XXXVII: Beneficio de la duda

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Nota de autor: está sin revisar xq tengo sueño, cualquier error me pueden decir :)

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Ángela

—¿Qué? ¿estabas esperando que me vaya para venir? —le respondí entrecerrando los ojos

—La verdad que si, porque me estoy por llevar a mi amigo de joda —le guiñó el ojo— ahora que me lo liberas

—Callate imbecil —le susurró Agustin al oído— no le hagas la cabeza —yo lo miré mal a escuchar que le decía eso

—Pero si estoy jodiendo —se defendió Andy, pero mi expresión continuaba

—No le des bola mi amor, es un estupido —Agus me abrazó y me dio un beso en la cabeza

—Todo mal con vos eh —lo señalé a Andy con el dedo y lo fulminé con la mirada, él me sacó la lengua y entro dejándonos solos

Nos abrazamos unas vez más, nos dimos un último beso, y sin decir nada para no alargarla más, nos separamos. A penas pisé la vereda, apareció el auto de mi papá, y por su expresión supe que estaba enojado. Me había demorado bastante, así que me estaba pasando a buscar.

—Sabes que, quedate si no queres ir —me dijo desde la ventana, sin abrirme la puerta

—¿Qué? ¡No! ¡si quiero ir! —miré a mi mamá buscando su ayuda, pero ella no parecía querer dármela

—¿Todo bien? —preguntó Agustin que seguía en la reja

—Papá —le supliqué pero seguía en su postura

—Quedate, ya dejamos tus valijas en casa, hace veinte minutos tendrías que haber estado ahí —tragué saliva al escuchar eso, porque no me había dado cuenta que había pasado tanto tiempo, y no tenía defensa posible

—Perdón —él negó con la cabeza y arrancó, mi mamá me tiro un beso que me dejó un poco más relajada

—¿Qué pasó? —Agus al ver que se fueron, se acercó a mi

—Me dejaron —sonreí con angustia, estaba evitando no largarme a llorar

—¿Por que? —él estaba sorprendido porque al igual que yo, ni idea debía tener del tiempo que había pasado desde que me pidieron que vaya

—Hace veinte minutos teníamos que salir, y me estaban mandando mil mensajes —empecé a revisar el celular— y yo ni lo tenia a mano, bueno —suspiré— ya está —lo abracé y entre sus brazos dejé salir la angustia acumulada, siempre que sentía que los decepcionaba aunque sea un poco, me ponía muy mal

—Bueno mi amor, tranquila —me acariciaba el pelo con una mano y la espalda con la otra— en un rato se les pasa y ya te están preguntando cómo estás, ya los conoces —se separó para mirarme— mira el lado positivo de que te quedas acá —me sonrió y yo hice lo mismo

—Holaa —la voz de pito me hizo darme cuenta que se trataba de Jenny, cuando giré vi que venía con varios más de los compañeros de Agustin, que también nos saludaban, pero por alguna razón yo solamente escuchaba la voz de ella

Salude con la mano intentando fingir buena onda y volví a girar a mirarlo a él. Revolee los ojos.

—Me voy —le di un beso corto y me acomodé el bolso en el hombro

—No para, quedate —me frenó— pasen, esta abierto —les dijo a sus amigos y ellos lo hicieron

—Pero van a estudiar ¿a que me voy a quedar? —le dije tratando de mostrar la mayor tranquilidad, porque no quería estar ahí estorbando— voy a estar acá a la vuelta, así que nos vemos después —lo abracé por la cintura y le sonreí para que se relaje

Nuestros silencios - ANGESTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora