III: Los deberes

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Agustín


Estaba preparado para responderle cuando una voz interrumpió.

—Franco, ¿estás arriba? ya llegó mi papá, al final pasó antes —era Gonzalo desde el hall

—Si —le respondió él— ya bajo

—¿Les abrís vos porfa? —me pidió Angela, dándome la llave, porque claramente no estaba en condiciones de volver a cruzar toda la quinta hasta el portón de entrada

—Si obvio, anda a mojarte la cabeza —le abrí la puerta del baño y ella pasó

Me di cuenta que ni lo saludó, y él quedó un poco extrañado. Pero, así era ella. Generalmente, no era la persona más demostrativa, y sobre todo cuando algo la estaba afectando, olvidaba los buenos modales. 
Acompañé a los chicos afuera, mientras cruzaba algunas palabras con Gonzalo, a quien ya conocía de varias salidas anteriores.
Cuando volví Angela seguía en el baño.

—Te iba a preguntar si estabas bien pero es al pedo, destruída —le dije cerrando la puerta detrás mío

—Callate tarado, me quiero ir a acostar pero si a alguien le pinta irse ¿qué hago?

—Veni —le estiré mi mano para ayudarla a levantarse del piso— te acompaño a acostarte, y yo me quedo abajo por si alguien necesita que le abra la puerta

—No —se frenó ella— vos también necesitas dormir, mira esa carita —me acaricio con ambas manos

—Bueno, pero me acuesto abajo en algún sillón, así cualquier cosa voy a escuchar, vos anda a la habitación de acá arriba que vas a dormir mejor

—No, llevame con vos —me abrazó por la cintura y apoyó su cabeza en mi pecho, como aferrándose

—Bueno dale —accedí sin insistir, porque sabía que cuando quería algo, era inútil intentar que cambie de opinión

Bajamos y nos acostamos en un sillón que encontramos vacío. Por suerte habían muchos.
Ambos sacamos nuestros celulares, era costumbre revisarlos antes de decidirse a dormir. Yo lo miré solo unos segundos y ella se lo quedó un poco más.

—No, mira esta foto, el desastre de atrás —empezamos a reírnos de las publicaciones que ya se podían ver en instagram de la fiesta

Mientras estábamos mirando, le llegó una notificación.


francomasini ha comenzado a seguirte.


—¿Qué onda con ese? —no pude evitar preguntar, aunque ya sabía suficiente

—Todo bien —respondió ella con toda la naturalidad

—En serio te pregunto —insistí

—Y yo en serio te respondo —giró para mirarme y vió en mi expresión, que tenía que contarme— bueno, está bien —suspiró como si le hubiera ganado por cansancio— chapamos, nada más

—¿Nada más?

—Nada más, ¿por qué te voy a mentir a vos Agustin? —sé quejó

—No, ya se, perdón, fue como una expresión, de que me parece raro que no haya querido nada más, acá en tu quinta con tantas habitaciones disponibles...

—Nunca dije que no haya querido nada más, quizás hubiera pasado si no recibía un mensaje de Minerva contándome lo bien que la estabas pasando vos —me dijo eso y me quedé pensando unos segundos a qué se refería, no recordaba un momento del que pudiera decir "¡que bien la estaba pasando!", pero claro, luego me di cuenta que se refería a mi encuentro con Sofía

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora