Capítulo 26

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Me encontraba parada en el centro de un claro dentro de la gran negrura densa que formaba el bosque en el que me había metido. Casi parecía tan oscuro como sería la boca de un lobo, o como una trampa perfectamente planeada. Había caminado durante largos minutos hasta llegar hasta aquel punto, los cuales no sabía si habían superado la cantidad de diez minutos que había dado la amenaza ultimátum de Víctor.

    Tal vez estaba sola y perdida en la oscuridad, esta vez físicamente.

    Aunque extrañamente, pese a la inseguridad provocada por el no saber si mis pasos me habían llevado al lugar correcto o a la completa perdición, me sentía bien. El aire flotaba de manera ligera a mi alrededor mientras el único sonido que llegaba hasta mis oídos era el de las hojas de los árboles siendo removidas por el viento. Podía parecer un paisaje aterrador dadas las horas y la soledad, pero la oscuridad y la calma eran placenteras en aquel momento de incertidumbre. Como si aquel bosque fuese el único sitio seguro y fuera del paso de todo lo que acontecía en la imparable realidad.

    Por unos instantes fue como si no hubiese nada ni nadie, ni en el bosque ni en las cercanías. Sentía como si solamente yo fuese la habitante de aquella inmensa paz negra. No había problemas internos ni externos, simplemente naturaleza, oscuridad y yo. Me sentía libre, como si al estirar los brazos y al notar la calma atravesando mi piel y calando en mis venas pudiese ser capaz de volar en cualquier segundo. Me iría muy lejos mientras mantuviese los ojos cerrados con fuerza.

    -Sabía que estar en el bosque y respirar aire fresco te sentaría bien- susurró una voz grave a mis espaldas causando que toda la calma se sustituyera por la sensación del susto congelando la circulación de mi sangre. Me giré dando unos pasos de distancia entre mi cuerpo y el ajeno. Víctor se encontraba de pie entre las oscuras sombras de los troncos de los árboles a su espalda mientras sus rizos se mecían al compás dictado por el viento. Sus ojos verdes estaban oscurecidos y habían adquirido el tono sombrío pintado en la naturaleza frondosa detrás de él. En el bosque no había ningún tipo de iluminación, de haberse encontrado parado unos metros más atrás donde la luz de la luna que se colaba entre los brazos de los árboles iluminaba escasamente, no habría podido distinguir la silueta de Víctor con la de un robusto tronco. En cambio, en el claro en el que me encontraba la luz era más nítida y luminosa, tenía un brillo blanquecino que envolvía todo el entorno en una imagen lúgubre que parecía sacada de una película de los años sesenta.

    -¿Me has seguido?- le pregunté aunque la respuesta era obvia. Por un lado me gustaba la atención y el cuidado de Víctor sobre mí, aunque también sentía que había perdido toda mi intimidad en el momento en el que mi vida se había cruzado y enredado con la del rizado.

    -Sí, ¿o preferías que te dejase caminar a tus anchas por un bosque oscuro y solitario sin tener una dirección o idea exacta de a dónde dirigirte?- expuso con sorna sabiendo que pese a mi malestar había hecho lo más lógico y correcto.

    -Hablemos del tema por el que he venido, no quiero tener contigo ninguna relación más allá de la necesaria. Cuanto antes acabemos con esto mejor.- le espeté con dureza queriendo encontrar en mis palabras la convicción y firmeza que le faltaba a mi interior. No iba a caer más por él, aunque con cada mentira salida de entre mis labios conseguía hundirme más y más en la miseria dejada por la traición y la desilusión.

    -¿Puedes dejar de ser así aunque sea por un mísero minuto?- pidió Víctor exasperado y frunciendo los labios.

    -¿Así cómo?- cuestioné con indiferencia.

    -Así como si no te importara nada una mierda cuando en realidad estás dolida.

    -No estoy dolida y la verdad es que todo esto me importa una mismísima mierda.- mentí- Ahora mismo lo único que siento es enfado porque me busca la puta policía por vuestra jodida culpa.

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