XXVII: Alguien

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Angela

—A mi me parece que vos estás demente

—Gracias amiga —le respondí con una sonrisa irónica a mi amiga, que era siempre tan amable

—Además creo que ésta prueba va a ser más para vos que para nadie

—¿Por que para mí? —pregunté porque no entendía a qué se refería

—Y si, no te vas a aguantar nada verla con él, ahora porque siguen pegados las 24 horas ustedes, ¿pero mira si empieza a pasar más tiempo con ella?

—Yo voy a tener que hacer lo mismo con otras personas —le respondí y ella revoleo los ojos

—Me muero por ver todo esto —se rió malévolamente

—Yo me muero por verte empezar a resumir —le saqué la lengua y me miró mal

Esa noche nos dormimos un poco tarde porque nos colgamos mirando una serie que amábamos de Netflix.
Al día siguiente sólo cursábamos una materia después del mediodía. Y yo a la tarde tenía otras horas de taller, que en este caso eran de baile.

—Daaaaaale —insistí— DALE AGUSTIN —prácticamente le grité y algunas personas de alrededor giraron a mirarnos

—Por enésima vez —se acercó un poco más a mi— NO, yo solo voy a ir a canto, no sirvo para bailar

—El casting que pasaste no dice lo mismo —le sonreí y empecé a pegar pequeños saltitos en el lugar como una nena chiquita

—¿Qué le pasa a esta loca? —dijo Andy sumándose a la fila del kiosco, los primeros días de cursada había que esperar en todos lados

—Me quiere hacer ir al taller de BAILE —se rió irónicamente

—Si vos pensas —Andy me miró fijamente— que podes hacer con él lo que vos quieras —pensó un instante— estás en lo cierto —terminó diciendo en medio de una risa y Agustin le pegó en la cabeza— así que nada, esperalo que en cinco está ahí —me guiñó el ojo y yo no pude evitar reír también

—Ni en pedo —Agus se cruzó de brazos y seguía intentando mantenerse serio— NO es NO

—Bueno, mientras ustedes debaten me colo —dijo Andy y se acercó a la kiosquera que miraba expectante

—Porfa, no quiero ir sola —lo miré haciéndole puchero y abrazándolo por la cintura

—Lo mismo me dijiste para cantar y terminaste queriendo hacerlo sola —no me miraba y parecía todavía indignado con eso

—Ya te dije por qué fue, tu otra amiga te preguntó primero —ni yo me creía lo que estaba diciendo— acá vamos a ser solo vos y yo, alta pareja de baile —le agarré las manos y lo empecé a mover como simulando que bailábamos, permaneció serio unos segundos hasta que no pudo evitar sonreír

—Sos pesada eh —me dijo y se adelantó porque era su turno de comprar— ese alfajor —le señaló— y esto —parecía que lo que agarraba era un chocolate, y yo rogaba que fuera para mi— ¿todavía estás acá? —me preguntó cuando terminó, se dio vuelta y me vio ahí parada

—Si —sonreí ampliamente— ¿vamos? —le estiré la mano mirándolo con mi mejor expresión para dar lástima, él me la dio pero se quedó en el lugar, todavía no lo convencía

—¿Cómo te la bancas? —le preguntó Andy que volvía de tirar algo en el tacho de basura, y yo lo fulminé con la mirada

—Es lo que me pregunto hace veinte años, desde que nació —le dijo él

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora