23 de Junio del 2017
Para Sophia era increíble estar ahí, parada, frente aquella cafetería, y estar a punto de hacer lo que menos esperaba.
¿Esto significaba que ya no había vuelta atrás? Que era el fin, una etapa acabada.
Agachó su mirada a las cosas que llevaba dentro de la caja. Era la única forma de dejar de sufrir, aunque sabia que siempre sufriría por Ethan. Las miró por última vez, inhalando el olor que desprendían, y caminó tratando de verse segura, lista para cualquier cosa.
Frenó un rato en la entrada, buscándolo con la mirada. Y lo encontró, ahí estaba, viéndose tan perdido cómo sólo él sabía estar.
Caminó hacia la mesa en la que estaba sentado, esperando unos segundos hasta que él notara su presencia.
Despertó de sus pensamientos, y alzó sus ojos al encuentro de los de ella.
—Hola —dijo sorprendido.
—¿Creías que no vendría? —alzó una ceja, dejando la caja sobre la mesa, y seguidamente se sentó en la silla.
—No... Yo n-no lo sé —admitió Ethan, un poco apenado.—Tal vez tardarías, no sé lo que creía.
—Bueno, pues creo que aquí está todo. Camisetas, un peluche, tus lociones, el cepillo de dientes... —lo miró.—Es tuyo.
Recordaba cada momento, cada cosa: El momento en el que decidió reservarle un cepillo de dientes extra, el día en el que Ethan se llevó sus lociones para aplicarlas antes de dormir, todas las veces que regresaba a su casa con camisetas de él porque olvidaba dónde quedaban las suyas.
Ethan tragó en seco.
—¿Me pediste devolvernos nuestras cosas para verme sufrir? —preguntó él con la garganta cerrada, sintiendo las lágrimas a punto de salir.
—Te pedí devolvernos nuestras cosas porque ya no aguantaba verlas —levantó la caja y se la dejó de su lado de la mesa, tomando la de sus pertenencias.—No soporto tener que ver esto... —susurró.—¿Qué hay de lo mío?
—Pues... —le costó un poco recomponerse, pensando en que merecía el trato, luego de lo que él hizo.—Está tu ropa, unos CD's, el cargador de repuesto, una bufanda... Sinceramente quiero quedarme los regalos, Sophia. Son muy importantes.
Los primeros CD's que intercambiaron, aquel raro impulso de darse un CD por semana, para tratar de conocer más sus gustos en música (lo cuál no duró más de un mes).
La bufanda que, para Sophia, combinaba bien con todo, incluídos los pijamas. Solía desfilar con ella cuando estaban aburridos, acabando el largas sesiones de besos.
—Si, ya lo creo —respondió irónicamente.
Revolvió la caja, mirando qué de sus cosas estaban dentro. Ethan frunció el ceño.
—¿Qué se supone que significa eso?
Ella lo miró.
—Lo que dí a entender, Ethan. ¿Enserio tan importantes son para tí luego de que tú rompiste conmigo? —cuestionó, a la defensiva.
—Sabes por qué hice lo que hice, te lo dije...
—Pues para mi no tiene sentido —negó, comenzando a llorar.—Quiero que me respondas con sinceridad... ¿Tu realmente me amabas?
Ethan soltó todo el aire de sus pulmones.
—Por supuesto que te amo, Sophia. Ahora, mañana, y al día siguiente... Siempre —se encogió de hombros.
Esa respuesta fue suficiente para que Sophia tomara su caja, se levantara y se fuera.
Ethan reaccionó y la siguió.
»¿A dónde vas? —le preguntó, frenándola.—Soph, yo...
—¡Déjame! —sollozó.—Te odio. Te odio por lo que hiciste, por lo que acabas de decir.
—¡Pero es verdad!
—¡Lo sé! ¡Por eso mismo! —volteó a mirarlo, con el rostro empapado.—¡Me dejaste ir, Ethan! Cuando amas algo, peleas por ello... ¡No peleaste por mi! —aguantó un llanto desgarrador, que hasta hizo llorar al pelinegro.—¡Me prometiste que pelearías, que pelearíamos juntos ante cualquier cosa! Y al primer problema te paralizas y no haces nada... ¡Ni siquiera lo intentaste! —lo empujó con la caja.
—Hice lo mejor...
—¿¡Acaso crees que es lo mejor!? ¿Enserio? Porque estás muy equivocado. Cuando terminas una relación es porque ya no hay amor, cuando no hay nada más que valga la pena, ¡cada centímetro de la relación valía la pena! Cada centímetro —sollozó sus palabras.—Yo no necesitaba que me alejaras... ¡Necesitaba que me amaras, Ethan! —cerró los ojos, deseando controlar su llanto.
—¿Cómo puedo repararlo...? —limpió sus mejillas, calmándose.—¿Cómo puedo arreglar esto? —trató de acercarse a ella.
Sophia retrocedió, negando.
—Lo último que necesitaba era eso —señaló con la cabeza la cafetería.—Era lo poco que me faltaba para saber que contigo, los errores son irremediables; que aunque la haya, tu no quieres ver la solución.
—¿En serio crees que no me esforzaría por arreglar algo que va mal?
—¡Pues claro que si! Terminaste conmigo por algo que ni siquiera habíamos hablado antes, ¡fue totalmente repentino! Ya no puedes arreglarlo, no confío en que puedas arreglarlo. Las relaciones no son solo cosas buenas, lo sabes bien. También hay que poner de nuestra parte, hay que tener dedicación, las ganas de pelear e ir por todo. Y hemos estado tanto tiempo juntos que me sorprende que no sepas cuánto creo en la solución de todos los problemas, más cuando se trata de solucionar como pareja —relamió sus labios.—Elegiste la salida fácil, Ethan. No fuiste por mí... Y por eso no puedo perdonarte. Asi que sí, creo que no tuviste el valor suficiente para arreglarlo, porque si fuera así nosotros dos seguiríamos juntos —le dio una última mirada y luego se volteó para irse.
—Sophia, no te vayas —casi le rogó.—Siempre voy a necesitarte para hacer las cosas bien.
—Olvidas tu caja adentro —le dijo sin girar, mientras caminaba para regresar a su casa.
Ethan refregó su rostro y despeinó su cabello. Ya estaba deshecho, y era todo su culpa. Se había dado cuenta de que tomó la peor decisión, pero aunque quisiera arreglarlo, ya no podía.
Era tarde para arreglarlo.
Era tarde para hablarlo, y todo lo que quedaba era esperar a que Sophia esté mejor. Porque, sin ella, él nunca estaría mejor.