LIII: Papás

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Agustín

Dos semanas después seguíamos sintiéndonos en un mundo completamente nuevo, cada hora que pasaba era un aprendizaje y una vivencia especial, nos íbamos descubriendo como padres...

—¿Se durmió? —le pregunté susurrando cuando entré a la habitación

—Si —me respondió ella con una sonrisa, mientras la miraba atentamente

—Que bueno —me acosté del otro lado de la cama, quedando Luna en el medio, ambos la acariciábamos suavemente

—¿No es hermosa? —me preguntó Ange sin despegarle la mirada

—Es la más hermosa del mundo, tiene tus genes

—Y los tuyos —me miró

—Pero es nena así que más tuyos

—Mejor no hablemos de genes que estudiamos economía nosotros eh —ambos nos reímos olvidándonos que una bebe de una semana dormía entre nosotros

Luna hizo un ruido y nos callamos automáticamente, llevando una mano a nuestra bocas. Siguió durmiendo plácidamente, por suerte no la despertamos. Al rato nos dormimos nosotros, solo por unas horas hasta que volvió a despertarse. Ya nos habían alertado que las primeras semanas íbamos a dormir por tramos.

—Tiene hambre —me dijo Ange al escucharla llorar 

—¿Segura que es eso? —yo la miraba con detenimiento, me parecía demasiado colorada

—Si —me respondió con seguridad y la acomodó para darle la teta

Luna se prendió y se calmó automáticamente. Me sorprendía lo mucho que Ángela podía conocerla en tan poco tiempo, ¿sería un instinto de madre?

—¿Como sabias que tenía hambre? —le pregunté en voz baja

—Calculo los horarios en los que come —dijo con naturalidad

—Sos lo más —le acaricié el pelo a ella y luego a nuestra bebé

—Ay —me miró con ternura– ojalá, me da tanto miedo hacerlo mal...

—Lo haces todo bien mi amor, ella te ama, como te amo yo —volví a mirarla y me acerqué para darle un beso

—A vos también te ama, cuando tiene un berrinche solo se calma en tus brazos o en los míos —ambos le acariciamos la carita

—Es verdad, que loco no...

—¿Qué? —se rió ella

—Que un ser tan chiquito, con tanto tiempo de vida, nos reconozca y seamos tan importantes para ella... —me miró con ternura y se mordió el labio— no hagas eso —rogué

—Me matas —me dió un beso— somos sus papás —el ruido de la puerta nos interrumpió— ¿esperamos a alguien? —negué con la cabeza y me levanté a atender

Espié por la mirilla de la puerta y vi a mis amigos, me sorprendí, no me habían avisado nada pero ahí estaban, y no sabía que tanto le podía gustar a Angela esta sorpresa. Estas primeras semanas con la bebé había estado completamente cerrada a recibir ayuda y a que la visitara mucha gente, quería estar tranquila y todos la entendieron.

—¿Qué hacen acá? —le susurré a Gabi mientras le abría la puerta

—Heeeey hola che —habló fuerte y le hice un gesto con la mano para que bajara la voz

Saludé a Jenny que venía atrás y a todos los demás.

—Vinimos de sorpresa —sonrió ella, y si, yo me estaba dando cuenta

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora