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Luego de tantos días me levanto un poquito más tarde ya que la primera entrena a las diez mientras que la reserva entrenaba a las ocho, como no me morí no sé.

Desayuno y luego me voy a preparar para el entrenamiento, que emoción ahre peor que con el primer día que entrené con ellas.

–Después de ir a buscar a tu hermana al colegio vamos a ver a tus abuelos, ¿Vos querés ir? —mamá me mira.

–No, me quedo.

–Suerte con tu primer entrenamiento —me llena la cara de besos.

–No es el primero, ma.

–Pero estás volviendo y le tenés que demostrar a todos que sos la mejor de todas —me sonríe—. Me voy con Sofi al gimnasio porque me aburro acá, te amo.

–Te amo.

Unos minutos después bajo del edificio y me subo al auto para comenzar a manejar los casi metros que me separan del club. Iría caminando pero paja porque hace frío.

Tomás estaciona al lado mío y me mira antes de subir la ventanilla.

–Que haces con anteojos ridículo —lo miro.

–Deja de seguirme ridícula.

–Te encantaría —bajo del auto.

–Te amo —me abraza y me besa el cachete.

–Ay sos el novio que no tengo —lo miro sonriendo.

–¿Por qué no se casan? —Leo di Plácido nos mira.

–En breve.

Luego voy casi corriendo a la cancha de hockey porque estoy por llegar tarde. Apenas llego dejo todo en el vestuario, me pongo los botines que uso para entrenar, agarro el palo y salgo. Así con campera inflable y todo, hace frio... por más no me pongo pantalón.

Luego de las horas correspondientes al entrenamiento, vamos al vestuario y hacemos la rutina de siempre. Me abrigo como si fuese que estoy en el medio de la Antártida y me cuelgo el bolso.

Comenzamos a caminar hacia la salida con mis compañeras y yo paro apenas veo a Pedro.

Lo saludo con un beso en el cachete y a la hermana que está al lado también, no la conocí antes en personas pero por fotos si además de que es obvio que es la hermana porque son re parecidos.

–Llevamos a Juani a la casa y después nos vamos nosotros, ¿Si? —Pedro me mira y asiento.

–Subi acá —la miro señalando la puerta de adelante.

–Subi vos, yo ya bajo —sube atrás.

Subo al auto y real que no hay charla entre ninguno de los tres y el único ruido es la música de fondo. La comunicación entre Pedro y yo bueno porque hace mil no hablamos, pero entre estos hermanos me encanta.

Se imaginan tener de hermano a Pedro na yo me muero, muero de celos todo el tiempo.

Cuando ella llega a su casa, saluda a ambos y se baja, Pedro espera a que entre y comienza a manejar nuevamente.

Podríamos hablar de cómo le fue en el mundial pero como sé que les fue mal ni da preguntar, es como que a mí me pregunten como me fue en el mundial de hockey. Eso fue un mar de lágrimas parecido a cuando Lanús jugó contra River, perdió 5-1 y Pedro casi se muere deshidratado de tantas lágrimas. Pobrecito.

–Sacaron la mierda de todos lados y volví a primera —miro a Pedro.

–No sabía... Felicidades, sabes que te lo mereces.

–¿Viste que no fue por tu culpa? —alzo las cejas—, fue todo al pedo...

–Te juro que no sabía qué hacer en ese momento, quería que vos estés bien y...

–¿Que yo esté bien? —lo miro—. ¿Vos querías que yo estés bien y me dejaste en ese momento?

–No sabía qué hacer, pensé que todo era mi culpa y pensé que si me alejaba todo iba a estar bien.

Niego con la cabeza lentamente.

–Nunca tenés que dejar a una persona en su peor momento, porque es ahí en donde verdaderamente te necesita —lo señalo—. Porque en las buenas están todos, en las malas los verdaderos.

–¿Qué me estás queriendo decir?

–Nada...

–No te voy a reclamar nada porque no estamos juntos y no tengo porqué... Solo te pido perdón... perdón por dejarte en tu peor momento sabiendo que lo que más necesitabas era una persona al lado.

–Ya está.

–Me arrepiento de haberlo hecho... te amo.

No digo nada y lo abrazo. Mi cabeza queda a la altura de su pecho y eso es algo que amo.

–Te amo —le sonrío.

–El primer te amo.

–Te lo había dicho el día que te fuiste... no lo escuchaste.

–Escuchaba ese te amo y no se qué iba hacer...

–No me digas eso, ahora me siento culpable por no decirlo.

Me sonríe y me besa. Chicos que era darle un beso a alguien, expliquenme que no me acuerdo.

–¿Estás más chiquita?

–Pedro —lo miro mal.

–Mentira —sonríe y me vuelve a besar—, así y todo sos la más linda de todas.

prohibida ↪ Pedro de la VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora