amigo dijo fuera un insulto a su persona. John por su parte le sigue el paso con calma, observándolo con la esperanza de poder vislumbrar que es lo que pasa por tan brillante y compleja mente, pero penetrar en tal cerebro era algo imposible. Ambos llegaron finalmente al edificio y dejaron el tema atrás, como si este jamás hubiese existido.Obviamente no iban a hablar de eso con la chica en cuestión presente. John y la pequeña se quedaron un rato más, para luego dejar a los inquilinos de Baker solos, con cierta malicia en el fondo, esperando a que Sherlock reaccionara de alguna forma a sus palabras anteriores. 

Rosalie por su parte se quedó en el sofá, con su computadora entre las piernas, tecleando sin cesar con una semi sonrisa en la cara, lo que irritaba bastante a su compañero, quien la observaba desde el otro lado de la habitación, en silencio y escuchando cada tecleo con mayor ira, sobre todo porque se imaginaba que era lo que estaba haciendo, quizá hablando con el idiota ese, por la sonrisa en su cara y eso le hacía querer ahorcarlo. 

Para Sherlock Tom era un tipo que no tenía nada de interesante. Si, era inteligente o por lo menos más que la mayoría, pero eso para él no significaba nada, pues todos eran tontos. Además el que Rosalie descuidara sus casos por hablarle le molestaba profundamente. Pero la gota que rebalso el vaso fue cuando se auto invitó a su hogar e invadió todo su espacio, espacio en el que los clientes podían pasar momentáneamente, pero donde solo él, Rosalie, John y Mary podían estar.

Criminal (Sherlock BBC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora