63

1.7K 109 17
                                    

Apenas me levanto, entro al baño y hago la rutina de todos los días. Ni siquiera me cambio y voy a la cocina, desayunamos con mi mamá y hermanita y luego voy a sentarme al sillón.

–Ma, ¿Podemos hablar? —hablo un poco fuerte ya que está en la cocina.

–Espera que termino acá y voy.

–¿Y Gato? —Ámbar me mira.

–Después viene...

Creo que es momento de contarle todo lo que me está pasando con Gastón y Pedro porque es ella y no puedo ocultarle algo así, no se si lo va entender o qué pero estoy segura de que no va a enojarse.

Ella llega al living con el mate en la mano, su desayuno es largo gente.

–¿Qué pasa? —se sienta en el sillón individual.

–No me interrumpas que se me va hacer más difícil —la miro y asiente.

Le cuento absolutamente todo como se lo conté a Toto, de la misma manera y ella cumple y no me interrumpe con nada.

A la mitad la voz se me quiebra pero aún así sigo.

Porque cualquiera me diría que deje a Gastón pero ni siquiera se imaginan lo difícil que es para mi dejar ir a una persona que amo demasiado, no piensan en como le voy a decir esto, en lo mierda que me voy a sentir al verlo mal, en cómo van a reaccionar todos los de nuestro entorno.

–No es sólo dejarlo, influyen muchas cosas... acá Gastón falta un día y ya me andan preguntando por él, vos lo entendés pero Ámbar no, ¿Cómo hago para que la nena entienda que no estoy más con Gastón? —la miro—. ¿Cómo hago para que la nena acepte a otro pibe?

–Vos tenés que pensar en vos y en lo que queres... tu hermana en algún momento va tener que entenderlo —mamá me mira—. Pero por sobre todo tenés que pensar en Gastón, no podés tenerlo de ésta manera, tenés que pensar en Pedro porque el pibe te quiere y no podés boludearlo y esconderlo.

–Ya lo sé...

–Vos sabes muy bien que cuando cortés con Gastón y él se de cuenta que estás con Pedro vas a salir muy mal porque así son las cosas, te van a lastimar, vas a llorar, vas a perder personas que querés, te van a mandar a la mierda, te van a odiar... y todo porque decidiste dejarlo para ser feliz y dejarlo a él para que siga su vida sin mentiras —me mira y me limpio las lágrimas—. Porque Lu te va mandar a la mierda, Juli te va odiar... y ni siquiera sabemos cómo va reaccionar Lucas, Santi o los demás chicos.

–Lo de Lu y Juli es obvio, es el hermano.

–Tenes demasiado que perder hija, acordate de toda la historia que tenés con Gastón... y tenés que estar bien segura de lo que haces, asegúrate que lo tuyo con Pedro es real y no algo de un mes... porque vos no podés arriesgar una relación de cinco años por una calentura ¿Entendés? —asiento—. Vos no te centres en Gastón estuvo con otra yo le voy hacer lo mismo, porque no es así... si él te hace eso vos le tenés que demostrar que sos mejor y que no necesitas hacer esas mierdas... si no lo querés lo suficiente dejalo que siga su camino solo, porque si seguís con esto vas a perder a Pedro y a la larga a Gastón, porque una relación sin el 100÷ de los dos no dura mucho.

Me levanto y voy abrazarla bien fuerte. La amo demasiado.

–Gracias —la miro sonriendo.

–Denada mi amor —me sonríe—. ¿A qué hora entrenas?

–En una hora...

–Yo te llevo, vamos a ir a la casa de tu abuelo.

–Otra cosa ma... el domingo salíamos con Pedro del departamento y...

–¿Pedro ya vino? —señala el departamento—. Ay Agustina, seguro era un desastre todo.

–Si y no era un desastre —la miro—. Salíamos del departamento y estaba Pablo, nos dijo mierdas y entró.

–¿Qué agarro?

–Ropa, solo eso... espero a que agarre todo y bajamos juntos.

–Es imposible que entre porque ni siquiera tenemos llave, es una clave... y la tarjeta del edificio no la tiene.

–Igual sabes que cuando yo esté concentrando, de joda o con Gastón vos sola no te quedas.

–Ya se, tu tía viene o yo voy —asiente repetidas veces—, y si, si no hace nada.

–Lo único que hace son jodas.

–Quiero conocer a Pedro.

–Que graciosa me saliste —la miro riendo.

–No es un chiste.

–Ni en pedo mamá, más adelante si —la miro.

–¿Cómo es?

–Una persona —la miro riendo y ella me mira mal—. Ay mamá, como me vas a preguntar cómo es, es una persona común y corriente... si ya lo viste varias veces, no se qué preguntas.

–Pero nunca lo tuve cara a cara —me mira—. ¿Es más alto que Gastón y vos?

–¿Quién no es más alto que Gastón y yo? Medimos 1.62 corazón —la miro—. Claramente si es alto, 1.78.

–Buscate uno más alto para tu altura de pitufo.

–Salí a vos querida.

Luego de una charla, me preparo para ir a entrenar.

Cuando tengo todo, bajamos al estacionamiento y subimos al auto. Mi mamá me deja en la puerta del club y ella se va, yo entro y comienzo a caminar a la cancha de hockey.

El calor que hace es impresionante, dios como quiero estar abajo del aire acostada con un kilo de helado con salsa de chocolate encima. Pero obviamente no.

Llegó a la cancha y está todo mojado, ojalá nos manden a casa de nuevo ahre ysi.

–Vamos al gimnasio —habla Marie.

–¿Y si mejor vamos a casa? —Azul la mira.

–No querida, dejen todo acá y lleven solo el agua.

Agarro el agua y el celular y comenzamos a caminar hacia el gimnasio, espero que mínimo tengan los ventiladores prendidos.

–Estan los de primera —miro a Marie.

–Que bueno, nos vamos —habla Flor.

–Si nosotras somos primera —Malena me mira.

–Fútbol nena.

–Ay me muero, me agarra algo —Anto se toca el pecho.

–No estamos usando todo, compartimos —habla su DT.

–Miran y les rompo la cara aunque sean mis amigas —miro a las que están atrás de mi.

–Ay Agustina —Marie ríe.

Entramos al gimnasio y dejo todo en x parte para que nos den la rutina y empecemos.

–Ay no, con estos —miro a los tres más chiquitos del plantel.

–¿Te ascendieron a la primera de fútbol? —Toto pasa una mano por mis hombros.

–Antes de estar con vos muerta.

–Boe estúpida —me mira mal—. ¿Le puedo hablar a tus amigas?

–No —digo y me subo a la cinta—, chau.

–Te amo —me abraza.

–Ay gordo —lo miro.

–Es que te amo.

A los quince minutos de correr apago la cinta y me bajo, siento que en cualquier momento me muero.

–¿Estás bien? —Flor me mira y asiento—. Estás blanca...

–Tengo ganas de vomitar —me tiro agua en la nuca.

–¿Le digo a Marie?

–No, ya pasó —dejo el agua donde estaba.

Mentira, no pasó nada y por más asqueroso que suene tengo el vómito ahí. Que asco.

prohibida ↪ Pedro de la VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora