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Es domingo cuando me levanto aún cansada por el partido que jugamos ayer, mis piernas piden más descanso.

En el departamento no hay nadie así que supongo que me abandonaron y se fueron al club o algo que tenga que ver con eso. Y como me dejaron sola, me voy a tener que cocinar.

Suena la puerta y voy abrir, es Gastón. A veces me olvidó que tiene la tarjeta para entrar.

–¿Qué pasa? —me mira cuando le corro la cara.

–Nada —respondo y camino a la cocina.

Leo la nota que escribió mi mamá y pegó en la heladera.

"Fuimos almorzar al club con tus tíos porque viste el hermoso día que es hoy? Y vos durmiendo será posible
Pedí delivery o cocinate, volvemos tarde porque después vamos al cine y a la noche vamos todos a comer en casa, te amo".

La despego de la heladera y la dejo sobre la mesada, como no tengo ganas de comer, agarro la pizza fria que sobró de ayer y la como.

A todo esto, mi novio me está hablando y yo no le estoy prestando atención.

–¿Me estás escuchando? —Gastón me mira.

–Perdón, repetilo —lo miro y cuando quiere hablar lo interrumpo—. Lo único que te quiero decir...

–Pero iba hablar yo —me interrumpe y lo miro—. Bueno, habla vos.

Con una mirada ya gano, que lindo.

–Lo único que te quiero decir es que la próxima que te pongas de esa manera ni en pedo intento ayudarte... encima que trate de llevarte a dormir me cagaste a pedos diciéndome que tenías novia.

–Si vos sos mi novia.

–Y que se yo, yo te dije que te llevaba a dormir y vos me dijiste "Tengo novio flaca" —digo imitando su voz y él ríe—. No te rías... encima tuve que volver caminando.

–¡¿Qué?! ¿Yo te deje ir caminando sola? —me mira.

–Si, me dejaste ir caminando a la una y media de la madrugada cuando no había nadie —lo miro y tiene cara de querer matarse.

–¿Estás bien?

–Claramente si estoy bien, idiota —lo miro—. Igual Pedro me acompaño... que tampoco es la gran cosa.

–No digas eso de mi amigo, se sabe defender —me mira mal. Parece que es el novio que lo defiende tanto.

–Nene, digo que no es la gran cosa porque si va pasar algo va a pasar esté él, estés vos o esté yo sola —me toco el pecho—. No lo digo por él.

–La próxima vez pegame un par de cachetadas así reacciono.

–La próxima vez terminamos, te lo digo desde ya —me siento en el sillón—. Me busco uno que no escabie, tengo un novio que es una esponja.

–No digas eso de mi —se sienta a mi lado y me señala.

–Si es la verdad, como escabias hermano —lo miro riendo.

–Basta de quejarte de mí y de cómo soy, porque me amas —se acerca a mi.

–Desde los trece años que estoy con vos, que aguante por favor —lo miro.

–En unos días cumplimos cinco años, acordate.

–¿Qué día exactamente?

–El 25 obviamente, ¿Cómo me voy a olvidar? —me besa.

prohibida ↪ Pedro de la VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora