No sabía cómo ni cuándo había pasado el tiempo tan rápido.
Había estado tumbada en el sofá simplemente gozando de su compañía y del calor que emanaba de su cuerpo. Durante esas horas habíamos hablado y reído, habíamos recordado muchos momentos de nuestra infancia y disfrutamos como niños viendo películas infantiles mientras los minutos pasaban de manera rápida y ligera haciendo su paso inevitable casi imperceptible.
Así pasaron las horas que se iban junto a la luz del sol que les daba el último adiós. El haz de luz primero era fuerte y claro, luego poco a poco se fue moviendo por el cielo haciendo su luz más tenue y suave hasta que finalmente no quedó ni rastro de él. Apareció la luna, aparecieron las estrellas y el frío de la oscuridad que lo nubló todo.
"Se cancela el plan, bebé. Te enterarás de todo otro día, nena."
Ese mensaje fue lo único que distrajo mi atención de mi hermano.
Víctor, causándome una leve sorpresa, no me había hablado en ningún momento durante todo el día. Su única señal de vida habían sido ese puñado de palabras enviadas a través de varios satélites hasta llegar finalmente a mi móvil. Aunque no pasaba nada, en ese momento lo último que deseaba hacer era salir de entre los brazos de mi hermano.
Las horas habían pasado veloces. Mamá había vuelto de trabajar del hospital y apenas había estado diez minutos junto a nosotros en el sofá antes de irse a dormir agotada. Todo me trajo recuerdos de cuando mi hermano había llegado semanas atrás inundando toda la casa de calidez y de armonía.
Y ahora él se iba de nuevo.
Nos habíamos quedado dormidos en el sofá, yo tumbada sobre su cuerpo, mientras una gruesa manta nos acogía a ambos bajo su abrazo de lana, mas al despertar me había encontrado sola. No había nadie abrazándome ni un cuerpo debajo del mío proporcionándome calor. Me había despertado medio tapada mientras el frío de las primeras horas de la mañana había chocado contra mi cara y mi pecho.
Mientras todavía seguía aturdida y levemente desorientada había escuchado la voz dulce de mi madre acompañando a la de mi hermano, ambas bajando con una amena charla por las escaleras. Mi hermano llevaba la gran maleta que había transportado durante aquella larga vista agarrada en su mano izquierda y bajaba con el cuerpo levemente torcido para equilibrarse ante el peso.
-Mi pequeño que ya se va- se quejó mamá con la voz levemente rota- Que rápido se me pasa el tiempo a tu lado, hijo.- susurró mientras acunaba la cara de mi hermano como si este fuese todavía un infante, cuando realmente le sacaba dos cabezas de altura.
-No sé cuando podré volver, mamá, así que no me lo hagas aún más difícil.- suplicó mi hermano una vez ambos habían llegado al pie de la escalera. Era surrealista, pero ambos estaban tan metidos en su burbuja de cariño madre e hijo, que ninguno de los dos se había dado cuenta de mi cara somnolienta que miraba en su dirección acompañada con el pelo alborotado y despeinado.
-Hola- exclamé causando que ambos se sobresaltaran y girarán a mirar por fin al lugar en el que me encontraba.
-Buenos días, reina- saludó mi madre mientras se acercaba a mi cuerpo y me daba un suave y cálido beso en la frente. Me levanté del sofá y corrí en dirección a mi hermano. Era algo inevitable, él se iba en apenas unos minutos y yo debía quedarme con mamá y mi vida normal y habitual lejos de su compañía. Había llegado a un punto durante las vacaciones navideñas en el que de tanto verlo había pensado que jamás se marcharía otra vez, pero no podía ser así, mi hermano debía mantener su matrícula de honor en su respectivo lugar para poder seguir cursando sus estudios universitarios y conseguir la beca para ir a Milán de la que me había hablado el día anterior. Desde que me lo había dicho no había podido dejar de pensar en el momento en el que ambos nos iríamos de Barcelona, la ciudad que nos había dado tanto como nos había quitado.

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El juego.
Fiksyen RemajaEl lugar equivocado en una fría y solitaria noche de invierno. Una chica perdida entre las desoladas calles. Una banda. Unos hipnóticos ojos verdes. "-...pese a que tú no lo creas estoy seguro de que este mundo del que huyes te pertenece mucho más d...