Capítulo 33

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Víctor me había dicho que me iría a buscar a las ocho a casa, eran las ocho y media y mientras acababa de atar mis bambas tenía la duda de si tal vez él no iba a venir. Si tal vez me había dejado para irse con su enamorada de Barcelona. Me preguntaba si a lo mejor se había arrepentido de prometerme unas explicaciones que no pensaba darme.

    Había muchas teorías en mi cabeza, muchas teorías que no quería plantear o corría el riesgo de que el enfado y la tristeza se mezclaran en mis venas y no me dejarán pensar con claridad.

    Entre aquellas maderas en los jardines de mi instituto todo se había visto muy simple y claro, pero metida entre las cuatro paredes que habían experimentado el cambio en mi vida desde la aparición de la banda me daba cuenta de que nada era igual, de que yo no era igual.

    En el último mes poco más había hecho más allá de seguir a Víctor y a aquella misteriosa banda e intentar abrirme paso entre sus tropas, sin tener muy claro a donde pretendía o quería llegar. Casi no había visto a mis amigas, apenas me había relacionado con gente menos cuando ocurría alguna desgracia con la banda. Había descuidado todo lo que creía importante en mi vida como mis mejores amigas, mis conocidos, mi familia o mis aficiones como eran la fotografía o escribir; había llegado a un punto en el que únicamente veía rizos y puntos verdes a mi alrededor.

    ¿Era esto que latía en mi interior una dependencia?

    Me sentía atada. Sentía que la libertad que me otorgaban las fiestas, la paz que recibía al estar con mis amigas... Sentía que todo ello estaba siendo arrebatado de mi vida para traerme confusión e incertidumbre en su lugar. Porque llevaba un mes en una banda de la que no sabía nada y porque sentía que día tras día me estaba metiendo en un pozo profundo que no tenía salida.

    Hacía unas horas, por la mañana en mi instituto, había estado cerca de tener de nuevo la cercanía y la compañía de mis amigas después de unas largas vacaciones separada de ellas por diversas razones, sin embargo, de nuevo había aparecido Víctor para cortar el momento. Después de mi marcha del comedor y de mi charla con Víctor en mi lugar privado del instituto había decidido volver finalmente a clase, ganándome miradas curiosas y cuchicheos en los pasillos por los que pasaba.

    'Ella es la chica'

    'Menuda suerte tiene'

    'No se merece a un adonis como él'

    Sentada en clase con Zoe a mi lado ensimismada en su mundo, me había dado cuenta de que ya no estaba segura de conocerme a mí misma. Que ya no estaba segura de quién era yo.

    Hacía tan solo unos meses atrás me había encontrado después de sentirme completamente perdida y de recomponerme trozo a trozo tras sufrir muertes y pérdidas en mi vida. Me había levantado manifestando a una Alia que había luchado y defendido su alma de cualquier ataque o peligro.

    Mas ahora ya no sabía quién era.

    Había caído por Víctor, lo que había debilitado los muros a mi alrededor y con ello había quedado al descubierto de nuevo una chica indecisa y confundida. Una chica que no me gustaba. Una chica insegura que no sentía como yo misma. No sabía que parte de mí era real y cuál era una simple fachada impuesta como una firme armadura.

    Tal vez todas las versiones de mí misma eran falsas.

    ¿Quién era realmente?

    No lo sabía.

    La banda me hacía ver partes de mí que hasta el momento no había visto o no había querido ver. Había descubierto que seguía siendo una chica ingenua y que se dejaba engañar por su alrededor, como cuando había participado en el robo del casino sin saber o intuir en lo que me estaba metiendo realmente.

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