XXX: Romeo y Julieta

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Ángela

—Las dos de la tarde en serio —él me miró sorprendido— y empieza a las cuatro el taller, dale

—Encima que me obligas a ir, me apuras —se quejó mientras se acurrucaba más debajo del acolchado

—Dale —le dije con mi voz más tierna y busqué su cara entre las sábanas— ahí estas —le di un beso en la nariz y me sonrió

—Tu carita de dormida me da mucha ternura ¿sabes? —me dijo y yo quise taparme, si algo odiaba era mi cara cuando recién me levantaba— quiero que seas lo que vea todas las mañanas —hizo una pausa para darme un beso— por el resto de mi vida —me dio otro beso— aunque sea para molestarme —me dio otro beso y yo me reí en el medio

—¿Seguro que no te voy a cansar en seguida? —le dije de a poco, porque sus besos no me dejaban hablar

—Nunca me cansaría —respondió muy seguro, y se fue acomodando encima mío— ni de tu voz, ni de tus besos —me dió otro— ni de tu piel suavecita —me acarició el brazo desde el hombro hasta agarrar mi mano y llevarla al lado de mi cabeza— ni de hacerte el amor —me sonrió y yo le devolví la sonrisa

—Te amo —le dije, y después de rozar nuestras narices con ternura, nos empezamos a besar, aumentando poco a poco la intensidad

Nos interrumpió el celular que había dejado a mi lado, vibró y la pantalla se iluminó.

—Preguntan si vamos a comer —le dije a Agustín que no dejaba de besarme

—A vos te voy a comer —me mordió un pezón y se me escapó un grito

—¿Le respondo eso a tu mamá? —negó con la cabeza y yo me reí

—Bueno vamos —se levantó conmigo a upa y me bajó cerca de la puerta

Por ahí habíamos dejado la ropa, nos vestimos entre besos y mimos, y salimos.
Me abracé a él de frente y caminaba conmigo así por el pasillo, intentando que no nos caigamos, y respondiendo a mis besos.

—Si seguimos así nos vamos a caer —me dijo cuando llegamos al primer escalón

—Ufa —me quejé y lo solté para que podamos bajar, pero él me agarró por la cintura y me empezó a dar besitos en la mejilla

Al bajar notamos que Lulú nos miraba atentamente, desde la mesa donde se encontraba sola, con los tres platos de ñoquis servidos.

—A todo lo que estés pensando te respondo que si —le dijo Agus, como adelantándose al comentario que podría estar por hacer su madre

—No estaba pensando nada —le respondió ella, luego de darme un beso en la cabeza como saludo— ¿cómo está mi nena hermosa? —me abrazó— ojo vos eh —lo miró a Agustín y yo la abracé más, mientras también lo miraba con cara de inocente

—Nena nena —me susurró cuando me senté a su lado

Lulú se había ido a buscar algo que le faltaba en la mesa.

—Soy una nena, ¿no es lo que vos me decís siempre? —puse mi mejor cara de bebé

—Hace un montón no te digo eso —se defendió, y empezó a comer— porque ya no lo sos —nos sonreímos cómplices, también como siempre

—Bueno, ¿algo que me quieran decir? —preguntó Lulú, volviendo hacia nosotros con la bebida

—Ya te dije —le respondió él sin mirarla

—No me dijiste nada, necesito cosas más claras —nos miraba expectante y con una sonrisa como quien espera la mejor escena de su novela

—Ay mamá —suspiró, me miró a mi, me agarró del mentón y dejó un tierno beso en mis labios, a la vez que escuchamos a Lulú pegar un gritito de ternura

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora