Capítulo 62

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Capítulo 62

«El equilibrio está en aquel que acepta su culpa».

Nada más desembarcar en Ciudad Malie, Ash sintió como el mundo se le vino encima al girarse sobre si mismo y recordar que esta vez, Serena no lo acompañaría en Ula'Ula

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Nada más desembarcar en Ciudad Malie, Ash sintió como el mundo se le vino encima al girarse sobre si mismo y recordar que esta vez, Serena no lo acompañaría en Ula'Ula. Sabrá Arceus lo que Yazir estaría metiéndole en la cabeza. La sensación era venenosa e irritante cuando la ira fluía por su pecho hasta la boca del estómago, sumado al desasosiego de no poder ir en su búsqueda, aunque le costara su orgullo y el recorrido insular.

Como deseaba poder deshacer aquellos sentimientos hacia la chica del sombrero de paja que conoció en Kanto e invitó a su viaje en Kalos. La misma que vio convertirse en la luz de muchos, la razón de su alegría y esperanza.

Por primera vez se sentía sin rumbo. Sin guía. Por más que tratase de encontrar el hilo azul que desenmarañaba la oscuridad, solo existía el vacío y la fría soledad. Por tonto que pudiese resultar, aquel regalo es el más especial que pudo dar a alguien jamás, y solo hasta ese momento lo comprendió. Fue como si el cosquilleo que se desliza por su rostro le hubiera hecho despertar y aceptar las palabras de Gary.

Ash Ketchum gustaba de una chica. Y para colmo, la que consideró como su igual.

—Serena... me he vuelto un llorón. —masculló, apresurándose a limpiarse una lágrima de su rostro antes que Pikachu se percatase.

—¡Hola Ash, saliste temprano de nuevo! Cómo se nota que no puedes dormir muy bien —dijo Gary con Vulpix en brazos y en compañía de Lillie—. Espera... ¡Acaso eso es una...!

—¡Shh, cállate! —susurró con alarma, tapándole la boca igual que a Pikachu.

—Hasta que por fin aparecen.

Se giraron y reconocieron al Profesor Kukui saludándoles a la distancia en la transitada avenida, entre turistas y entrenadores. Iba acompañado por un joven que sin duda debía ser Hau. Y no solo porque vestía y lucia su mismo estilo, sino por el hecho de mostrar su exuberante jubilo cada vez que saludaba. Si algún mérito podía darle era mostrarse sonriente sin importar lo que sucediera. Una habilidad que Ash, deseaba tener cuando le preguntaron dónde estaban Serena y Yazir.

Para su fortuna, el Profesor Kukui discutía con ambos científicos y no tuvo que responderle. No tardo en expresar su descontento cuando le informaron a Lillie que aquel huevo pokémon se trata de una terapia para ayudarla a perder el miedo por los pokémon.

—Adivina que Ash, tengo un nuevo pokémon —dijo Hau arrojando una pokebola haciendo caso omiso de la bronca que Kukui traía con Lillie—. Ahora tengo un Lycanrock Diurno.

Ash dejó salir a su Lycanrock crepuscular. No tardo en emocionarse y mirarle por todos los ángulos al extraño pokémon, y a juzgar por su expresión irritada, la exagerada exaltación lo ponía de los nervios. Destacó a su homologo diurno que lo observaba con mucha insistencia. Parecía petrificado, como si de repente se hubiera convertido en un pedazo de roca haciendo honor a su tipo elemental.

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