XXXIX: Toda la vida

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Agustín

Ya habían pasado las semanas de entregas de trabajos y primeros parciales, así que estábamos todos muy relajados y tratando de tomarnos un descanso antes de tener que volver a estudiar otra vez.

—¿Y? ¿como va ese último año? —me preguntó Marcelo de repente, y yo agradecí justo haber terminado de comer la medialuna, o me hubiera atragantado

—Bien —le respondí sin demasiado convencimiento, no me estaba yendo mal, pero todavía no tenía muchas devoluciones y me sentía bastante inseguro con algunas entregas

—Te recibís este año che —me dio una palmada en la espalda, y Ángela lo miró elevando una ceja, sabía que era el último tema del que yo quería hablar— y vos —la miró a ella— tratá de no distraerlo tanto, porque el último año es el más importante y difícil

Ella revoleó los ojos, no estaba de muy buen humor, y toda la charla de la merienda parecía estarla empeorando. Siguió con todo un sermón de su papá, que nos decía que era muy importante que nos concentremos en los estudios, y las responsabilidades de hoy, para tener un buen futuro.
Cuando lo llamaron por un negocio y se retiró a su oficina, aprovechamos para escapar.

—Odio cuando mi papá se pone así de pesado —se quejó ella ni bien estuvimos solos

—Igual tiene razón —caminábamos por la vereda en dirección a mi casa— es denso escucharlo pero los dos sabemos que tiene razón

—Pero me cansa que lo repita tanto, si ya sabe que nos está yendo dentro de todo bien a los dos...

—"Dentro de todo" —me reí y la contagié a ella, ya extrañaba su sonrisa

—Si, bueno —se encogió de hombros— tampoco somos perfectos

Llegamos a mi casa y nos sentamos en el sillón del playroom. Le mostré unos juegos nuevos que había comprado, y ella eligió uno para probar.

—No puedo creer que no elegiste el de carreras —le dije mientras comenzábamos uno de aventura

—Quiero probar nuevas cosas —me respondió y yo la miré automáticamente con expresión de asombro

—¿Estamos hablando de los juegos no?

—De todo, de todo —empezó a hacer correr a su personaje, alejándose del mío

—Para, no te vayas que hay que buscar como saltar esas cajas —la intereumpí— ¿y de todo como que?

—Ya sé, estoy viendo si hay algo para usar de escalera —se defendió elevando la voz— y nada, no sé, nuevas experiencias —me miró con una pícara expresión, y yo fruncí el ceño sin entender a donde iba

—¡HEY! ¿como subiste? —volví a observar la pantalla y noté que ya había logrado saltar las cajas

—Encontré esa piedra —sonrió con suficiencia y la señaló en su inventario

—¡Pero te la guardaste! tiramela así subo yo —me quejé, al ver porque que no había otra

—No mi amor, conseguite la tuya

—Bueno bueno, nos pintó la maldad hoy —me acerqué a ella y escondí mi cabeza en su cuello, dándole algunos besos, buscando que afloje, y aunque se movió un poco en mi dirección, podía notar que algo le pasaba— ¿qué pasa bebé? —le puse pausa al juego y la giré para que me mirara

—Nada —me respondió con su mejor voz de nena chiquita y me abrazó

—¿Segura? —pude sentir que asintió y opté esta vez por creerle, al fin y al cabo ella era así, de humor bastante cambiante, un día podía ser un algodón de azúcar y al siguiente tener ganas de mandarte a la mierda— bueno —le di un beso en la cabeza y nos separamos— ¿queres seguir jugando o hacer otra cosa?

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora