XVIII: Ahora es diferente

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Ángela

—¿Te podes quedar quieta? —me gritó Minerva— o me contas qué es lo que te tiene tan de buen humor —me senté en la cama como si me hubieran retado y me quedé callada— dale ¿qué pasó con Agustín?

—Todo súper bien, no le dije exactamente que estoy enamorada de él pero bastante cerca

—¿Bastante cerca? —preguntó indignada— ¿que es eso? o le decís las cosas como son o no se las decís loco

–Me da miedo, no volvamos al mismo tema —suspiré— lo que nos dijimos me pareció suficiente por ahora, él no quiere estar con nadie más y yo tampoco

—¿Me estas diciendo que se prometieron fidelidad pero siguen jugando a los amigos? –me miró con extrañeza

—Somos especiales —me miró peor y no pude evitar reírme

—Bueno, como sea me alegro que estés feliz —me dijo y volvió su mirada al espejo para seguir maquillándose

Yo ya estaba cambiada con un remeron rosa, unas sandalias con un poco de taco y me había maquillado rápidamente, bastante natural.

—Che Ange ¿estás leyendo el grupo? —me preguntó Mine un rato después y yo negué con la cabeza— están diciendo que mejor vayamos a una joda de alguien de la facu

—¿Posta? —le pregunté desganada— me pongo unas zapatillas entonces —ella asintió con la misma expresión de pocas ganas

En ese momento pensé en Agustin. Capaz que le copaba salir un rato si era una joda en una casa. En nuestro chat de whatsapp estábamos hablando de lo que nos íbamos a extrañar cuando viajara a España.
Lo último que le había puesto es que iba a ser para aprender a estar separados, y él me había contestado que no le interesaba aprender eso. Sonreí como una tonta al leer su mensaje.
Rápidamente le respondí que en realidad a mi tampoco y que nada quería más que quedarme, pero no podía. Y por último le conté que al final íbamos a una joda, así que si quería salir un rato podía venir, no era muy lejos de nuestras casas. Le mandé la dirección y bloqueé el celular.

—Bueno vamos, mi papá nos quiere llevar ya porque tiene sueño —me dijo Mine, así que bajamos rápidamente

Llegamos al lugar y ya estaban varios de nuestros amigos. Agustín no me contestó más así que me imaginé que se había quedado dormido.

—Hola hermosa —me dijo Franco cuando me vio, y me sonrió

—Hola —lo saludé con un beso en la mejilla y miré a mi alrededor para seguir a Minerva pero ya no la veía por ningún lado

—¿Queres algo para tomar? vamos a buscar —esa era una propuesta a la que nunca podía decir que no, así que lo seguí

—Fernet —le dije y lo empezó a preparar— ¿conoces al dueño de la casa?

—Si, es mi amigo —me respondió

—Fua, vos sos amigo de todo el mundo

—Viste, soy muy sociable —me sonrió muy amorosamente y yo ya me estaba sintiendo incómoda, veía venir sus intenciones— listo, probalo a ver si te parece bien —me dió el vaso y tomé un sorbo

—Buenísimo —le dije— gracias

—¿Vamos a bailar? —me preguntó y me ofreció su brazo para que lo agarrara

—Dale —lo seguí hacia el patio, con la idea de buscar a Mine lo más rápido posible e irme con ella, pero no la encontraba por ninguna parte

Sonaba una de mis canciones favoritas y me puse a bailar como si la escuchara por primera vez. Él seguía a mi lado y se acoplaba a mi ritmo. Estaba terminando cuando escucho que alguien me susurra algo al oído, por detrás mío. "Hola" creo haber escuchado y me doy vuelta.

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora