93

6.3K 301 40
                                    

12/12/2021

Paulo junto a la selección están jugando un amistoso en la otra punta del mundo y obviamente yo no iba a ir porque en días, después de Navidad, ya Gianluca va nacer.

Mis papás están conmigo en Italia por cualquier cosa y porque no tienen nadie que hacer.

–Me duele —la miro.

–A ver —toca la panza—, éste nene no va nacer después de Navidad gorda, la panza está muy abajo.

No digo nada y me acuesto en el sillón con una almohada debajo de la espalda.

A los minutos voy a la cocina para buscar algo de comer y siento un líquido bajando por mis piernas; definitivamente no es pis.

Voy a ser mamá por segunda vez y me voy a morir del dolor.

–¡Mamá! —grito y en segundos ella está al lado mio.

–Mi amor, sentate —caminamos al living y me siento.

–Me duele —susurro derramando algunas lágrimas.

–Tranquila —me tira el pelo hacia atrás.

Mientras trato de tranquilizarme y respirar tranquila, mi mamá va a buscar el bolso que debería llevar al hospital. Dos en total, uno de Gianluca y otro mío.

Gianna se queda con su abuelo mientras que mamá viene conmigo.

Apenas llegamos al hospital, me siento en una silla de ruedas y me llevan a la sala de partos. Claramente preparan todo rápido porque casi tengo al nene afuera.

Creo que un codazo en la teta me dolería menos que esto.

–Ya fuiste mamá, sabes cómo es —me dice la partera que también estuvo cuando nació Gianna.

–¡Ya fui mamá pero tuve a una nena que media dos centímetros y ahora estoy pariendo a un pendejo que parece que es enorme! —la miro y ella solo se dedica hacer su trabajo—. Encima el padre está en la loma del orto a la vuelta. ¡Dios! Paulo te odio.

Luego de tanto trabajo y dolor, al fin tengo a mi nueva adquisición fuera de mi, vuelvo a tener la panza de siempre y estoy feliz porque los dos estamos bien.

–¿El nombre? —la partera pregunta con dos pulseras en sus manos.

–Gianluca —la miro y ella lo escribe.

–Ya te lo vamos a traer.

Asiento y me acomodo en la camilla.

Paulo Dybala.

Mientras estamos jugando los últimos minutos del partido en Nueva Zelanda, Scaloni me hace señas para que me acerqué a él y por un momento pienso que me va cagar a pedos pero ese pensamiento se va cuando veo su cara de felicidad... o algo así.

–Sofi ya tuvo a tu hijo —me mira y abro los ojos. ¿Qué?

–Si no tiene fecha para hoy —lo miro.

–Sabes que eso falla... ya sos papá por segunda vez —sonrie—. Felicidades.

–Quiero ir ya.

–No, apenas termine el partido te vas —señala la cancha—. No te preocupes que ya está el avión, ahora seguí jugando los cinco minutos que faltan.

Asiento lentamente y entro al campo de nuevo para jugar lo que resta. En realidad lo único que hago es nada, literalmente.

Me hace mierda saber que no pude estar en el nacimiento de mi hijo y probablemente lo conozca días después. Estoy en la otra parte del mundo jugando un partido mientras Sofía está en el hospital con mi hijo y quizás Gianna.

21 | Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora