Capítulo 63

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«Debes confiar en otros, o triunfar se volverá imposible».

Recuerdos nublosos pasaban por la mente de Ash de la mujer en el cuartel policial de Ciudad Malie

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Recuerdos nublosos pasaban por la mente de Ash de la mujer en el cuartel policial de Ciudad Malie. Era guapa y piel de mármol blanco recién pulido, cabello lavanda igual que sus ojos, hasta la cintura, sujeto por una cinta negra. Vestía un traje formal totalmente negro con la insignia de la Policía Internacional en su solapa de pico, zapatos y guantes de cuero. Acompañada de lo que Ash pensó, sería un detective prospecto de alguna novela. De expresión cruda y ruda, vestía una gabardina de cuero marrón sin abotonar, traje y pantalón marrón oscuro, casi vinotinto, zapatos de cuero negro y una corbata lila. Su rostro era inconfundible.

—¿No me reconoces?

—La verdad es que, no. Lo siento. —respondió sintiéndose incómodo e ingrato por segunda ocasión en su vida. Era la segunda vez que no recordaba haber visto a una mujer.

—Te dije que no te reconocería a la primera. Ni yo creo salvarme. —agregó aquel detective, relajando las facciones de su rostro en una sonrisa.

—A ti si te reconocí.

—Me alegra que no me hayas olvidado—dijo Looker—. Déjame refrescarte la memoria. Ella es una de las más recientes detectives en ser reclutada por la Policía Internacional durante el proyecto mundial de reclutamiento de entrenadores. Cerebro de la Frontera en la región Hoenn y mi oficial al mando, Anabel.

Ash abrió los ojos de par en par al escuchar el nombre, igual que todos los presentes, recordando todo de golpe. Se trató de una rival poderosa, esbelta y dura de roer que utilizaba sus habilidades psíquicas para entablar conexiones con sus pokémon durante los combates. Anabel se dedicó a observarlo en detalle. Seguía siendo su tipo desde que superó la batalla de la frontera a pesar de su edad. Se trataba casi del mismo chico que renunció a formar parte del grupo de cerebros, un gesto que cuando llegó a sus oídos, solo confirmó lo que ya sabía. Era un espíritu joven, libre y aventurero, entregado al viaje, sus amigos y los pokémon, solo que más alto, definido y debía admitirlo, guapo. Hau por su parte no pudo reprimir la emoción de conocer a otro cerebro de la frontera en tan poco tiempo, lo único que le faltó fue pedir su autógrafo.

Extrañaba sentir la calidez a su alrededor. Incluso ahora le era imposible, aún estando tan cerca.

—¿Qué te ocurre Ash? —Ahora no era diferente a una roca o un trozo de metal totalmente hueco.

—Nada. —replicó, mintiendo lo mejor que pudo, ignorando la sacudida interna de su cuerpo. Aunque no rompió el contacto visual, fue como si sus ojos de repente hubieran mostrado un brillo evidente para Anabel.

—Eres pésimo para mentir Ash. No se te olvide que soy capaz de percibir sentimientos y pensamientos incluyendo a los pokémon. No estoy de broma —añadió, cuando Lillie encarnó una ceja, mirándole como si estuviera totalmente loca—, de hecho, parece que tu Vulpix está feliz de tener finalmente una madre.

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