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20 de Junio del 2017

Todo daba vueltas a dos simples palabras: ¿por qué?

¿Por qué no pelear? ¿Por qué darse por vencidos? ¿Por qué desperdiciar todo ese amor?

Sophia jamás había llorado por un chico. Ni siquiera por su primer novio. Ella sabia que Ethan era distinto, pero algo en ella hizo click al darse cuenta que las lágrimas que estaba derramando eran por él.

No entendía cómo podía doler tanto, cómo podía ser tan injusto: ella siempre había hecho todo lo posible para hacerlo sentir bien, entregaba todo de sí. Y ahora sentía que su corazón estaba en juego, tal vez no podría salir de ésta.

Limpió rápido sus lágrimas cuando su mamá golpeó su puerta y seguido abrió, sin esperar respuesta.

Iris ablandó su mirada y sintió una sensación rara en el pecho. No podía ver a Sophia así.

La muchacha, al notar cómo su madre casi lloraba con ella, volvió a romper en llanto.

Su madre se aproximó rápidamente a la cama, cerrando detrás de sí la puerta. Se sentó a su lado y la abrazó, como nunca antes lo había hecho.

Y es que hay distintos tipos de abrazos de madre: están los abrazos felices que son para momentos lindos (cómo para las buenas calificaciones), los abrazos de reconciliación, los abrazos de consuelo... Pero ahora, Iris le estaba dando por primera vez el abrazo para el corazón roto.

—¿Sabes Sophie? —habló luego de unos segundos, en los que solo se dedicaba a acariciarle el cabello.—Te he llevado conmigo 9 meses, tu corazón y el mío han llegado a latir al mismo tiempo, eres mi única hija —agachó su vista para mirarla, limpiándole un poco las lágrimas.—Por nada del mundo voy a permitir que alguien, sea quien sea, lo quiera o no, lastime lo que tanto cuidé. Y aunque odie que esa persona sea Ethan, no quiero que llores más por él, cariño.

Sophia levantó la vista y se incorporó un poco.

—Yo también odio que sea él quién me hace llorar, mamá—sollozó, a pesar de estar haciendo todo esfuerzo de retener el llanto para poder hablar.—Pero no entiendo si he hecho algo mal, no entiendo por qué ahora, si comenzó hace tiempo y no me di cuenta...—tragó saliva mirando a la nada.—¿Por qué ya no me quiere? Porque supongo que es eso; que ya no me quiere. De otro modo, ¿por qué me haría sufrir tanto, si en realidad me quisiera?

Iris ya no sabía qué más decirle; jamás se imaginó tener que prepararse para reparar un corazón roto, y menos el de su propia hija. Jamás creyó tener que juntar todos los pedazos de Sophia, y sin embargo ahí estaba, limpiando cada lágrima y escuchando todos sus sollosos.

Le continuó acariciando el cabello, mientras seguía llorando y preguntaba cosas. Preguntaba por qué tenía que sufrir tanto, por qué no simplemente lo olvidaba y comenzaba a odiarlo y así sería más fácil.

[•••]

No estaba lista para ver a Grayson, para nada lista. Aunque lo quisiera, no podía.

Era muy contradictorio, porque a su vez quería abrazarlo y llorar en sus brazos, pero sería como llorar abrazada a Ethan. Y sus piernas flaquearon de solo pensar en esa sensación.

Quería sentirse apoyada por su mejor amigo, sabía que él estaba ahí a pesar de todo y por sobre cualquier cosa.

Todo tipo de miedo, de inseguridad, se esfumó cuando sintió el auto de Gray aparcar frente a su casa. Bajó las escaleras cómo cuando era pequeña, con ansiedad. Cómo cuando Ethan regresaba de un viaje o no se veían por mucho tiempo.

Le abrió la puerta, mientras él aún caminaba para llegar a ella. Alzó la mirada a Sophia y no supo qué hacer, o si debía hacer algo. Asique le dio una pequeña sonrisita, intentando calmar esa sensación de inquietud que le notaba desprender a su mejor amiga.

Y estando frente a frente, ella quedó inmóvil, mientras sus ojos se cristalizaron. Grayson sabía que con un abrazo rompería en llanto, y eso lo haría llorar a él. Pero no podía aguantar las ganas de tranquilizarla, las ganas de intentar juntar todas las piezas de una Sophia rota y dolida.

Siempre la había visto como una de las mujeres más fuertes que tenía en su vida, pero en el momento de rodearla con sus brazos y que ella comenzara a llorar, le hizo entender lo difícil que era ser mejor amigo de una chica.

Nunca imaginó tener que estar consolándola, desde que la conocía, jamás la había visto llorar, y no porque nada la ha entristecido, sino porque nunca se ha sentido tan mal a tal punto de tener que llamarlo porque el dolor era demasiado, justo como ahora.

Y se dio cuenta que, a partir de ese momento, ya conocía a Sophia a la perfección, en todas sus etapas, y estaba bien, ahora se sentía más cerca de ella.

Sophia | Ethan DolanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora