Nuestros silencios - ANGESTIN

XXXIII: Un titulo

Agustín

—Veni acá —la agarré por la cintura y la pegué a mi, quedando en posición cucharita— no te enojes, hablemos

—No quiero hablar, quiero dormir —me respondió de mala gana

—Son dos minutos —la giré hacia mi, tan chiquita que podía moverla como quisiera y eso siempre me daba bastante poder

—¿Qué queres hablar? yo no le tiré nada —me empezó a explicar— ella se chocó conmigo, y hasta creo que lo hizo a propósito

—Bueno, está bien, te creo —traté de hablarle con mi voz más calma para tranquilizarla a ella también— lo único que quiero es que sepas que te amo a vos, y no tengo ojos ni corazón para nadie más, es lo que más me importa —esbozó una sonrisa y aproveché para abrazarla

—Lo mismo digo —me susurró cuando se separó, aún muy cerca de mis labios

—Eso espero, porque si yo tuviera la posibilidad de cruzarme con Franco como vos te cruzas con Jenny, ya le tendría que haber pegado varias piñas —ella me miró como si estuviera diciendo una locura— ¿qué? no nos olvidemos que estuviste con él —le recordé— y que se nota de acá a la china que se muere por vos —miró hacia otro lado, porque sabía que no podía negármelo

—Si llegara a intentar algo, le voy a aclarar que estoy enamorada de vos —me dijo mientras me agarraba de la cara con ambas manos— hoy y para siempre —pensó— ayer, hoy y siempre —se corrigió en medio de una risa— me puse a pensar que no sé desde cuando te amo de esta manera, pero siento que hace bastante

—Yo siento lo mismo, p

—No —me interrumpió— mentira, la que te amó desde que supo lo que es el amor, fui yo, vos no me dabas ni la hora —abrí la boca indignado ante lo que escuchaba

—No quiero iniciar una discusión, pero cualquiera lo que decís

Flashback

—Dale, decime, ¿es bueno o malo? —le pregunté ansioso

—Mmm —pensó— bueno, bah, es algo que me pasó hoy... con un chico —me dijo con vergüenza y agachó la mirada

—¿Con quién? —era lo que mi curiosidad primero quería saber

—Uno de mis compañeros, pero no te voy a decir quién porque después te pones goma —ya me conocía y sabía que era más cuida que su propio padre

—No te vas de acá sin decirme nombre completo, dirección, teléfono y tipo de sangre —le dije y se rió, con esa risa angelical que me daba vida siempre

—Tato —me confesó finalmente, y una extraña sensación recorrió mi cuerpo, se trataba de su mejor amigo del colegio, con la diferencia que la conocía hace menos tiempo que yo y que tenía su misma edad, por lo que compartían más cosas acorde a eso— igual para —frenó lo que podría ser mi primer comentario interrogador— solo fueron besos, daba para algo más pero yo no quise

—Respiré —pensé en voz alta y ambos nos reímos, seguramente ella podía notar mi grado de tensión— espero que me digas la verdad

—¿Eh? ¡obvio! ¿por qué te mentiria? —exclamó indignada— igual no pasó hoy, pero podría pasar en cualquier momento... —sonrió insinuante y yo no pude evitar mi expresión de que no me gustaba para nada la idea— ¿Que? —me leyó los gestos— ¿no te vas a poner celoso no?

—¿Qué decis? —me mordí el labio como diciéndole "que hambre"— no tendría por qué —pensé y ella me miraba expectante— ni arranca al lado mío —le dije y se rió sorprendida por como terminé la frase