L: Culpable

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Agustín

Mientras la atendían nos pidieron que nos quedemos afuera. Mis papás habían llegado tan rápido que ya estaban conmigo tratando de calmarme. Sentía que el mundo se me venía abajo. Y sobre todo, me sentía culpable.

—Esto es mi culpa mamá —le dije entre lágrimas y la abracé

—¿Qué decis? no hables pavadas —me apoyé en su hombro como hacía de chiquito y cerré los ojos

—Si, le grité y le dije cosas feas, y así se empezó a sentir mal

—Tenía que hacer reposo y salió —me dijo ella— pero igual no es culpa de nadie, ninguno haría nada a propósito, no pienses en eso —nos separamos y yo asentí no muy convencido

En eso un médico sale de la sala en la que se encontraba Ángela y se acerca a nosotros con expresión de preocupación. Sentía mi corazón latir muy fuerte, creo que nunca había tenido tanto miedo en mi vida.

—¿Y? —le pregunté con ansiedad

—Tiene que quedarse en observación esta noche

—¿Pero está bien? ¿puedo pasar a verla? —el doctor asintió y entré con cuidado— mi amor —a penas abría los ojitos pero podía notar que estaba despierta, intentó hablar pero puse mi mano en su boca— no digas nada, tranquila, descansa —apoyé mi mano en su panza y la acaricié— perdoname, por lo que te dije... no quería —me acerqué y dejé un beso en sus labios, ñ me sonrió— ¿sabes que te amo no? las amo —asintió y yo apoyé mi cabeza en su pecho, ella llevó sus manos a mi pelo y empezó a acariciarme

—Es mi culpa —susurró— decime qué pasó —su voz sonaba angustiada, como si estuviera por llorar

—No mi amor, no digas eso —me sacaré y acaricié su mejilla— y está todo bien, no te preocupes, están bien —ambos sonreímos y en ese momento ingresó una enfermera

El horario de visitas terminó pero permitían quedarse a un acompañante. De a ratos dormí en el sillón que allí se encontraba, pero no podía parar de estar pendiente de si Ángela y Luna estaban bien o necesitaban algo. Por suerte no hubo ningún sobre salto, durmió toda la noche de corrido y al día siguiente nos dieron el alta con indicación de reposo absoluto.

—Así que me tengo que quedar acá —dijo ella al acostarse en la cama de nuestra habitación

—Si —la miré de reojo mientras acomodaba los bolsos que habíamos llevado— ahí quietita

—Te prometo que si, perdón —se acomodó y se abrazó a la panza

—Pero me voy a quedar con vos para que no te aburras —caminé hacia ella y me acosté a su lado

—¿Qué? —me preguntó sorprendida mientras yo la abrazaba, haciendo que apoye su cabeza en mi hombro

—No voy a volver a la facultad hasta que estés mejor —le dije— y ya está decidido —agregué interrumpiendo su respuesta, que por su expresión sabía que era en desacuerdo

—No hace falta, puedo quedarme sola Agustin

—Me quiero quedar, ni si quiera es porque te quedes sola... si mi mamá me ofreció cuidarte 24 horas si era necesario, pero no —la abracé aún más— me voy a quedar yo

Los siguientes días los pasamos viendo series, mirando en internet cosas que pensábamos comprar para la bebé, y entre muchos besos y mimos.
A la semana, el doctor nos dijo que todo seguía bien, así que regresé a la facultad porque ya no me quedaban más faltas, y tenía exámenes que rendir.
Una tarde cuando volví a casa, escuché las risas de Angela y mi mamá desde la puerta.

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora