VIII: Amiga mía

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Ángela


Horas antes...


─No, no me contestó y acá me aparece que ya lo vió ─me dijo Minerva, después de que le pregunté por tercera vez

─Que hijo de puta, encima no me responde ─me crucé de brazos, miré a mi amiga esperando alguna especie de opinión, pero estaba completamente en otra, concentrada en su celular─ ¿qué es lo que lees tanto?

─Em ─pensó unos segundos─ ¿no querés que hagamos algo? digo... por lo que vemos se están yendo todos de joda, entre ellos Agustín y ésta chica, ¿y vos te pensas quedar tirada en la cama por un rasguño? 

─Te conozco, estás preparando el terreno para convencerme de algo que ya te imaginas que no voy a querer ─revoleo los ojos y se río como si la hubiera descubierto─ contame, ¿qué querés hacer?

─Toto me está hablando para que vayamos a tomar algo, creo que es la noche más linda en lo que va del verano ─ambas miramos hacia mi balcón corroborándolo, no hacía mucho calor, corría una brisa tibia de esas que no llegan a despeinarte, y la luna estaba llena, iluminandolo todo─ y no hay chances de que te deje sola ─agregó─ así que estaba pensando...

─No ─la interrumpí─ no quieras que invite a alguien porque no, no tengo ganas

─Pero no te digo a cualquiera, ¿por qué no le decís a Franco? que vienen con super buena onda

─Menos, nos vimos ayer Mine, es un montón

─Ay por qué pensas tanto todo boluda, tampoco se van a casar por salir dos veces a comer, y a parte acá seríamos los cuatro, la noche está hermosa, todos salen ─volvió a remarcar eso─ él te gusta y es divino, quién pudiera

─Bueno basta ─le revolee un almohadón─ solo para no escucharte más porque sino me vas a taladrar la cabeza hasta mañana ─agarré mi celular dispuesta a escribirle a Franco

─Esa es mi hija ─me respondió sonriente y con aires de triunfo

─Ya está ─le dije dejando el celular a un costado─ pero te odio, porque no quiero andar con esta cicatriz horrible, encima está para short o pollera si o si ─hice puchero y apoyé mi cabeza en mis manos

─Pero ahora que te sacas esa gasa y te limpias vas a ver que lo que queda de cicatriz es minimo y te lo tapas con una curita, dale movete ─me agarró de un brazo y tuve que pararme si no quería que me tire de la cama


Ella entró a bañarse primero y después lo hice yo. Cuando salí la vi con su short de jean de la tarde y con un top mío que claramente había buscado en mi placard.



─Ah, pero qué lindo que te queda mi top ─ambas reímos cómplices, siempre vivíamos prestándonos ropa por estas salidas improvisadas

─¿Qué es eso que tenes en la pierna Ángela? ─me miró y se llevó una mano a la cabeza en expresión de desaprobación

─¿Qué? ─me reí y posé exageradamente─ ¿no te gusta mi curita? si querés que vaya con mi cicatriz, la voy a decorar a mi manera ¿ok?

─Veinte años cumpliste mi amor ─siguió negando con la cabeza y yo le saqué la lengua─ a parte te imagino comprando curitas de Minnie y no lo puedo creer

─Ahora vas a ver que me va a combinar con la ropa ─me miró mordiéndose los labios y luego se dispuso a terminar de arreglarse

Yo seguía envuelta en una toalla, así que me puse a buscar rápidamente lo que pensaba ponerme. Luego de dudar unos minutos, me decidí por un remerón largo que usaba de vestido, era un poco suelto arriba y más al cuerpo en la parte inferior. Negro y con letras rojas. Después de consultar con Mine agarré también una campera de jean, y en los pies volví a ponerme mis zapatillas negras, con lo que me costaba caminar por la rodilla, ante todo necesitaba comodidad. 

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora