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–¿Vos limpiando? —Pedro me mira cuando entra a la cocina.

–Yo siempre limpio querido —lo miro.

–En las vacaciones nos hacias limpiar a nosotros.

–Porque ustedes no hacían nada, se levantaban, desayunaban, playa, volvían, se bañaban y dejaban todo tirado... Algo tenían que hacer.

–¿Vos no tenes que irte con la selección? —se pone atrás de mi y pone sus brazos alrededor de mi cuello.

–¿Vos querés que yo me vaya?

–Ando dudando de estar con vos, seguro me vas a tener haciendo todo lo que no hago.

–Mentira, soy de lo más buena —me doy vuelta y lo miro—. Y si no me crees preguntale a tu amigo.

–Claro, voy y le pregunto como sos vos —me mira riendo—, de paso me gano una cachetada.

–Mejor no le preguntes.

Él me suelta y yo sigo haciendo lo de antes, ¿Se nota que me aburro demasiado?

Se escucha la puerta de la entrada, no le doy importancia ya que seguro es mi mamá.

–Agustina acaso vos estás cocinando —habla mi mamá apenas entra al departamento.

–Estoy limpiando el quilombo que dejó tu hija cuando jugó con la plastilina y dejó todo pegado.

–Ay que alto —mira a Pedro. Que vergüenza por dios.

–Ay mamá —la miro y termino de limpiar la mesa—. ¿Mi hermana?

–Con tu tía, ahora viene... ¿Vos no tenes que irte con la selección?

–¿Alguno más me vas decir que me tengo que ir? —miro a los dos—. No mamá, no me citaron porque tengo un derrame y una ceja cortada.

–O sea que vamos a tener que bancarla acá hasta la próxima citación —mira a Pedro.

–Encima la primera fecha la juegan acá —la mira riendo.

–Boe tarados, ya son amigos ustedes —miro a los dos mal—. Después de eso me voy bien lejos a Inglaterra, Estados Unidos y Alemania... ojalá me compre un equipo de Holanda así me quedo lejos de ustedes.

–Te quiero mi amor —mamá me besa la cabeza.

La puerta del departamento suena y voy abrir, saludo a mi tía y alzo a mi hermana llenandola de besos; la cual ya cumplió cinco mientras yo estaba con la selección

Mi tía saluda a Pedro y se apoya en la mesada al lado de mi mamá, mientras que yo bajo a mi hermana el cual mira a Pedro.

–¿Y Gato? —me mira y todos nos quedamos en silencio.

–Eh... Gato está entrenando —la miro.

–¿Cuando va venir?

Miro a mi mamá, ella se da media vuelta y se va al living. Gracias por dejarme en ésta sola.

–No va venir más.

–¿Por qué?

–Porque... vos lo vas a ver igual —la miro, ni yo sé que le estoy diciendo—. Después vamos a tomar un helado y te explico, ¿Si?

Ella asiente, le da una mirada a Pedro y se va a su habitación.

Agarro mis cosas de entrenamiento y luego de saludar a las que están en el departamento, bajamos por el ascensor.

–¿Qué le vas a decir?

–No lo va entender —niego con la cabeza.

–Pero no podés mentirle.

prohibida ↪ Pedro de la VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora