I: A puertas cerradas

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Nota de autor: Siempre amé basarme en hechos reales, pero se fueron bastante al pasto así que acá me permití flashear fuerte. Ya les había contado que la idea era una historia de cero que poco tuviera que ver con ellos, así que de eso se trata. Acepto comentarios y sugerencias más que nunca porque esto es bastante distinto a lo que suelo escribir, no me abandonen.

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Ángela


—¿Me estas escuchando? ¡Agustin! —le grité mientras intentaba no mojar el celular con el agua de la ducha

—Sisi, me distraje un segundo porque creo que me tocaron el timbre, pero si, voy a tu casa primero, nos vemos ahí —me cortó sin darme lugar a saludarlo, pero le agradecí porque si seguía así en cualquier momento se me caía el celular al agua

Esta noche era la fiesta de cumpleaños de mi mejor amiga. Con la que había compartido toda mi vida, bueno, desde los cuatro años que pisamos el jardín. Llegaban sus 20, edad que yo ya había cumplido unos meses atrás.

—¿Hola? —saqué la cabeza y un brazo de la ducha nuevamente, para atender el celular, como yo organizaba todo, estaba más solicitada que nunca

—Perdón que te corté, se me cayó el celular —era la voz de Agustin

—¿Para eso me llamas boludo? estoy en la ducha te dije ─le grité

—Nunca me dijiste que estabas en la ducha —se quejó

—¿Ah no? —pensé en voz alta, y él hizo un ruido como negándolo— bueno pero se escucha, encima con la paja que sabes que me da bañarme... no termino más

—Me hubieras avisado y te ayudaba —sonreí al escuchar eso— con la organización, obvio —ambos reímos, con esa complicidad de siempre

—Todavía estás a tiempo, si queres llegar un ratito antes me podes ayudar, y ahora dejame terminar de bañarme —corté y volví a la ducha, decidida a no volver a atender hasta que saliera

Agustín es mi otro mejor amigo, él si de toda la vida, nuestros padres lo fueron casi la mitad de la suya, y desde antes de quedar embarazadas, nuestras mamás sabían que íbamos a ser como hermanos. O algo así pensaron.

—Si amiga, vos déjame a mi, solo dedicate a ponerte más hermosa de lo que sos, y nos vemos más tarde —fue el audio que le mandé a Minerva, ni bien salí de la ducha

La fiesta iba a ser en la quinta de mis papas. No voy a negar que estamos muy bien económicamente. Él es productor de cine y televisión, aunque solo se dedica al cine, y mi mamá trabaja en casi todos sus proyectos como maquilladora. Yo estoy estudiando economía en una prestigiosa universidad privada. Me gustaba poco, aunque lo suficiente para aprobar. Desde chiquita, caminando por los sets de grabación a los que me llevaba mi papá, quise ser actriz, y cantante. Pero a él siempre lo escuche decir que yo iba a estudiar una carrera y ser la intelectual de la familia, que eso lo iba a enorgullecer mucho, y además, aunque trabaja en el ambiente, cree que lo artístico es para mediocres. Entonces acá estoy yo, tratando de que esté orgulloso de mí.

—Bueno hija, ya hablé con los caseros, te dejan todo listo y ni bien llegas se van, ¿necesitas algo más? —fue el mensaje que recibí de Marcelo, mi papá

—Nada pa, mil gracias ─le respondí

Y de esa manera, cumpliendo con sus expectativas, era que lograba tener todo lo demás. Nunca me decía que no a nada, al igual que mi mamá, que era el triple de liberal. Aunque a veces no sé si eso está tan bueno, últimamente me había vuelto un desastre, y mis caprichos me traían problemas.

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora