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Apenas salgo de rendir una materia más, la cual entregué en blanco porque no sabía nada, agarro el celular y entro a WhatsApp.

Entro todos los mensajes, incluyendo los de Gastón que los ignoro, hay unos cuantos de Tomás.

Toto

Euuuu
8:12 am

Necesito hablar con vos sobre el sábado
8:12 am

Podés hoy?
8:12 am

Ahora voy a desayunar con una amiga, supongo que para las diez ya estoy
8:15 am

Podés a esa hora? Después me voy a Tigre
8:15 am

Boe cheta de mierda
8:15 am

Tanto te quejas de las milipili y sos una
8:15 am

Puedo a las diez y media
8:15 am

Es que sos un chico muy ocupado
8:15 am

Dale boba, si o no
8:16 am

Si nene, vení a casa porque no quiero estar en la calle y que las pajeras se te tiren
8:17 am

Luego de esa conversación, comienzo a caminar hasta x lugar donde vamos a desayunar con una amiga.

[...]

Al llegar a casa, alzo a mi hermanita y voy con ella a upa a saludar a mi mamá la cual está haciendo un bolso para ir a Tigre a pasar unos días.

–En un rato viene Toto —la miro.

–A las doce y media nos vamos —me mira y asiento.

–¿Viene Toto? —mi hermana me mira.

–Si, pero vos no vas a estar porque tenemos que hablar —la bajo.

–Mañana a la tarde volves, el miércoles te vemos en el aeropuerto —habla mamá.

–Ya se.

Luego de eso, voy a mi habitación a dejar la mochila y ordenar un poco. Abro la ventana, la cual tiene vista a la ciudad y también se ve la cancha, y pongo la cortina para que no entre tanta luz.

Sumenle que hace un calor tremendo.

Cuando Tomás me avisa que llegó, agarro la tarjeta de acceso y bajo abrirle, subimos por el ascensor y entramos al departamento.

Mamá lo saluda y Ámbar igual, vamos a la habitación y cierro la puerta.

–Gato me contó lo del sábado —me mira.

–Mira —busco los mensajes de Instagram de la piba que me habló y se los muestro. Los lee y me devuelve el celular.

–Es verdad...

–No me interesa si es verdad o no, me jode que me haya mentido.

–¿Qué te dijo?

–Ese mismo día le había preguntado si hacía algo, porque como vos me habías dicho que vos ibas a esa joda y hasta me habías dicho para ir, supuse que él iba a ir —lo miro y él asiente—. Pero Gastón me dijo que no iba a ir porque seguro estaba cansado, que se yo le creí porque se supone que siempre me dice la verdad.

–Hasta lo que dijo Pedro el sábado.

–Pedro no tiene nada que ver, la culpa la tiene Gastón...

–Ya se boba, pero te estoy diciendo que recién ahí te diste cuenta.

–Ni siquiera sabe mentir ¿Entendés? Porque si yo le digo a él que no voy a tal lado, le digo a mis amigas che díganle a Gastón que yo no voy y cosas así —me encojo de hombros—. Pero hasta una foto, no entiendo, te juro...

–Igual, él no quería estar ahí y se le notaba en la cara —me mira—, o sea, la piba fue quien se le acercó.

–Toto, ¿Me vas a decir que no le podía decir que no? —me muerdo el labio inferior—. La pudo haber mandado a la mierda.

–Sabes la mente de estúpido que tiene tu novio.

–Lo se mas que nadie.

–No hicieron nada, y si lo fui a sacar de ahí porque sabía que se iba armar esto... Pero de verdad, no estuvo con nadie.

–Ya se, me lo dijeron bastantes personas.

–¿Por qué no hablas con él?

–Encima el miércoles nos vamos, yo ya no se qué más hacer.

–Hablá con él.

Cerramos el tema y seguimos hablando de otras cosas totalmente distintas hasta que él se tiene que ir a no sé dónde y yo tengo que preparar un bolso chiquito para irme.

Llega Sofi, la hermana de Tomás, con la que me iría hoy a Tigre y me ayuda mientras hablamos de lo que pasó el sábado.

–No quiero meter la pata, pero hoy se iban a a casa de un amigo de ellos e iban a estar unas pibas...

–¿Cómo sabes eso?

–Porque va estar una amiga mía, Milena, y Lucas, Santi...

Empiezo a pensar que Lucas puede ser hasta que caigo. Ya sé quién es.

–Si...

–Escuche que Gastón le dijo a mi hermano que a vos te dijo.

Agarro el celular y veo los mensajes que no respondí de Gastón y efectivamente si me dijo todo.

–Recién lo leo —suspiro y me tiró en la cama—. Una amiga del colegio me había dicho igual, pero no le presté atención.

–Ay gorda —se tira a mi lado—. Se manda una atrás de otra.

–La verdad, no le entra en su diminuto cerebro que no quiero que esté cerca de esa pendeja.

–Mandalo a la mierda y agarrate un cheto de Nordelta —ambas reímos—. Te lo digo en serio.

–No voy a poder mandarlo a la mierda y estar con otro al toque, casi cinco años de mi vida.

Luego de unos minutos, mamá entra a la habitación y nos dice que ya nos vamos.

Agarro la mochila que arme y bajamos con Sofi.

prohibida ↪ Pedro de la VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora