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Que lindo que ya empiecen hablar boludeces solo para cagar todo con Paulo, porque estoy segura de que si yo venía a dónde estoy sin que nadie sepa que estoy con él nadie decía nada y era un destino más. Pero como la gente necesita ver mal a los demás para estar bien ellos, inventan.

Igual, ni siquiera me interesa porque Paulo sabe muy bien todo y él mismo me dijo que la pase bien y que no me preocupe de nada de lo que digan.

Y eso es lo que voy hacer.

Gianna anda por la casa corriendo atrás de Harley y los dos perros del otro. Si, la traje porque Paulo se iba a no sé dónde con unos amigos y claramente la nena no iba a ir con él.

–¿Qué es eso? —Justin señala el pañuelo verde atado en mi mochila.

–Lo hicimos para que vos vuelvas a Argentina.

–¿De verdad?

–No, es sobre el aborto —digo—. Es amplio y no voy a explicarlo.

Suena el celular, lo miro y es la carita de Paulo llamndome por Facetime.

–Que buena vida la tuya eh —lo miro, está acostado en la cama.

–Recién me levanto —se acomoda el pelo—. ¿Ustedes?

–Tu hija corriendo por ahí con los perros, ya desayunamos.

–¿Viste todo lo que están diciendo?

–Si, y no me interesa —me encojo de hombros—. Porque vos sabés muy bien que no estoy haciendo nada de malo.

–No te preocupes... sabes mejor que nadie que confío en vos —me sonríe.

–Y también se que si alguno se tiene que mandar algo sos vos.

–Gracias por lo que me queda —sonríe falsamente—. ¿Dónde está mi mujer?

–¿Querés que le diga lo que vos decís de ella? —lo miro riendo—. ¿Que está re buena, que es una rubia bomba y todo lo que decís?

–No Sofía, ni se te ocurra —me señala.

–Mejor no le digo a ella, mejor le digo a mi esposo —digo.

–Va venir con cinco matones y no aparezco más.

–Si la verdad... mejor no digo nada.

–Traeme a mi hija que la extraño.

–Para que la busco.

Dejo el celular en el sillón boca arriba mientras busco por toda la casa a Gianna, cuando la encuentro la alzo y vamos al living.

–Mira a papá —señalo la pantalla.

–Hola papá —la nena sonríe.

–Hola mi amor —él le sonríe—. ¿Como la estás pasando?

–Bien —agarra el celular.

Ellos siguen hablando mientras yo los escucho o presto atención a lo que me dicen los otros dos.

Quién pudiera ser yo y estar con ellos en Bora Bora, nadie seguro.

Cuando Gianna se cansa, se baja de mis piernas y se va a jugar con el único hombre de la casa. Yo saludo a Paulo y cortó la llamada.

De verdad me da DEMASIADA paz saber que digan lo que digan a él no le importa y confía al cien en mi. Y también me da paz saber que por fin en muchos años estamos bien los tres juntos.

21 | Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora