XLIII: Sentir [parte 2]

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Agustín

—¿QUÉ? —gritó haciéndome asustar

—Eso que escuchas —respondí con tranquilidad, mientras terminaba de tomar mi café

—¿Es joda no? me estás cargando —me miró expectante

—No —revolee los ojos— es en serio ¿por qué te mentiría con eso?

—NO... LO PUEDO.... CREER —tartamudeo— te felicito, ay no sé qué decir, ¿voy a ser el padrino no? —Andy me miró con emoción y por un corto momento me dieron ganas de abrazarlo

—Gracias —sonreí— y si haces buena letra puede ser

—Nono, no lo puedo creer, cuando me dijiste que me tenías que contar algo me imaginé mil cosas pero nunca esto

—Bueno, pasó —me encogí de hombros

—¿Y cómo estás con eso?

—Feliz —sonreí nuevamente— tuvimos unas primeras semanas complicadas pero ahora ya está todo mucho mejor, ella está bien...

—Me alegro mucho en serio —se quedo pensando— por los dos, ahora quiero verla a ella también para felicitarla

—Mmm te diría que seas discreto porque no sé si le contó a alguien más que a Mine, todavía lo está procesando...

—¿Pero qué pasó? ¿qué venía mal?

—El padre... lo conoces, imagínate como se lo tomó —él asintió— le llegó hasta a decir que... —me quedé mudo de repente

—¿Qué? —insistió mi amigo en que termine la frase

—Que yo quiero que no tengamos al bebé —abrió los ojos como platos— si, eso que escuchas, yo lo quiero y todo, pero a veces supera los límites, pero bueno, ahora ya estamos bien

—Bueno, eso es lo importante —me dio una palmada en la espalda, y nos levantamos para ir a cursar

Cuando llegué a casa, Angela ya estaba ahí, tenía una clase menos que yo así que ya había llegado.

—Hola hermosa —la vi de espaldas, la asusté y se dio vuelta de un salto 

—AAAAY, la puta madre —susurró— no me tenes piedad ni en este estado

—Perdón —me reí mientras la abrazaba— es más fuerte que yo ¿qué hacías?

—Nada, estaba acomodando tu ropa que es un desastre —dobló una última remera y me miró

—¿Por qué haces esto vos? déjalo así que para algo tenemos gente —me pego en la cabeza y me miró mal— ¿qué?

—Que no te cuesta nada ser un poco más ordenado, no hace falta que venga otra persona...

—Ya estás hablando como una madre ¿te diste cuenta? —se rió tapándose la cara y me dio mucha ternura

—¿Puede ser? ¿las hormonas ya empiezan a hacer efecto?

—Puede ser —asentí— ¿como te sentis hoy? —pasé una mano alrededor de su cintura y otra la apoyé en su panza

—Re bien —sonrió y bajó la mirada a mi mano— ya llevo más de 24 horas sin vomitar —nos miramos y nos reímos por estar festejando eso

—Te amo, los amo —la abracé apoyando mi cabeza en su hombro

—¿Está mal sentir un poco de miedo? —me dijo de la nada y yo me separé para mirarla

—No mi amor, es súper normal, yo también lo siento y lo habrán sentido todos los padres primerizos del mundo...

—Si, puede ser... —se quedó pensativa

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora