Abrí los ojos de un sobresalto.
Recordaba con detalles y con un cruel y visceral estremecimiento todo lo que había pasado la noche anterior; Dana, Víctor durmiendo a mi lado, el frío de la noche impactando y calando a través de mi piel y como la oscuridad había nublado finalmente mi vista mientras mi cuerpo quedaba tendido y abandonado sobre la humedad de la noche en medio del bosque. Pero ahora, entre la somnolencia, únicamente sentía el calor proveniente de muchas capas de mantas puestas sobre mí. Mi visión se enfocó a los pocos segundos de abrirlos en el techo celeste de mi habitación. Me confundió lo que vi y sentí. Estaba en mi habitación, en mi cama y bajo mis gruesas mantas.
Recordé el bosque, recordé el frío y la oscuridad. Todo lo acontecido durante la noche anterior se había sentido tan cierto que no comprendía qué estaba pasando. Había sentido real cuando vi a Dana, cuando me insultó y me menospreció consiguiendo hundirme por milésima vez. No entendía qué hacía allí, cómo había llegado hasta mi habitación.
¿Había sido todo un simple sueño vívido?
Realmente, ¿así había sido?
¿Había sido todo producto de mi descontrolada imaginación y mi pesado cargo de conciencia?
-Por fin te despiertas - noté la caricia de un susurro junto a mi oreja llamando mi atención. Víctor yacía acostado a mi lado con sus amplios ojos verdes abiertos y observándome con lucidez, como si llevara consciente mucho tiempo.
-Siento el cuerpo congelado- murmuré con la garganta seca mientras me pegaba a su cuerpo y sentía mi temperatura destemplada chocar contra el reconfortante calor de su anatomía. Me acerqué a Víctor y lo abracé, pero este, extrañándome, no envolvió sus brazos a mi alrededor o nos acercó más, sino que se quedó completamente quieto y sin mover ni un músculo bajo mi tacto.- ¿Te pasa algo, Víctor?
-La verdad es que sí- admitió clavando su mirada jade en mis ojos. Era fría y firme- Durante la noche se te ha subido la camiseta y he visto todas las marcas rojizas que tienes en el cuello, en la barriga y básicamente por todo el cuerpo. Estoy seguro de que yo no te las he hecho, ¿con quién estuviste ayer, Alia?- interrogó con decisión y reproche logrando que mis ojos se ampliarán ante sus palabras. No me sentía mal o culpable por lo que había pasado entre Jacobo y yo la tarde anterior, aunque tampoco había planeado que Víctor se enterase de ello.
-No sé a qué viene ese tono, Víctor. Sí, vi a un chico ayer después de descubrir que tú y tu banda me habíais metido a traición en un robo de treinta millones de euros. Follamos y hablamos, me escuchó y me distrajo de lo mal que me sentía por todo lo que había pasado.- le conté sin tapujos ni vergüenza. Mis acciones eran mis decisiones, no debía ni arrepentirme ni avergonzarme de ellas- Además tú y yo no somos nada así que no deberías juzgarme ni mirarme como si te hubiese traicionado o fallado de la peor manera.
-¿De verdad me vas a decir que no somos nada?- cuestionó alzando las cejas con sorpresa e incredulidad y con el inicio de un inminente enfado goteando con anticipación en su voz. -¿Realmente crees que esto que tenemos no es nada?- increpó de nuevo mientras movía su mirada desde mi cuerpo hasta el suyo, juntos y pegados bajo las mantas.
-¿Cómo crees que podríamos llamar a algo que ni tú ni yo sabemos cómo definir, en una situación en la que apenas nos conocemos de hace unas semanas y mientras tú estás enamorado de otra chica?
-Tal vez esto que tenemos no tiene un nombre, pero, joder, al menos pensaba que teníamos exclusividad.- exclamó con frustración como si fuese algo obvio.
-Mira, Víctor, me gusta mucho lo que tenemos y realmente disfruto pasando el tiempo contigo... Pero no me hables de exclusividad o me la exijas cuando tú estás enamorado de otra chica y ni siquiera lo escondes o lo niegas. Igual que tú tienes derecho para irte con ella y hacer lo que se te plazca, lo mismo puedo hacer yo con quién quiera cuando quiera.- le recordé esta vez con un leve enfado formándose en mi pecho. Enfado que opacaba el dolor que se instauraba en mi pecho al imaginar a Víctor disfrutando y riendo con otra chica, al imaginar a Víctor enamorado de otra persona. Me parecía muy injusto que se molestase porque hubiese estado con otro chico mientras él estaba enamorado de una chica con la que a saber qué cosas hacía o decía. Era el menos indicado para exigir lealtad o exclusividad.
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El juego.
Roman pour AdolescentsEl lugar equivocado en una fría y solitaria noche de invierno. Una chica perdida entre las desoladas calles. Una banda. Unos hipnóticos ojos verdes. "-...pese a que tú no lo creas estoy seguro de que este mundo del que huyes te pertenece mucho más d...