19 de Junio del 2017
—Buenos días —Sophia escuchó, mientras comenzaba a estirarse en la cama.
Volteó y encontró a Ethan con los ojos entrecerrados, recién despertándose.
—Lamento haberte despertado... —le dijo sonriendo de lado.—Buenos días, bab.
—No me molesta, para nada. ¿Quieres que te ayude a preparar el desayuno? —habló con la voz ronca.
—Puedes quedarte un rato más, tengo que prepararme aún —se levantó, no sin antes darle un beso en los labios.—Ya regreso —salió del cuarto y fue al baño.
Ethan cerró los ojos unos segundos. Usualmente no le agradaban los Lunes, le hacía recordar a cuando iba a la escuela, pero el despertar junto a su novia le hacía olvidar esa sensación.
Durmió casi 20 minutos más. Sophia repartió besos por su rostro para despertarlo, y sonrió por ese gesto.
Ya estaba bañada y cambiada. Sintió el olor de su perfume, como si estuviera justo debajo de su nariz.
—Voy a preparar el desayuno, ¿quieres algo en específico? —preguntó la muchacha, apoyada para no aplastarlo.
—La verdad, tengo muchas ganas de unos waffles —dijo con honestidad.
—Hecho, waffles serán —le dio un beso corto.—Tu cámbiate y yo iré a despertar a los chicos —le dijo, poniéndose el calzado.
Se levantó de un salto y salió del cuarto. Ethan la miró, no sin antes hecharle una vista a su trasero.
Sonrió mientras se sentaba en la cama y refregaba sus ojos.
Bostezó y se levantó rápidamente. Se puso su pantalón y fue al baño del pasillo, antes de que alguno de los gemelos lo necesite.
Lavó sus dientes con el cepillo que tenía en el gabinete, su rostro y orinó. Podría haberse duchado, pero no le daba el tiempo.
Al salir, Evan caminaba medio dormido hacia él, mejor dicho hacia el baño.
—Buenos días, Ev —le dijo, aguantando una risa.
El niño le hizo un movimiento de cabeza y siguió su camino hasta entrar al baño.
Escuchó el sonido de ollas y fuentes en la cocina. Supuso que Sophia estaba comenzando con el desayuno.
Regresó al cuarto por su camiseta y teléfono, se encaminó a las escaleras y las bajó para ir con su novia.
—Eso fue rápido —lo molestó la muchacha.
Casi siempre a Ethan le faltaba fuerza de voluntad para levantarse.
—Los waffles me incentivan —se acercó, apoyó su mano en la cintura de Sophia y le besó la mejilla.—¿En qué ayudo?
—Pásame la harina y los huevos —pidió, señalando los gabinetes altos.
Juntos prepararon la mezcla, y mientras Sophia los cocinaba, Ethan preparó la mesa.
—¿Mermelada de frambuesa o frutilla? —preguntó él, con la cabeza metida en la nevera.
—Saca ambas, comerán cualquiera —puso los waffles sobre la mesa, perfectamente ubicados sobre un plato grande.—¡Chicos, el desayuno! —gritó lo más alto posible, para que sus hermanos la escuchen desde arriba.
Cuando sus padres viajaban, solía ponerse en un rol más adulto, tenía que hacerse cargo de que sus hermanos estén listos a horario para poder ir a la escuela, debía preparar el desayuno y luego pensar en el resto de las comidas del día.