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Es 31 a la madrugada y con mi mamá y hermana recién llegamos a casa luego de como veinte días fuera.

Lo único que hago es ponerme un pijama que dejé acá y acostarme a dormir, después habrá tiempo para desarmar la valija.

Horas después, pasado el mediodía me levanto sin ganas, me estiro con toda la paja del mundo y luego agarro el celular, contesto algunos mensajes y me voy a bañar.

Al salir, me visto y voy al living.

Que sad mi vida, acabo de llegar y no hay nadie a quien pueda ver porque los chicos están concentrando, Azu creo que entrenando, Sofi en el gimnasio... que triste. Lo único bueno es que hoy juega Lanús y a la noche veo a todos.

–¿Vas a la cancha hoy? —mamá me mira

–Obviamente —asiento.

–Te dieron una semana libre con Lanús... A Flor le dijeron que ya vaya el lunes.

–Y si, si es todo una joda para mí.

Cuando terminó de comer, lavo y guardo todo lo que usé y me voy acostar en el sillón. Qué linda y divertida que es mi vida.

–Llegué yo —Sofi entra al departamento sonriendo.

–¡Ay te extrañe! —la miro sonriendo aunque obviamente no me levanto, que venga ella a abrazarme.

–Te extrañé amiga —se tira encima de mi—. Ese color de piel, por favor.

–Amo mi bronceado en pleno invierno.

–Lau no sabes la cantidad de pibes que hay en el gimnasio, cada segundo me enamoro más —Sofi le habla a mi mamá.

–Vos encantada de ir todos los días.

–Voy hasta día de partido si es necesario...

–Tan lindos van a ser como para dejar a Lanús nena —la miro.

–Si nena, anda y vas a ver.

Pasamos toda la tarde, literalmente, haciendo nada como es costumbre cuando nos juntamos. Cuando ella se va, como a las seis, yo comienzo a prepararme para ir a ver el partido aunque juegan a las ocho.

Llega el resto de mi familia, porque claramente vamos todos a la cancha como siempre, con lit todo de Lanús.

–¡Agustina vestí a tu hermana! —grita mi mamá.

–¡Qué se vista sola, tiene cinco años!

–¡Vestida igual!

Me levanto con toda la paja del mundo, como siempre, de la cama y voy en busca de mi hermana.

–Hoy juega Lanús wacha —le pongo la camiseta.

Termino de vestirla con la campera de Lanús y salimos al living donde están todos, ninguno nunca va faltar a un partido.

Me termino de poner las zapatillas, me cierro la campera y bajamos todos apretados por el ascensor.

–Yo me voy caminando —miro a todos.

–Suerte con la gente —mi tío sale al estacionamiento.

–Para que vas a ir en auto no se, si está todo cortado querido —mi tía lo mira.

–¿Como la van a dejar ir sola? —Franco me señala—, vamos Acu.

–Y si, a ellos les chupa un huevo todo —salgo del edificio.

Caminamos las pocas cuadras, que obviamente ya están cortadas, y al llegar a la cancha entramos. Me hubiese comprado un paty pero no venden más ahre yo nunca me compre eso y vengo a la cancha desde que tengo memoria pero ojo, ahora que no venden más quiero. Quién me entiende.

Entramos a la cancha y nos sentamos en el mismo sector de siempre, extrañaba tanto esto. Y también extraño a los chicos.

Cuando veo a Lucas y Santi y demás los abrazo fuerte, estuve lejos de mis hijos por 20 días entienden.

Cuando los jugadores salen a la cancha veo a Pedro con la vinchita y el pelo un poco más corto aaaaaa MI AMOR que bueno que estás.

[...]

El partido finaliza y nos quedamos ahí hasta que todos salgan porque la foto mía con la cancha detrás tiene que estar siempre ysi o acaso ustedes no hacen eso cuando van a la cancha.

Esperamos a los chicos fuera mientras ellos están en el vestuario o dan alguna nota. Miren el amor que les tengo que los espero acá afuera con frío mientras podría estar en mi camita calentita.

–Te extrañé —abrazo a Pedro sonriendo para luego besarlo.

–¿Qué haces con ese bronceado en pleno invierno?

–Nosotros no nos vemos hace veinte días y vos me decís eso, que lindo.

–Te extrañé banda —sonrie y me vuelve a besar.

prohibida ↪ Pedro de la VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora