LVII: Son los papás

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El video de la portada es un regalito (escena re conocida pero para que la vean y recuerden)
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Agustin

Hacia una semana, Luna había cumplido cuatro meses. Lo llevábamos mejor de lo que nos hubiéramos imaginado. Lo que no sabíamos lo preguntábamos o lo buscábamos, y siempre teníamos el apoyo de nuestra familia. Seguimos con Lucia como niñera, y más allá de algún que otro comentario, no tuvimos ningún problema en relación a eso con Ángela. Estábamos en nuestra nube de felicidad, los tres, y todo lo demás era accesorio.

—¿Se acabaron? —pregunté preocupado

—Este es el último —me respondió Ángela, terminando de acomodarle el pañal a nuestra bebé

—Mira la hora que es —me molesté un poco porque no me haya avisado antes

—Mentira —rió— hay otro paquete guardado —la alzó a upa y empezó a caminar al sillón— me gusta ver tu carita de preocupación nomás —volvió a reír y yo me quedé en el lugar de brazos cruzados— daaale, no te enojes, veni —me hizo un gesto con la mano para que me siente a su lado

—Sos muy graciosa eh —le dije mientras pasaba un brazo por alrededor de su cintura, y ella apoyaba su cabeza en mi hombro— es muy graciosa tu mamá —le di un beso en la nariz a Luna y en seguida sonrió— seguro vas a ser igual de graciosa que ella —Ángela revoleó los ojos— ya sos igual de hermosa

—No la quieras arreglar —me miró con una media sonrisa

—Te amo —le dije acercándome a su boca, y pude notar como bajó la guardia automáticamente y puso expresión de ternura

—Yo también, mucho —estábamos a centímetros de besarnos cuando Luna hizo una mueca que nos llevó a mirarla— se pone celosa

—¿Pero como si yo tengo amor para las dos? —le hablé en tono de bebé y le hice cosquillas logrando que se ría

—¿Solo para nosotras no, papá? —habló Ángela por ella

—Mi amor es todo de ustedes —le di un beso a cada una y nos abrazamos— ¿Quienes son los papás de esta belleza? —continué con las cosquillas y Luna riendo

—¿Te imaginabas esto? —me preguntó Ángela varios minutos después

—¿Qué?

—Esto —nos miró— que íbamos a formar una familia... que íbamos a ser papás tan jóvenes

—Creo que lo presentía —ambos nos reímos— pero si, te dije que siento que siempre lo supe —nos abrazamos más y disfrutamos del silencio unos minutos, hasta que sonó el teléfono

—¿Hola? —pregunté, sin imaginarme quien podría llamar a la línea fija a esa hora

—¿Señor Casanova? —pronunció una voz dubitativa que no podía reconocer

—Si, ¿quién habla?

—Policía, llamo para informarle que sus padres tuvieron un accidente de tránsito —mi corazón se aceleró tan rápidamente que crei que se me iba a salir del pecho

—¿Agus? —escuché a Ángela y sentí que me movía— mi amor, despertate —me movió y abrí los ojos, suspiré al darme cuenta que todo había sido una pesadilla—¿estabas soñando?

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora