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Días después de la noche en la que Tomás nos dejó encerrados a Gastón y a mi, salgo de entrenar ya bañada y cambiada y Gastón me espera fuera del club.

Lo saludo con un beso y él maneja hasta casa para que yo pueda dejar mis cosas, agarrar ropa y después si vayamos a su casa.

–¡Andate! —se escuchan gritos adentro del departamento.

–¿Qué onda? —Gastón me mira.

Lo miro sin entender y pongo la llave, le doy una vuelta y abro la puerta. Tiro las cosas en el sillón y voy a la cocina, ahí está mi mamá con Pablo peleando obviamente.

–Agustina, agarra a tu hermana y andate —mamá me mira.

–¿Qué te pasó? —Gastón mira la cara de mi mamá.

–Agarrale ropa y llevate a tu hermana —mamá me mira y noto que tiene un cachete rojo.

–¿Qué mierda le hiciste? —Gastón vuelve a mirar a Pablo y él lo empuja.

Él intenta acercarse al mayor pero pongo un brazo delante de él, broche de oro si toca mi novio. Lo cago a cachetadas.

Con Gastón vamos a la habitación de mi hermanita, él la alza con cuidado de que no se despierte y yo tiró ropa dentro de una mochila.

Obligó a Gastón a que baje y entre al auto, y él entre quejas lo hace.

–Mamá, nos vamos —la miro.

–Tengo que arreglar algo —me mira.

–Ese algo lo voy arreglar yo en unos días, no te preocupes...

–¿Qué me vas hacer? —Pablo me mira riendo—. Acordate que tengo poder sobre vos nena, si me despierto del orto hago que te saquen de todos lados y si vos abrís la boca yo cuento todo nena... No te conviene.

–A mi no me vas a volver amenazar —lo señalo negando con la cabeza—. Porque así como una vez te cagaron a trompadas "accidentalmente" lo pueden hacer otra vez, acordate cómo llegaste a casa ese día... eso fue algo de lo tanto que te mereces por ponerle una mano encima a mi mamá.

–¿Y que te hace pensar que no lo voy hacer con vos?

–Me pones una mano encima, cuento todo y me chupa un huevo lo que vos hagas después... porque vos tendrás poder para sacarme del hockey pero yo hablo con gente de ahí adentro y vos te quedas en la calle —lo miro fijo—. ¿A quien le van a creer? ¿A un chabón que tiene denuncias o a mí? Pensala y andate antes de que caiga mi abuelo, mi tío y los demás a re cagarte a cachetadas.

Salgo del departamento y llamo a mi abuelo, el cual dice que urgente va venir. Cuando corto suelto algunas lágrimas de la bronca e impotencia que me genera toda esta situación, él no poder hacer nada y las personas que si pueden hacer algo se laven las manos. Porque al parecer están esperando que mi mamá aparezca muerta o termine en coma por los golpes, de verdad no sé qué esperan.

Entro al auto de Gastón y alzo a mi hermana y la acomodo entre mis brazos. El camino es silencioso, al llegar a su casa acuesto a mi hermana en su cama y dejo un poco abierta la puerta por si se despierta.

–¿Que te dijo? ¿Te hizo algo? —Gastón se sienta a mi lado.

–Me dijo que si yo abría la boca él me sacada de todos lados... lo de siempre.

–Agustina, no puede decirte eso ¿Vos te das cuenta de que ya pasó un límite? —me mira—. Boluda, tu mamá tenía la cara marcada y el ojo hinchado, ¿Estás esperando que aparezca muerta o qué?

–Gastón me amenazó con sacarme todo ¿Entendés?

–Agustina, si vos hablas es obvio que te van a creer y él va ser el que quede sin nada... no vos gorda —me limpio las lágrimas—. No pueden estar de esta manera, porque un día el chabón se levanta bien y las ama a las tres, otro día se levanta del orto y hace lo que se le canta... Tenés una hermana que no puede crecer con ese padre.

–¿Vos querés que ella crezca como yo lo hice?

–Prefiero que crezca sin un padre antes de que crezca con un padre de mierda —tiene razón—. Vos creciste con tu mamá sola y mira lo que sos, hizo un excelente trabajo... Con Ámbar va ser igual, tiene a tu mamá que se banca todas, te tiene a vos que sos como la segunda mamá, yo la amo, Toto la trata como si fuese suya, Sofi, Azu, Lucas... estamos todos para que esa nena no siquiera piense en el padre.

Dicho eso, lo abrazo por un largo rato.

Luego de cenar, lavo todo y cuando Gastón se va a dormir agarro el celular y llamo a mamá.

–¿Tu hermanita?

–Duerme, no se despertó —me siento en el sillón.

–Perdón por eso, no...

–Ma, no me tenés que pedir perdón por nada —niego con la cabeza—. Ámbar está bien conmigo y con Gastón... ¿Se fue o qué hiciste?

–Llego tu abuelo y tú tío, lo mandaron a la mierda pero es obvio que va volver... lo mismo de siempre, denuncia de nuevo y no hacen nada —suspira.

–Mamá, si es necesario cambia la cerradura, andate a Nordelta con los abuelos, no se pero hace algo... yo puedo estar acá.

–No, vamos a estar las tres juntas siempre... no me voy a separar de vos.

–¿Dónde estás? —pregunto.

–En la casa de Nati, mañana lleva a Ambi al entrenamiento que voy a verte mientras acá cambian la llave.

–Despues necesito hablar con vos...

–¿Qué pasó?

–Es complicado, mañana hablamos... te amo.

–Te amo muchísimo más, gracias por todo.

Ella corta y yo busco mi ropa para cambiarme, conecto el celular y voy a dormir. Ámbar y Gastón duermen casi juntos como dos bebés, gracias por dejarme sola amada hermana.

prohibida ↪ Pedro de la VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora