XXXII: Miradas

1.4K 79 27
                                    

Ángela

Cuando nos besábamos sentíamos una especie de magnetismo intenso, tanto que nos costaba separarnos. Parecía que sus labios estaban hechos para los míos y los míos para los suyos. Por momentos podían ser besos suaves y tiernos, y al segundo nos estábamos besando con pasión y con ganas de desvestirnos ahí mismo. Sus manos acariciaban mi espalda y por momentos mi mejilla, y las mías, como siempre, su pelo. En un momento se separó un poco y me mordió el labio, otra cosa que él amaba hacer, yo me reí y terminamos rozando nuestras narices. "Te amo" me susurró. "Te amo" le respondí.
Y recién ahí recordamos donde estábamos. Yo fui la primera en mirar hacia el costado. Lo primero que vi fue la cara de Jenny, su expresión era una mezcla de asombro con angustia, ante lo cual no pude evitar sentir satisfacción, aunque algo de pena me daba, muy en el fondo.
El resto de los que conformaban la ronda apartaron la mirada tan pronto como se toparon con la mía, pero alcancé a notar que también estaban sorprendidos y en seguida empezaron a murmurar entre ellos.
Cuando volví a mirarlo a Agustín, él estaba concentrado en el extremo contrario. Miré hacia la dirección que miraba, y ahí estaban todos los que habían venido conmigo.

—¿Nos estaban mirando? —le pregunté y él me miró de repente, como si hubiera salido de un trance

—¿Qué? ah si —pensó— si —se rió nervioso y yo escondí mi cabeza en su cuello

—Bueno, tus amigos de acá a mi izquierda también —le susurré y ésta vez la que se rió fui yo

—Parece que ya no somos más amantes —me dijo con un tono de voz como si fingiera tristeza

—Espero que eso no haga que dejes de desearme —me separé un poco y lo miré seductora

—Ya quisieras eso —me apretó más contra su cuerpo— pero no te vas a librar de mí y de las ganas que te tengo todo el tiempo, nunca —dejó un beso en mi cuello, y a través de su hombro pude ver cómo Jenny continuaba mirándonos

¿Qué mira tanto esta estupida? ¿es masoquista o qué?

—¿Qué pasa? —me preguntó Agus, notando que me había quedado pensando en algo

—Nada —le respondí, pero él miró en la misma dirección que yo, y su mirada se cruzó con la de ella, quien la apartó inmediatamente— no dejaba de mirarnos

—Como todos, no se lo esperaban creo —mi expresión seguía siendo de fastidio— ¿qué? ¿no estabas empezando a llevarte bien? ¿tu nueva amiga? —lo miré como diciendo "qué decís boludo" hasta que recordé que había una parte de la historia que él desconocía

—Na, eso fue todo un chamuyo más chamuyo que nuestra amistad —él me miró asombrado por lo que acababa de decir— y si —levanté una ceja— bueno, cuando nos vayamos te cuento porque acá no se puede hablar —la música a penas nos permitía escucharnos

—AH NO —exclamó— ahora me contas

—Nooo, escucha este temazo —empezó a sonar una de mis canciones favoritas de reggaetón

—No me cambies de tema —se quejó, pero yo empecé a bailarle y enseguida se olvidó de toda nuestra conversación

—¿ME LA PENSAS DEVOLVER? —escuchamos gritar a Minerva al rato, y Agustín la miró negando con la cabeza

"Es mía" gesticuló para que le leyera los labios, y mi amiga le respondió sacándole la lengua.

—Bueno dale, andá, o Minerva me va a odiar —me dijo Agus, después de haber bailado y habernos besado a lo largo de varias canciones más— más de lo que ya me odia

—Si, voy —le di un último beso, intenté irme, pero me frenó

—¿Te vas conmigo después? —me preguntó

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora