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18/05/2019

Ya jugamos tres partidos y en ninguno sumé minutos, esto me hace acordar a Lo Celso en el mundial de verdad; al pibe lo llevaron de viaje por Rusia y a mi me trajeron a Brasil a pasear porque lo único que hago es estar sentada en el banco de suplentes. Lo peor es que de tres partidos ganamos uno y perdimos dos, hermoso todo.

–¿Estás bien? —Marie me mira en el pasillo del hotel.

–Uf si, en mi mejor momento —digo con sarcasmo.

–¿Qué te pasa?

–No me podés preguntar qué me pasa cuando sabes muy bien las cosas, me trajeron a Brasil porque tenían que completar un equipo no porque quieren tenerme acá —la miro y algunas salen de las habitaciones, boe tan chusmas—. Porque sabían muy bien que no iba a jugar ni un partido... Me están boludeando y haciendo que me cambie para pasar todos los partidos siendo suplente... ¿No se dan cuenta que no va esto?

–Vos ya sabes lo que está pasando, no es mi culpa.

–Podes hacer algo, la cosa es que no queres —niego con la cabeza y abro la puerta de la habitación—. Podés hablar con la gente que te maneja a vos y aclararle las cosas...

–Agustina, no estamos en posición de exigir nada... se rompieron el orto para pagar esta gira y todo lo que conlleva y de tres partidos que jugamos perdimos dos.

–¿Y como quieren ganar si sacan a la mejor del equipo? No sé, pregunto nomás —habla Azul.

–Antes de dejarme acá sin jugar vendanme a otro club y me voy a la mierda, porque es obvio que si yo no juego acá tampoco me van a citar con la selección —la miro—. Y por lo único que me estoy quedando es por el equipo y la camiseta, porque cualquier otra ya se hubiese ido.

–Vos también podrías hacer algo y no lo haces.

Me mira, se a lo que se refiere y si piensa que lo voy hacer está muy equivocada.

–¿Ustedes son conscientes de lo que van a perder? —Lula mira a Marie y su ayudante—. A la piba la conocen y saben cómo juega, cuando se quieran dar cuenta ya va ser tarde porque se va a otro club o se va a Europa y de ahí no la traen más... fíjense.

–Yo no le voy a dar el gusto, yo no pienso dejar a nadie por un capricho pelotudo —niego con la cabeza—. Vayanse todos a la mierda y al partido de mañana yo no voy, arreglense como puedan.

Cierro la puerta de la habitación y me tiro en la cama.

No es de forra, pero ojalá pierdan así el club abre los ojos un poquito y dejan de dejarme en el banco por un capricho de Pablo, ¿Tanto influye ese chabón acá? Me harta.

Me siento en la cama y agarro el celular porque otra cosa no puedo hacer.

Entra mi mamá y la miro para seguir en lo mío, o me va cagar a pedos o me va dar la razón; cualquiera.

–¿Qué pasa?

–Mañana no voy a jugar ni en pedo —la miro—, me chupa un ovario.

–¿Como no vas a ir?

–¿Y para que queres que vaya si no me ponen? —me encojo de hombros—. Yo no le voy a dar el gusto a...

Me callo porque mi mamá no sabe... bueno ahora seguro se enteró.

–¿A quien? —me mira.

–A nadie.

–¿A quien no le vas a dar el gusto? —se sienta en frente de mi—. Y no me vengas a decir que a tus compañeros o al plantel.

–Pablo me dijo que si seguía con Pedro se iba la capitanía y la titularidad para mí y si no lo hacía conmigo lo iba hacer con los chicos —bajo la mirada y vuelvo a mirarla—. Y obviamente no quiero que se metan con ellos.

–¿Y porqué no me dijiste antes? —alza la voz.

–¿Qué querés que te diga mamá? ¡Te rompió la cara la última vez que lo mandaste a la mierda! —la miro alzando las manos.

–Esto no queda así —me señala—, me va escuchar.

Sale de la habitación y yo quedo sola sin saber que hacer, lo único positivo es que estamos lejos y no puede hacerle nada.

El teléfono suena y es Pedro por facetime, atiendo y él me recibe con una sonrisa.

–¿Qué te paso? —pregunta apenas ve mi cara.

–Vine para salir de joda... porque no jugué ni un minuto.

–¿Y para que te llevaron?

–Que se yo, de paseo —me encojo de hombros.

–De verdad prefiero que te vayas a otro lado y juegues a que estés acá en el banco...

–No me quiero ir de Lanús.

–No quiero verte así... vos seguro no te das cuenta pero cambias un montón cuando jugas y cuando no, sos otra.

–Quiero volver a casa o ir con la selección... ahora no quiero estar acá.

–¿Y para que te quedas? Club nunca te va faltar.

–No quiero ir a jugar a Europa —niego con la cabeza—, yo no voy a poder estar alejada de vos ni de los chicos.

–Vos tenés una carrera y si tenés que irte a otro país lo tenés que hacer —dice y no respondo—. Cambia esa carita que tengo ganas de ir y estar con vos.

–¿Sabes la falta que me hace un abrazo tuyo?

–Te amo tanto —me sonríe.

Con éste pibe yo me muero de amor, de verdad.

prohibida ↪ Pedro de la VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora