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Hoy es viernes y yo jugué hoy, los chicos juegan el domingo pero Toto no tiene que ir a concentrar, ni siquiera sé porque concentran dos noches antes, así que ya me imaginan a quien le está rompiendo las bolas. Si, a mi y a Sofi.

–Alta lluvia —mi mamá entra al departamento.

–Ay mamá, para que fuiste afuera —la miro.

–Tenia que cerrar el auto boluda —se saca la campera toda mojada.

–¡Agustina! —grita Tomás desde mi habitación—. ¡Me quedo a dormir con vos!

–¡Te vas a tu casa Tomás! —vuelvo a gritar.

–¡¿Por qué Sofía se queda y yo no?!

–¡Mi mamá no me deja que te quedes vos!

–Mentira Agustina —mamá me mira.

–Toma tontita, me quedo —se sienta a mi lado—. No tengo con quien estar para joder y estoy con ustedes dos.

–Conseguite una novia —Sofi mira a su hermano.

–¿Qué? Estás en pedo —la miro—. Él no puede tener novio.

–Estoy carente de amor.

–Me tenés a mi que soy tu mejor amiga, te alcanza y te sobra amor conmigo.

Luego de eso cenamos los cinco juntos, hacemos que Toto lave los platos y lo hace sin quejarse, le hacía hacer esto a Gastón y hacia un escándalo porque cuando él está conmigo es mano de manteca.

Con Sofi nos sentamos en el sillón mientras que Toto está en la habitación haciendo vaya a saber uno qué, mi mamá habla con nosotras y Ámbar mira la tele.

Pedro

Cuando se supone que estás acá?
22:45 pm

Mañana a la mañana llego
22:45 pm

Tanto me extrañas? Te recuerdo que tenés a Gato al lado
22:45 pm

A Gato y a los demás lo mandaron a concentrar desde hoy
22:46 pm

Ah buenoooo, libre para mí
22:46 pm

Obvio
22:46 pm

Le contesto un par de mensajes más y dejo el celular encima de la mesa ratona del centro del living.

–Muchachas, ¡¿Vieron ese rempalago?! —grita Toto.

–Ay que pendejo —comienzo a reír.

–Este chico es increíble —habla mi mamá riendo mientras niega con la cabeza.

–Dios mío, maneja un nivel de pelotudes increíble —habla Sofi.

–Che, rempalago —miro a mi mejor amigo—. ¿Con quién vas a dormir vos?

–Y con vos corazón.

–Equivocado, vos dormís en el piso y yo con Sofi —lo miro.

–Vos deberías dormir en el piso —mamá me señala—. Él no puede dormir ahí, debe estar frio.

–Ah claro, y yo sí puedo dormir —la miro riendo—. Aparte de mi cama se saca otro colchón, que no joda.

–Yo duermo en el colchón de abajo, vos dormite con tu amigo —Sofi me mira.

–Me mandan a dormir con el diablo, encima duerme con medio cuerpo encima de mí.

–Muchas chicas quieren dormir con este cuerpo, vos lo haces así que sentiste afortunada.

–Ay es un sol —mi mamá lo mira riendo.

–Voy a llamar a Gato por facetime —agarra su celular.

–Gastón debe estar durmiendo nene, dejalo —Sofi lo mira.

–Esa cara de dormido mi amor hermoso —lo miro por la pantalla.

–Manejo un sueño, ¿Qué hacen? —se acomoda el pelo.

–Tomás hace boludeces, Toto y Acu peleando... lo de siempre —habla Sofi.

–Adivina quién va dormir con tu amada —Toto mira a su mejor amigo—. Yo.

–A cincuenta metros de distancia —lo señala.

–Dormir con este chico es peor que dormir con vos...

–Lo querés por suerte, ¿No? —mamá me mira.

–No ma, Gastón se duerme encima mío y no se mueve y si lo hace es para ir a su lado de la cama —la miro—. Pero Toto se pasea por toda la cama y medio cuerpo encima de mí.

–¿Y Pedro? —Sofi me habla al oido.

–Callate idiota —la miro riendo.

Seguimos en Facetime un rato más hasta que cortamos, mi mamá se va acostar porque mi hermanita ya está medio pesada y nosotros nos vamos a mi habitación. Cierro todo y prendo el aire, luego sacamos el colchón de abajo de mi cama y le pongo una sábana para después darle un acolchado a Sofi para que se tape.

Yo me pongo el pijama, en realidad es un short y una camiseta de algodón de Lanús y Toto duerme solo en short. Lo que darían las pibas por estar en mi lugar gente, y a mi que no se me mueve ni un pelo porque es como mi hermano.

–Mira, para vos qué estás durmiendo solo —Toto le graba un video a Gastón y me enfoca.

–Ay nene, pobrecito —lo miro mal.

–¿Se lo mando a Pedro también? —rie.

–¿Vos querés dormir afuera en la lluvia?

–Vos vas a dormir afuera cuando Gastón se entere.

–Basta —lo miro mal y él ríe.

Nos acostamos de verdad a las cuatro de la madrugada, después de una pelea de almohadas y algunas cosas más de nenes de diez años.

Yo me acuesto boca abajo, aunque extraño que Gastón duerma encima mío, y Toto igual. El pendejo ya empezó a poner su cuerpo encima de mí.

prohibida ↪ Pedro de la VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora